En los penales, después de haber empatado 1-1 en los 90 minutos y alargue, Rentistas derrotó a Liverpool, con una descollante actuación de Nicolás Rossi, y se convirtió en finalista del Uruguayo. El valiente equipo de Alejandro Cappuccio también se clasificó junto con su próximo oponente, Nacional, a la fase de grupos de la presente edición de la Libertadores.
Después de atajar su tercer penal consecutivo, el joven Rossi alzó los brazos y cayó empapado en lágrimas por el momento más importante de la vida del club. Sus compañeros, ganados por la emoción, también lloraban, y a muchos que estábamos conmovidos por la hazaña se nos entrecortaba la voz.
A 200 metros del estadio, a 100 de la cancha de Central, en Montevideo, en el Parque Batlle, hay una casa con un murito, donde antes de enrejarse, cultivábamos nuestros sueños de fútbol. Ahí, de gurises, le dimos vida a nuestro cuadro y soñamos con algún día estar en el Centenario, en la cancha, jugando por la copa. He pensado mucho en eso, en lo estremecedor que es para esas instituciones que hace 106 u 88 años eran un grupo de muchachos que se juntaban para jugar al fútbol y competir, sin otro fin que el de estar juntos en una cancha defendiendo una misma camiseta y compitiendo por ganar.
Anoche, ya convertidos en clubes profesionales, en casi empresas o sociedades anónimas deportivas, jugaron en el Centenario con aquella misma pasión, ilusión y esperanzas con las que soñaron aquellos lejanos precursores. Era el partido más importante en la historia de estos clubes.
Clavado en el VAR
Pasado el cuarto de hora, llegó la primera jugada de real peligro. Todo empezó en un pase atrás de Guillermo Fratta que fue defectuoso y quedó extremadamente corto, lo que dio lugar al robo oportuno de Juan Ignacio Ramírez que dejó de lado al arquero Rossi y en su segundo enganche definió. Un cierre excepcional, casi tan válido como un gol, de Damián Malrechauffe impidió la primera conquista del partido.
Liverpool se adueñó de la pelota y del campo contrario, con su juego efectivo, rápido y preciso. A los 40 minutos sucedió una situación inesperada. La expulsión, vía VAR, de Guillermo Fratta, que en la instancia de cortar y salir de contragolpe se llevó por delante al futbolista de Liverpool Fabricio Díaz pisándolo.
El segundo tiempo se desarrolló con los negriazules dominando y Rentistas soportando el partido, sabiéndolo sufrir y dando muestras de su capacidad para tratar de resolver una situación tan complicada. Liverpool lo buscó y lo buscó hasta que Franco Romero llegó al fondo de la línea y mandó un forzado buscapié que dio en las piernas de Ramiro Cristóbal y se metió en el arco. Muchísimos, incluida la cátedra, dieron por resuelto el partido.
Mal hecho. La capacidad deportiva de Rentistas, sumada a la inteligencia de su entrenador y a la vergüenza de sus jugadores, promovieron el empate. Alejandro Cappuccio resolvió poner dos delanteros sacando a Cristóbal y Abero. Salomón Rodríguez y Franco Pérez encontraron la solución un par de minutos después de estar en la cancha, cuando Salomón se la bajó a Franco Pérez y el sub 20 definió, de zurda y de primera, para marcar un gol inolvidable.
Alargar la esperanza
En el alargue, Salomón Rodríguez estuvo a punto de poner el 2-1, pero Sebastián Lentinelli hizo una salvada de campeonato. Después, ataques y más ataques de Liverpool, defensas y más defensas del Renta. Aguantó el campeón del Apertura, con heroicidad y enorme vergüenza, hasta que en los penales Nicolás Rossi metió su nombre en la historia de los humildes soñadores.