Durante la última dictadura cívico militar (1973-1985), la Comisión Nacional de Educación Física (CNEF), así como todas las instituciones de educación pública, fueron intervenidas por militares del régimen. Entre los cambios en los programas, prácticas y contenidos dictados, la educación corporal enmarcada en la educación física fue utilizada como puente para legitimar el régimen mediante la espectacularización de logros y performances deportivas.

Sobre esto y otros aspectos que involucran la educación física, el deporte y la política, la diaria conversó con Cecilia Seré, docente de la Universidad de la República (Udelar) que investiga en el área de estudio sobre el cuerpo y la política, y Raumar Rodríguez, docente en el Instituto Superior de Educación Física (ISEF) y en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación; ambos insertos en la línea de investigación Cuerpo, Educación y Enseñanza.

Régimen deportivo

Raumar Rodríguez aseguró que es complejo sacar conclusiones sobre este período, ya que “en Uruguay no existe una historia de la educación física y el deporte en la dictadura. Hay cosas aisladas, pero es un área todavía bastante inexplorada, hay mucho por hacer”. Además, reconoció que el período “está lejos de ser monolítico o uniforme; habría que estudiar un poco más las resistencias que se generaron y con qué cosas no pudo la dictadura ni el disciplinamiento de los cuerpos”.

Para el docente, que se enfatizaran ciertas formas de educación del cuerpo fue “parte de toda una intervención de la dictadura en el campo educativo, en los programas escolares y en las orientaciones pedagógicas en todos los niveles de la educación”.

Desde el punto de vista historiográfico hay diferentes lecturas de cómo se constituye la educación física como disciplina a fines del siglo XIX, “pero su vínculo con lo militar es innegable”, sentenció el docente. De hecho, a principios del siglo XX, entre los planteos de la CNEF se pueden observar dos vertientes: “La vertiente médica, que es la más visible porque está asociada a la salud y a la actividad física para un cuerpo sano en una mente sana, y la vertiente militar, porque muchas veces los ejercicios que se proponen, por su forma, proceden de la formación militar”, desarrolló Rodríguez.

Cuerpo militarizado

Con base en conceptos de Michel Foucault en Vigilar y castigar aplicados al ámbito vernáculo, Rodríguez explicó que “el cuerpo militarizado es aquel que ha pasado por un proceso educativo, formativo, de prácticas corporales y que adquiere ciertos hábitos, ciertas destrezas, cierta estética, tanto en su apariencia como en sus movimientos, y que se le identifica desde lejos. Una mirada más o menos atenta, cuando ve caminar de lejos a alguien que pasó por ese proceso, puede decir que esa persona pasó por la formación militar”.

Es por esto que, con matices, el investigador encuentra “alguna proximidad entre el cuerpo militarizado y el cuerpo que ha pasado por largos procesos de entrenamiento deportivo”. Por ejemplo, destaca la “familiaridad entre la escena que conforma la formación militar y la escena del entrenamiento deportivo profesional o de alto rendimiento”. “Me resulta difícil no ver en un plantel que está entrenando eso que Foucault llamó ‘cuadros vivos’, buscar cómo obtener el máximo rendimiento de un grupo de individuos humanos trabajando juntos en un tiempo y en un espacio común”, comparó Rodríguez.

La lógica del entrenamiento tiene aspectos de la militarización del cuerpo, ya que implica trabajarlo de manera individual y colectiva para obtener el mayor rendimiento posible, tanto de manera individual como de manera colectiva. “Son escenas muy parecidas, no sólo en lo que se ve desde afuera, sino la lógica en sus procedimientos y en su finalidad”, desglosó Rodríguez y abundó: “En ambos casos se están preparando para un enfrentamiento, tienen formación física, estrategia y táctica”.

Bolilla 5

La vertiente militar en la educación física no sólo se observa en la dictadura, ya que a fines de la década del 40, la CNEF publicó un boletín denominado “Voces de mando”, en el que se detallan directivas para enseñar y dirigir formaciones y marchas. Según una de las investigaciones realizadas por Rodríguez, la CNEF dedicó una “unidad dentro del programa de educación física que comprendía posiciones, formaciones, giros a pie firme, marchas y despliegues”, a la que se denominó “Bolilla 5”.

Al respecto, el investigador enfatizó en que “esta bolilla es recuperada por la dictadura y se enseña en secundaria, no innovó en nada, simplemente recuperó cosas que ya habían quedado en desuso y las volvió a potenciar”.

Una de las consignas de la dictadura era “recuperar el orden alterado por la subversión”; para Rodríguez, “trabajar para producir ese orden a través de la educación física y el deporte era una vía natural” y la Bolilla 5 incluía dinámicas que “permitían comenzar con un núcleo chico de estudiantes e ir ampliando hasta generar una gran muestra masiva”. Insiste en que “pareciera haber algo en la puesta en escena de un conjunto de individuos que se mueven de manera ordenada, coordinada, que generaría una especie de fascinación, sobre todo si es un número grande”.

