Un dolor profundo recorre a quienes estuvieron y están vinculados al fútbol femenino uruguayo. Ayer falleció la profesora Matilde Reisch, la impulsora y guía de los audaces primeros pasos relativos a la incursión de las mujeres en la actividad del fútbol, concretamente dentro de la Asociación Uruguaya de Fútbol, institución, hasta ese entonces, limitada a los varones.
Ante la comunicación de la FIFA haciendo saber a todas sus filiales que debían contar, de ahí en más, con torneos con participación de mujeres y una selección nacional que las representara, el l8 de agosto de 1995 la dirección de la AUF nombró a la profesora Matilde Reisch responsable del fútbol femenino.
La profesora de Educación Física y de Matemáticas, exvoleibolista y con una gestión muy reconocida como directora de Deportes de la Intendencia de Montevideo (1990-1995), se dedicó a detectar y reunir distintos equipos, aunque no había ligas estables de fútbol femenino. Lo primero que hizo fue contactar con equipos femeninos ya existentes, “pequeños fueguitos” que se prendían y se apagaban en competiciones intermitentes y básicamente inorgánicas. Heroicas mujeres los integraban. Existían equipos desde tiempo atrás que no pudieron encontrar procesos de institucionalización ni ligas perdurables. Había que rescatar esos emprendimientos y darles un vuelo mayor, una seguridad de competición, propuestas serias y practicables. La AUF era el “llamador” adecuado. Y Matilde puso manos y cabeza a la obra.
En el verano siguiente, el 29 de enero de 1996, el Departamento de Fútbol Femenino recién creado dio comienzo a su primera actividad en cancha. Sucedió de forma utilitaria, en una cancha chica con pocas jugadoras por equipo (cinco) y con alto espíritu de celebración, de alegría, de sentir que iba en serio y que se podía progresar rápidamente.
El torneo del Nautilus se hizo en una canchita muy pequeña, pero muy visible. Es la que aún está con idéntica forma, separada de la vereda sólo por un alambrado, en plena rambla del barrio Punta Carretas, en el Club Nautilus (Rambla Gandhi y Montero). La gente que pasaba por ahí en las noches montevideanas se paraba para mirar a esas mujeres jugando y comentaba: “¡Mirá!”.
Ocho clubes compitieron y todo funcionó. Matilde lo pensó y lo concretó. Allí mismo, en marzo se hizo otro torneo. Después, ya en pleno otoño se jugaron otros torneos de fútbol 5 en el club Peturrepe del Prado con nuevos clubes.
Todo eso fue antes de las asambleas de clubes, que llegaron cuando se avanzó en la constitución de clubes y estos empezaron a hacer experiencias en cancha grande, en cancha de 11.
Matilde actuaba con mucho empuje. Pensaba, dialogaba, planificaba y concretaba. Se apuntaba a un primer torneo de fútbol 11. El 15 de agosto de 1996, ya junto con los delegados clubistas, logró otro mojón del proceso fundacional: la noche del fichaje. Las jugadoras entraban oficialmente a la AUF. Eran parte de la institución.
La presidenta Matilde tenía una convicción: la propia actividad haría avanzar, organizar, mejorar e ir hacia una actividad fluida y permanente. Y eso sucedió en ese mismo año. Luego de pruebas amistosas, llegó el momento. Siete clubes participaron en aquella gesta. Hubo tres partidos iniciales en el Parque Nasazzi, el 27 de octubre. Siete jornadas domingueras que culminaron en diciembre.
Al finalizar el llamado Torneo Inaugural, de inmediato quedó creada la primera selección celeste femenina. Matilde la acompañó en sus incursiones en otras tierras. También concurrió a la Copa del Mundo realizada en Estados Unidos en 1999, acumuló experiencias y las fue volcando en el ajetreo diario durante muchos años.
En 2018, durante la primera Copa del Mundo FIFA realizada en nuestro país, la de categoría sub 17, no se perdió partidos de los que se disputaron en el estadio Charrúa. Disfrutó de ello sintiendo que aquellos esfuerzos de los primeros años estaban allí representados, que nada había sido en vano.
¡Recuerdo permanente para Matilde Reisch!
El velatorio será este jueves, de 10.00 a 13.00, en la sala 301 de la empresa Martinelli.