En uno de los mejores partidos de la historia del fútbol ecuatoriano, el equipo sudamericano le empató de atrás a Países Bajos 1-1 y quedó liderando junto a sus rivales el grupo A del Mundial. A falta de una fecha, ecuatorianos y holandeses tienen cuatro unidades, mientras que Senegal, el próximo rival de Ecuador, quedó con tres puntos, tras vencer al prematuramente eliminado Qatar.

Fue un enorme partido de los ecuatorianos, que debieron haber vencido después de someter durante buena parte del partido al pragmático elenco holandés, que atacó una vez e hizo un gol. Los de Gustavo Alfaro tuvieron la actitud de ir al frente y repetir una y otra vez a vuelta de tribuna del “¡sí, se puede!”.

Debió haber ganado Ecuador. Pero, aunque no lo haya hecho, hizo uno de los mejores partidos de su historia, sometiendo a un rival de gran capacidad y experiencia como Países Bajos.

El ecuador de la inmensidad

Imaginate ecuatoriano, después de haber debutado con triunfo en el Mundial, y dando cara contra Holanda. Estás en ese maravilloso estadio que es el Khalifa, y mientras ves esa bonita presentación de la copa y los fuegos. Seguro se te caen los cataplines; a la vez que en tu interior el corazón te explota, para el exterior te prendés al “sí, se puede” que tus abuelos aprendieron en tiempos de Alberto Pedro Spencer, cuando soñar con un Mundial era una cosa impensada.

Nuestros libertadores pensaban todos en una patria grande, y estos son mis hermanos, y aunque no me gusta el “sí, se puede” porque mis mayores, pobres en billetes pero millonarios en gloria, me legaron otro encare, aquí estamos en esa maravilla que es el estadio Khalifa, dándole cara a Holanda como si nada.

Gustavo Alfaro determinó una línea de cinco final para sostener las ofensivas naranjas, pero entre las variables que el entrenador argentino de Ecuador pensaba no estaba ese pase atrás de uno de sus defensas para que Gakpo quedara frente al área y sin pensárselo sacara un latigazo que entró junto al palo de Hernan Galíndez y ya se pusiera 1-0 a los seis minutos.

A remarla, con el “sí, se puede”, pero con despliegue en la cancha. El partido pasó a jugarse en campo naranja y fue una buena demostración práctica de que se podía. Holanda no salía, pero no porque no pudiera, sino porque no quería, esperando encontrar un espacio, un resquicio, un error que le permitiera una contra fulminante. “Ecuador, Ecuador”, gritaban por miles en las tribunas, pero el equipo no lograba avanzar lo que el partido pedía, ni lo que ellos mismos querían.

Por izquierda vinieron tres ingresos profundísimos de los sudamericanos que no terminaron en gol por la gran capacidad de Virgil van Dijk, que salvó siempre en última instancia. El estadio era un hervidero, esperando, presagiando el empate posible. Fueron diez minutos de ensueño, tonificantes para los ecuatorianos. Cuando parecía que aflojaba, un derechazo de Enner Valencia contra el palo nos volvió a sacudir.

¡Sí, se puede! No le podía dar el naipe para seguir así todo el tiempo, pero le dio, y presionó, presionó y presionó hasta que al final la pelota llegó a las redes, pero entre el segundo asistente y el VAR anularon el gol de Estupiñan, que estaba habilitadísimo.

Fue un gran primer tiempo, con Ecuador dando una gran exhibición, y naturalmente también Holanda, que supo defender ese gol de ventaja.

Anotalo por ahí

La segunda parte empezó de maravilla, porque antes de los cinco minutos Enner Valencia empataba y salía a festejar pidiendo que lo anotaran. Una nueva y rapidísima jugada que terminó en banda izquierda con remate esquinado de Estupiñan y en el rebote Enner Valencia la mandó a guardar. Estupendo. Entonces explotó el estadio que ya sólo hablaba en español, mientras Virgil agarraba la pelota debajo de su brazo para ver si podía parar la cosa.

Extraordinario. El elenco ecuatoriano no paraba. Preciado pedaleo por sobre la pelota y mandó un centro que Enner conectó de primera con mucha fuerza. La pelota iba al gol, pero dio en un defensa, y en el rebote Alfredo Plata la acomodó y sacó un zurdazo que movió la aguja del sismógrafo de Doha.

“¡Ecuador! ¡Ecuador!”, grito y me levanto entre un periodista de Bahrein y otro de India, allá arriba, cerca del techo del estadio, en el escritorio 204 del block 606. Estoy siendo testigo de uno de los más fabulosos partidos que haya jugado la selección ecuatoriana en su historia y no puedo evitar sentir que son un poco los míos.

Con el mediocampo firme y efectivísimo en la salida, y Enner Valencia arrancando con Plata y Estrada, Ecuador instaló de modo rotundo su éxito en el juego por sobre los holandeses, que no pudieron armar ningún ataque.

Cuando los delanteros se fueron cansando, Alfaro se jugó todo a ganador, era la noche, y puso recambio para una vez más intentar ganarlo. No pudo. No lo ganó. Pero jugó un partido inolvidable. Ahora hay que coronarlo con la clasificación en el complicadísimo partido con Senegal.

Sí, se puede.