Mario Mussio siempre estuvo de la línea de cal un metro afuera, o dos, o incluso detrás del alambrado que convierte a la gente. Desde ese lugar hizo del fútbol un espacio de militancia. Junto a otros y otras sostienen desde hace ya 15 años a la Institución Uruguay Celeste de Deporte y Diversidad. El equipo milita en la divisional C de la Liga Celeste, inscripta en la Asociación Nacional de Fútbol Amateur, y desde hace unos cuantos años se queda con el premio del Fair Play. Hay toda una visión en esa gesta. Y es cierto que costó aprender a mirar la tabla con otros ojos, pero es que el hecho, al fin y al cabo, parece simple pero no lo es: no hay que demostrarle nada a nadie. Quizás, a ellos mismos, o a nosotros mismos, debería decir. Después de la palabra “puto” en su diccionario dice “empoderarse” y se para en la cancha de las cosas, en un lugar crítico hacia las masculinidades, cualquiera sea su orientación sexual. En todas las cosas el fútbol, esa pasión latente. De los hitos más importantes de su historia como presidente de la institución, y del presente expansivo a otras ramas del deporte como el vóleibol o el fútbol femenino, Mario Mussio habló con Garra.
¿Cuál es el origen de Uruguay Celeste y cómo se fue transformando a sí mismo?
El origen de Uruguay Celeste tiene dos partes. Una es el inicio, el 18 de julio de 2006, que nosotros tenemos como el punto de partida, la primera práctica que se realizó en las canchitas del “Poco Sitio”, frente al estadio Centenario. Pero la historia de Uruguay Celeste en sus inicios está muy ligada a los boliches gay. Porque fueron los lugares en los cuales se difundió y se buscó que las personas se sumaran al equipo. En un principio fue la Selección Uruguay Celeste Gay de Fútbol, porque en setiembre se iba a jugar el primer Campeonato Mundial de Fútbol Gay, que iba a ser en Buenos Aires, organizado por la IGLFA (International Gay and Lesbian Football Association), que son mundiales comunes en Estados Unidos y también en Europa. Ese fue el puntapié para formar al equipo, después de un intento que no resultó en 1999 porque no estaban dadas las condiciones: había mucho más clóset que en 2006. Entonces se comenzó a difundir ahí, sobre todo en el boliche Espejismos, que ya está extinto. Eso difiere de lo que pasa el 5 de abril de 2008, que le damos el marco legal.
¿Qué características tenía el entorno de aquel tiempo?
Siempre anduvimos saltando de cancha en cancha, jugando amistosos, porque era muy costoso alquilar una cancha para entrenar. Antes de viajar al Mundial, habíamos conseguido algunos apoyos y nos habían declarado de Interés Ministerial por el Ministerio de Turismo y Deporte. Ahí empezó a difundirse, por la prensa, si jugábamos de taco o no jugábamos de taco. La pregunta de siempre es sí sólo podían ser homosexuales los integrantes del equipo, y la realidad es que no. Siempre buscamos que fuera de toda aquella persona que se quisiera acercar y estuviera comprometida con la causa. Había una cláusula en aquel tiempo que decía que se podía jugar con tres heterosexuales y dos en cancha. Muy loca esa discriminación. Vos ya estás considerando que el heterosexual va a jugar mejor que el gay, que va a tener aptitudes futbolísticas que el gay no va a tener. El Mundial fue de las experiencias más hermosas que se pueden vivir, era expectativa pura, y el sentir de estar representando a tu país.
“El ambiente del fútbol de alguna forma me fue negado”.
¿Siempre estuviste en la gestión y nunca en la cancha?
Cuando entré pensé en jugar, pero alguien tenía que trabajar afuera. Y además siempre fui un frustrado del fútbol. Me gustaba, pero el ambiente del fútbol de alguna forma me fue negado. Porque aunque yo aún no era muy consciente de mi orientación sexual, me iba a traer problemas. Entonces preferí mantenerme al margen. Sufrí mucho la palabra “puto”. Por eso hablo de empoderamiento. Porque había una cuestión social, o la hay. No pude nunca largar el sentir vergüenza, el sentir miedo en los vestuarios por cuestiones de sentirme raro con mi cuerpo, esa cuestión de los gurises desnudos, pero sobre todo ese miedo de la adolescencia a que te identifiquen con el puto. Y si jugabas al vóleibol eras una nena. Entonces más me retraía, y encima era un tronco. Igual el fútbol siempre lo seguí, siempre fui muy apasionado.
