El tenista uruguayo Pablo Cuevas clasificó, por su posición en el ranking ATP, a los que hubiesen sido sus segundos Juegos Olímpicos, pero decidió no presentarse a dicha competición.
La elección de la raqueta número uno de la historia del tenis uruguayo está mediada por varios factores que hacían que esta participación fuera inconveniente para sus intereses. Más allá del hecho de poder representar a Uruguay, las posibilidades de Cuevas de tener una actuación relevante en Tokio eran pocas. En parte, por su posición clasificatoria en el ranking (85), pero también por jugarse en superficie dura, sobre cemento. Este piso no es el preferido de Cuevas, pero además supone un desgaste físico mayor, así como el hecho de tener que viajar al lejano oriente en un momento del año en que está disputando torneos en Europa.
Cuevas decidió priorizar la posibilidad de subir puestos en el ranking -el torneo olímpico no da puntos- en torneos sobre polvo de ladrillo. Esto es importante para poder mantenerse jugando las principales competencias del calendario ATP, sin necesidad de disputar partidos clasificatorios. En fechas próximas a la cita olímpica estará presente en tres torneos ATP 250; Cuevas ha ganado un par de ellos en alguna oportunidad -Bastad y Umag-, además de Kitzbuhel.
El tenista era el 12º uruguayo en Tokio; con su ausencia la delegación se reduce a 11 deportistas de cinco disciplinas (vela, remo, atletismo, natación y judo).