Jugando en la altura de La Paz, Plaza Colonia perdió 3-0 ante The Strongest, que terminó conquistando la serie por diferencia de goles tras haber ganado cada uno como local. Con un global de 3-2, los bolivianos siguen adelante. Los goles del aurinegro, que a los 5’ ya ganaba 2-0, fueron convertidos por Rodrigo Amaral y por Martín Prost en dos oportunidades.

Uno

En sólo un minuto de juego, un minuto nada más, cuando los colonienses intentaban experimentar cómo se respira al trote en los 3.800 metros de altura de La Paz, llegó el primer gol del partido. Lo hizo un uruguayo pero fue de los bolivianos. Al minuto de juego Rodrigo Amaral peleó una pelota cerca de la medialuna rival, la ganó, enganchó para un lado y para el otro con ligera torpeza, como tirando conitos para los lados. Sus marcadores no quisieron arriesgar un tiro libre en la altura casi en el área y con Amaral en contra, entonces Rodrigo vio ese medio metro de ventaja y zampó el zurdazo que en segundos estaba en las redes, antes incluso de que el palmirense Nicolás Guirín ensayara una palomita tardía, tirándose en clave de llano cuando lo debía hacer con clave de altura —donde no sólo sabemos que la pelota no dobla, sino que además tiene menor resistencia del aire, y va más rápido—.

Cinco minutos, en cinco minutos nada más, cuando los colonienses intentaban salir del primer ahogo rápido y furioso, The Strongest, con Rodrigo Amaral como CEO de la empresa de la hazaña, lograba empatar la serie y vaciar el tanque lleno que con tanto esfuerzo y trabajo había conseguido Plaza en una hora y media en el Centenario. Amaral metió un cambio preciso y justo de 50 metros para Vaca, el boliviano por derecha conectó con Amaral mucho más cerca, y Rodrigo puso una bola azucarada al corazón del área donde Vaca se la bajó al argentino Prost para poner el 2-0.

Es como si en el último round, después de que estuviste trabajando con prolijidad toda la pelea que vas controlando y ganando, te meten dos piñas que te dejan nocaut. Entonces el equipo de Eduardo Espinel buscó las cuerdas, agarrarse, permanecer en pie, y eso lo logró intentando tener la pelota, lejos, lejísimos del arco del tigre paceño, pero recuperando el aire, intentando una mínima posición de equilibrio. Se armó un poquito, y se sacó de encima el potencial tercer gol boliviano que parecía cerca.

Plaza bailoteaba sin cadencia ni equilibrio tratando de evitar el golpe final, y, sin embargo, casi encuentra el descuento en una jugada en la que Nicolás Dibble puso en cuestión la tesis de Daniel Alberto Passarela, que en 1996 después de perder un partido en la altura con la selección argentina que él dirigía sentenció que en la altura “la pelota no dobla”. Nico Dibble recibió por izquierda, amontonó a tres aurinegros, enganchó para la derecha, levantó la cabeza y sacó un tiro teledirigido que iba doblando y doblando, buscando las redes, pero que terminó encontrando el vertical izquierdo ya con el arquero recontra vencido.

Después otra vez el martirio, con los zurdos Amaral y Vaca, realmente encendidos, y con los uruguayos de lengua afuera corriendo de atrás como en un viejo “solteros contra casados” que se armaba los 1º de mayo.

De alguna manera, con Álvaro Fernández administrando de la mejor manera los pocos recursos que tenía a mano, Plaza se fue al descanso con la serie empatada, aunque con el partido que generaba sensaciones de inmensa adversidad.

Zarpazo final

El segundo tiempo empezó como el partido, en cuanto a la acción y la determinación de The Strongest, pero no así en goles. Eduardo Espinel tomó la correcta determinación de sustituir a Greising, que estaba amonestado y la había pasado muy mal con el zurdo Henry Vaca, e ingresó Ezequias Redín a jugar improvisadamente como lateral por izquierda. Otra vez, fueron minutos de extrema incomodidad, pero esta vez Plaza pudo reaccionar y se afincó en campo contrario, intentando llegar al gol que lo clasificara.

Rápidamente, volvieron al ataque los bolivianos con la defensa uruguaya aguantando a pie firme, hasta que en el cuarto de hora sucedió lo inesperado: en una pelota de las más simples que tenía para controlar Nicolás Guirín, se le escapó en el área chica y el argentino Martín Prost, caminando, la mandó al fondo del arco poniendo el 3-0, la diferencia necesaria para clasificar por diferencia de goles. Un golpe durísimo, por lo inesperado de la situación.

Con las pocas maneras posibles que Plaza podía intentar el gol que lo llevara a los penales, fue estirando una angustiosa ilusión. Entraron Cristian Cebolla Rodríguez y Leandro Suhr para intentar el tiro del final, que no salió.