Todavía estaba el veterano anudando la bandera cuando Liverpool ya había tenido la primera clara del partido. Entre el palo y las manos de Salvador Ichazo acabó el grito. Liverpool jugó sabiendo que la tabla estaba rala para estampar su nombre. En la tribuna, lo mismo, hermoso marco el de Belvedere siempre. Mucha gente negriazul para trepar a la cima, y apellidos encendidos en la grama. La segunda terminó en las piolas. El 1-0 de los locales cayó apenas pisando los diez del primer tiempo en los pies de Rodrigo Rivero, de los más activos de la delantera. La presencia de Gonzalo Carneiro fue una referencia constante aunque quizás no estaba en la mejor de sus tardes. El equipo de Jorge Bava se plantó en el campo rival y River, el equipo de Gustavo Díaz, del vecino Prado de Montevideo, apeló a las contras, de donde bajaron suspiros.

Los darseneros se instalaron en la tribuna del sol. Los negros de la cuchilla se mudaron de lado según el arquero rival y, como en casi todas las canchas, fueron técnicos a distancia. El presidente de la institución, el mentado José Luis Palma, se paseó atento al juego entre la muchedumbre como uno más. Algo cierto, lo molesto de la música que eligen cada vez que Liverpool juega en casa. Aturde el volumen y la pista es entre terraja y desubicada, un distractor infame. Nada que ver con la belleza folclórica del entorno.

Hay oficios y oficios. El del futbolista es un oficio raro, difícil de entender, fácil de criticar, y sobre todo, ante la ignorancia de lo que significa, es un oficio cuestionable, atado a las grandes acepciones sobre el fútbol y sus actores. El oficio del técnico es parecido. Un oficio sin horarios, silencioso, infravalorado. Pero hay oficios y oficios. Y el oficio del seguridad que sólo revisa la tribuna es desesperante. El partido pasa mientras él, o ellos, a través del alambre, vigilan sin castigar lo que sucede. Siendo ellos lloraría al llegar a casa. Pero esa debe ser mi enfermedad, como diría Fabiana Cantilo. Lo que Cesare Pavese llamaba el “oficio de escribir” es un proyectil que nadie tira, en una cancha donde nadie juega.

Alguien me pide fuego y es un corinthiano perdido en Montevideo. Nos hacemos amigos porque sí. Hay un fuego incoloro que nos sacude el pie con cualquier canción que canten los hinchas de turno. El partido siguió mientras tanto. El sol de este invierno tibio se pegó a nuestras espaldas, a la frente cuadriculada de los hombres de la seguridad, inmersos en su chicle. El chicle que se masca adentro es el de la tabla. Los de River piden huevos. El corinthiano tiene un montón de ojos en la cabeza, como un libro de Pedro Dalton. Es un poema inentendible el fútbol. Pero nos encanta escribirlo. El corinthiano parece estar de acuerdo, aunque nos entendemos a medias. A medias alcanza. El Chori Castro se escapa por la punta.

Acordate del intermedio. Un veterano no paró de avisar a los de River aquello. Esas luchitas. Aplaudió siempre que el equipo quiso. River empezó a probar de lejos. Liverpool buscó enfriar la tarde. El corinthiano dice algo sobre la leyenda en el muro que separa la cancha del colegio y las viviendas: aquí nació el fútbol uruguayo. La historia la escriben los muros de los barrios, donde los cuadros viven y luchan. Esas luchitas. Pidieron penal. Alguien insistió con “negro de mierda, negro mugriento y negro hijo de puta”. Hernán Figueredo es casi siempre figura, aunque entró en el segundo tiempo.

El segundo gol de Liverpool llegó de las inferiores. Entre Alan Medina y Pablo González armaron una bella figura que terminó en un remate cruzado, un abrazo en el córner. El repentino estallido de la tribuna. Los de enfrente yéndose, faltando diez. Pero River entonó porque encontró el descuento en una jugada fortuita. Un pase atrás sin mirar al arquero, que estaba en otra, terminó siendo el sabor del final. El árbitro anotó a Gonzalo Castro; lo cierto es que el gol fue insólito. River quiso el empate al final, pero el negro de la cuchilla terminó por trepar a la cima de la tabla.

Detalles

Torneo Apertura - Fecha 13
Estadio: Belvedere
Árbitros: Leodán González, Horacio Ferreiro y Marcelo Alonso

Liverpool (2): Sebastián Lentinelli; Federico Pereira, Gonzalo Pérez, Joaquín Sosa, Gastón Martirena; Fabricio Diaz (46´ Hernán Figueredo), Santiago Romero (69´ Lucas Lemos), Agustín Cayetano; Gonzalo Carneiro (69´ Thiago Vecino), Rodrigo Rivero (54´ Pablo González), Alan Medina (90´ Gonzalo Pérez). Entrenador: Jorge Bava.

River Plate (1): Salvador Ichazo; Agustín Chopitea, Horacio Salaberry, José Aja, Walter Clar; Jonathan Urretaviscaya (59´ Pablo López), Marcos Montiel (86´ Tiago Galetto), Matías Alfonso (76´Joaquín Lavega); Gonzalo Castro, Matías Ocampo (76´ Mauricio Affonso), Thiago Borbas (86´ Juan Cruz de los Santos). Entrenador: Gustavo Díaz.

Goles: 5´ Rodrigo Rivero (L), 80´ Alan Medina (L), 83´ Gonzalo Castro (RP).

Fecha 13

Viernes
0-1 Deportivo Maldonado - Fénix

Sábado
2-0 Rentistas - Cerro Largo
2-0 Nacional - Albion
1-0 Peñarol - Boston River

Domingo
2-1 Liverpool - River Plate
1-2 Danubio - Defensor
0-2 Cerrito - Wanderers

Lunes
19.00 Torque - Plaza Colonia

Torneo Apertura

Pos Club PJ PG PE PP GF GC DG PTS
1 Liverpool 13 8 2 3 18 7 +11 26
2 Nacional 13 7 4 2 24 8 +16 25
3 D. Maldonado 13 8 1 4 19 13 +6 25
4 Peñarol 13 7 4 2 10 5 +5 25
5 Wanderers 13 5 6 2 15 8 +7 21
6 Boston River 13 6 3 4 15 14 +1 21
7 Fénix 13 6 2 5 13 14 -1 20
8 River Plate 13 5 4 4 20 15 +5 19
9 Defensor 13 5 4 4 13 14 -1 19
10 Danubio 13 4 6 3 9 7 +2 18
11 Rentistas 13 4 1 8 14 19 -5 16
12 Torque 12 2 5 5 14 16 -2 11
13 Albion 13 2 4 7 15 29 -14 10
14 Cerro Largo 13 2 3 8 5 21 -16 9
15 Plaza Colonia 12 1 5 6 9 13 -4 8
16 Cerrito 13 2 4 7 8 18 -10 7

.