Era así. Uruguay tenía que ganarle a Ghana, pero también necesitaba que no lo hiciera Corea del Sur. Y si ganaban los asiáticos, entonces la celeste tenía que vencer a los africanos por tres goles, para así tener saldo positivo y no ir al desempate que, de tener saldo cero, le daba la clasificación a Corea. Así fue.
Corría el minuto 91. El córner era a favor de Portugal. Lusos y coreanos empataban 1-1 y en la cancha donde jugaba Uruguay todo era festejo, más allá de que Ghana manejara la pelota. El córner fue corto, restó la defensa surcoreana y Heung-Min Son, el mejor de ellos, se escapó por la derecha. Se fue casi solo, porque fue más rápido que todos. Hizo un amague, entrefrenó, esperó la caída de Hwang Hee-Chan y, al límite del fuera de juego, se la pasó. El delantero definió bien, infló las redes y les dio el triunfo a los asiáticos.
Portugal, ya clasificado, se confió. Entró con seis cambios, dio respiro a varios jugadores titulares; lo que haría cualquiera en esa instancia. De todas formas, empezó ganando porque a los cinco minutos Ricardo Horta puso el 1-0.
Fue en el correr de ese primer tiempo que Kim Young-Gwon logró el empate. Después, cuento conocido: los minutos pasaron, se pensaba que no pasaría más nada, pero un contragolpe fue letal.
Portugal terminó primero de grupo con 6 puntos, Corea y Uruguay hicieron 4, mientras que Ghana quedó en el fondo con 3. El saldo de coreanos y charrúas fue de cero porque ambos hicieron la misma cantidad de goles que recibieron. El tema fue el número: mientras que Uruguay marcó sólo dos -los dos de Giorgian de Arrascaeta contra Ghana-, los coreanos hicieron cuatro en tres partidos.