¿Cómo fue madurando la idea de seguir para adelante?
Después del Mundial empezamos a pensar en el tema de la personería jurídica. Yo trabajaba en una de esas librerías de Montevideo que cerraban a las doce de la noche. Ahí conocí a un abogado que con su señora nos ayudaron en todo lo que necesitábamos para la fundación, que terminó siendo el 5 de abril de 2008. Ahí cambiamos el nombre primario y empezamos a pensar en tener más deportes, por eso hicimos algo más abierto: Uruguay Celeste Deporte y Diversidad. Al tiempo decidimos entrar en ANFA (Asociación Nacional de Fútbol Amateur), pero no sabíamos realmente qué iba a pasar, porque todos iban a saber que nosotros éramos “ese” equipo, esa cuestión de cancha.
“Hoy nosotros tenemos un pensamiento competitivo distinto, hoy en día nos acercamos más a que no importa tanto el resultado”.
¿Tuvieron problemas de violencia en los partidos?
No muchos. Una vez, en una liga que en realidad estaba bien armada, pero no tenía un lineamiento en temas de violencia, estábamos en una cancha, entre unas viviendas en Camino Carrasco, y era un partido que estaba bastante peleado. Pero todo empezó por una persona de afuera. No recuerdo quién fue el que pegó la primera piña, y se armó una gresca impresionante. El tipo que insultaba desde la tribuna gritaba “¡son putos, no tienen derecho, porque son putos!”. Hoy nosotros tenemos un pensamiento competitivo distinto: hoy en día nos acercamos más a que no importa tanto el resultado. Antes sí, importaba más, pero no siempre fue igual, fue una evolución de los propios integrantes. Esa cuestión de tener que demostrar que podemos jugar contra un equipo cualquiera, que por ser homosexuales vamos a jugar mejor o peor al fútbol... No hay nada que demostrar. Si son más rápidos, son más jóvenes, y tuvieron la suerte de jugar toda la vida al fútbol, y bueno, sí, te van a pasar por arriba, pero yo siento que no tenemos que demostrar nada. Pero en aquel momento pesaba más, esas típicas cosas de pararte en la cancha en una postura de “a mí no me pasan por arriba”, esa cuestión de masculinidad.
¿Cómo fue el desarrollo de ese pensamiento?
Esas cuestiones que se reproducen como normales porque siempre se hicieron, nosotros también las reprodujimos. Nos enojaba muchísimo perder. Vos hoy en día podés reclamarle a alguien algo, pero nadie es más que nadie. Hay una postura diferente desde 2011, que nos empezamos a preparar para ir al Mundial de México, donde tuvimos el distintivo de que el embajador uruguayo, Rodolfo Camarosano, nos acompañara a todos los partidos. La prensa le preguntaba qué hacía ahí, viendo a una selección gay. Él decía que iba a acompañar a todos los representativos de Uruguay. Perdimos la final, fue una experiencia genial. Y para nosotros fue un quiebre. Cuando volvimos del Mundial de México buscamos estabilizar la institución. En 2013 nos invitaron desde Chile a jugar en el Estadio Nacional. Eso tuvo una visibilidad tremenda, ganamos el partido, y para los jugadores fue inolvidable, para todos, pero para los que estuvieron en la cancha no me lo imagino. Ese mismo año ganamos un concurso de la ANII [Agencia Nacional de Investigación e Innovación], por un proyecto para viajar por el interior jugando en los estadios más importantes con un equipo local, con jueces locales. Hicimos Maldonado, San José, Flores, Durazno y Rivera. Ahí nació un documental que se llama Diversidad en los estadios. La técnica era Ana Herrera y la ayudante era una mujer trans, Ro Sosa, que siempre estuvo involucrada en el fútbol. Ese 2013 fue muy importante.
¿En qué momento se encuentra la institución ahora?
Ahora estamos en la Liga Celeste, una liga que se ha implantado. Lo que más atrae es el lineamiento que tienen de la no violencia, donde son cortantes, estrictos. Hace cuatro años que sacamos el Fair Play. Lo tenemos muy presente, nos fijamos en ambas tablas. Es un continuo remar, una constante. En 2016 surgió el voley, y este año sumamos fútbol femenino, que era un debe que teníamos. Sin ser este año, que es una excepción que el DT de voley femenino es un varón, la idea es que todos los cuerpos técnicos sean mujeres. Incluso de los varones, que es algo que en general no pasa.