En ese sentido, Cecilia Seré aportó que “las muestras y espectáculos deportivos que se realizaban, como los festivales de gimnasia, todos tenían una clara tónica marcial”. La docente repara en la importancia de que en 1973 se declare como obligatoria la educación física en la educación secundaria a partir de la Ley General de Educación que fue impulsada por Julio María Sanguinetti como ministro de Educación. “Se introduce para fomentar la cultura física, busca incentivar el deporte y las actividades recreativas”, explicó y contrastó: “La misma decisión, pero para la educación primaria, tiene lugar recién en 2008. Me parece interesante ver qué lugar toma el cuerpo en las decisiones políticas y cómo a veces hay una forma de pensarlo que trasciende algunas diferencias políticas e ideológicas muy claras”.

Apertura democrática

Al mismo tiempo que con el retorno a la democracia se pueden identificar algunas rupturas y cambios en la forma en la que se plantean propuestas vinculadas al deporte y la educación física, también hay una serie de continuidades. “El retorno a la democracia mantuvo muchas solidaridades con algunos fenómenos propios del régimen dictatorial, aunque no eran tan exacerbados”, explicó Seré.

Rodríguez coincidió: “Creo que se afianzan distintos modelos de educación física y deporte, que algunos intentan romper con la tradición y otros la profundizan. No hay una nueva educación física, pero sí variantes, modulaciones y, en algunos casos, hay profundización de modelos tradicionales”.

Por la misma línea, Seré identifica modulaciones en las propuestas, que pasan “de imponer, obligar, de generar un modelo que hay que seguir, a propuestas de un carácter un poco más flexibles, abiertas y atractivas, que buscan el interés y la participación por propia voluntad”. Se elaboran programas con un nuevo modelo de educación física a partir de 1986 y se promueve la práctica voluntaria de la educación física.

Algunas expresiones que aparecen en los documentos que elaboraba la CNEF en esa época son bastante explícitos, según afirma la investigadora: “Participación por opción voluntaria y convencida”, “conquistar [al ciudadano] como adepto practicante permanente de la educación física” o “conquistar su razón y su voluntad”.

La juventud continúa como preocupación en el discurso de la CNEF en la apertura democrática y, sobre todo, la preocupación por el buen uso del tiempo libre. “Alejar a la población de ciertos males que evidentemente se van modificando y usar el deporte, la educación física o la recreación como vías para encauzar a la población”, aseveró Seré.

Despolitizar el deporte

Uno de los cambios posteriores al período dictatorial fue buscar la unión de la población como forma de superación de la grieta social. En este sentido, el deporte cumple un rol fundamental en las nuevas prácticas para el buen ciudadano. “Me parece que hay un claro pasaje a priorizar un carácter apolítico en todo. En la idea de buen ciudadano está la despolitización de las prácticas. El deporte pasa a ser una estrategia de unificación, pierde el carácter moralizador y pasa a unificar la población”, analizó Seré.

Como ejemplo, la investigadora mencionó una publicación de la CNEF de 1990, en la que “explícitamente se propone estar al margen de las concepciones políticas, religiosas y sociales, tratar de tener una mirada unificadora y neutralizadora. Muy propia del discurso político de la época, de tratar de integrar a la población”, desarrolló.

Ese nuevo enfoque en el deporte como apolítico contrasta con una idea compartida en una reciente publicación de ambos investigadores, en la que aseguran que “se puede entender al deporte como la continuidad de la guerra o de la política por otros medios”.

“La insistencia en decir que el deporte no tiene nada que ver con la política llama la atención, porque el deporte siempre tuvo que ver con la política, históricamente”, alertó Rodríguez y añadió: “La dictadura no inventó nada, sino que recuperó cosas que ya habían sido utilizadas por el fascismo italiano o el nazismo, que tienen que ver con intentar mostrar, a través de ciertas performances corporales, los logros y, a través de eso, darle legitimidad a ese régimen”.

Resistencias

A lo largo de sus investigaciones, tomaron contacto no sólo con los documentos oficiales, sino con testimonios que cuentan otra parte de la historia. “Si escuchamos a los actores que formaron parte de eso, profesores y estudiantes de la época, vemos que no todo lo que se proponía la CNEF o el gobierno cívico-militar respecto de la educación física o del deporte se concretaba”, resumió Rodríguez.

No había una aceptación total al régimen, hubo resistencias dentro del ámbito docente, se promovían actividades de corte recreativo o que no estuvieran orientadas por el rendimiento, distintas a lo que el régimen proponía. “Tampoco se puede establecer una relación lineal entre ‘si hace formaciones y marchas, entonces es porque era fiel al régimen’. Esta matriz de vertiente militar en la historia del campo de la educación física atravesó democracias y dictaduras; una cosa no implica la otra”, sentenció.