La conferencia de Marcelo Bielsa fue en realidad una charla sincera. Hubo una bajada de todas las partes. Quienes preguntaron no fueron tan incisivos ni buscaron que el entrevistado pisara el palito, y a su vez el entrevistado supo escuchar las inquietudes del periodismo deportivo que muchas veces representa la manifestación popular.
Bielsa se ha referido al lugar de los ídolos, ha hablado del pueblo alrededor de ese ídolo y ha hablado también de la diferencia entre convocar un jugador por pedido expreso del aficionado y convocarlo porque va a tener minutos y será utilizado. Señaló: “La convocatoria de un jugador no se hace para satisfacer ni al público ni al futbolista. Si convoco a Luis Suárez es porque considero que puede ser útil y que potencialmente puedo darle minutos. Vale para cualquier jugador y para Luis Suárez, que además es una gloria del fútbol uruguayo”.
Le preguntaron, obviamente por la posible convocatoria de Luis Suárez para el partido frente a Argentina. La conferencia sonaba como un discurso en el que se desplegaba la original identidad de Marcelo Bielsa: con calma, con honestidad, con respeto. De alguna manera también es una persona que se viene acostumbrando al entorno que habita como un bicho que, aunque sabio, es nuevo en el territorio.
“Hay necesidades distintas respecto de la difusión de las decisiones”, dijo Marcelo Bielsa. Y agregó que desde su punto de vista la reserva de jugadores no debería ser difundida: “Hacerlo deja expuestos a aquellos que no sean parte del grupo final y eso tiene valor, hace mucho tiempo que trabajo con futbolistas y hay que ser muy cuidadosos con su autoestima”, sostuvo sobre uno de los temas más conversados de los últimos tiempos, la sensibilidad del jugador y su vínculo con el entorno muchas veces violento que lo ampara. Agregó: “Una forma de hacerlo es recurrir a él cuando es necesario y no excluirlo de una potencial nominación. Es mucho más sencillo para los medios de comunicación descartar mi mirada y privilegiar la propia que pasa por responder a la expectativa popular y no esperar a que los hechos estén confirmados para valorarlos”.
Sobre el eterno goleador salteño dijo que su forma de expresarse era convocando o no convocando, además de remarcar que “el rendimiento de Suárez se expresa en goles. Eso no ha cambiado. Creo que su rendimiento ha sido parejo. ¿Qué indica que un jugador juega bien cuando es goleador aparte de los goles? Las asistencias. Suárez asiste y convierte”.
También se refirió a Darwin Núñez, que es la nueva carta de gol del nuevo proceso, y se desmarcó cuando quisieron identificarlo a él como referente o influyente en el rendimiento o el presente del jugador. Dijo: “Darwin Núñez está en uno de los mejores o en el mejor equipo del mundo. Convierte y destaca con jugadores de una cotización altísima. Nadie asume eso sin estar maduro y sin estar muy fuerte mentalmente. Los jugadores, cuando tienen que competir al máximo nivel, se quedan muy sólos, son ellos mismos. Nadie les resuelve nada”.
Finalmente y de alguna manera amalgamando las respuestas sobre la situación del salteño goleador, y ubicando a Darwin Núñez en un lugar de independencia deportiva que justifica su lugar y su rendimiento, terminó por referirse al Maestro Tabárez nuevamente: “Hay una marca notoria en el proceso de Tabárez, quien educó a un grupo de jugadores y después, junto a ese grupo de jugadores, educaron a la generación venidera. La gran riqueza que percibí en el grupo es que se están educando los unos a los otros. No se consigue un Darwin Núñez sin un Cavani o Suárez que lo hayan precedido”.
“No hay método suficientemente efectivo como para detener a Messi, que es el mejor jugador del mundo”
En lo que referencia particularmente a la selección argentina que enfrentará la celeste de Bielsa, el entrenador destacó que “Uruguay tiene futbolistas para tratar de enfrentar a un rival como Argentina sin de antemano tomar precauciones exageradas que impidan que una de las grandes virtudes que tiene Uruguay como equipo, el manejo de la pelota y la calidad individual, no intente ponerse de manifiesto”. Además, puntualizando una de las líneas de su filosofía de juego, dijo que “si uno tiene 5 o 6 jugadores en los mejores equipos y luego construye un proyecto de juego sin que esos jugadores tengan posibilidades de intentar demostrar hacer lo que saben hacer, desde mi punto de vista sería un error”.
Bielsa enfatizó en que no imagina “que Argentina no intente manejar la pelota y no me imagino a Uruguay sin tratar de evitarlo con mucha dedicación y, al revés. Sí decididamente no pensamos en tratar de jugar y solo pensamos en defender, es el camino más corto para dar el partido por perdido, de eso estoy seguro. Si a un rival como Argentina se le juega con un planteamiento defensivo, las posibilidades de éxito son muy bajas”.
Cuando le preguntaron por el astro argentino Lionel Messi, respondió natural y contundente que la respuesta está en la cantidad de rivales que ha enfrentado Messi y en los entrenadores que dirigen esos equipos. “No hay entrenador al que no se le pregunte lo mismo que usted me está preguntando”, dijo. Y se anotó una de las emblemáticas frases: “No hay método suficientemente efectivo como para detener a Messi, que es el mejor jugador del mundo”.
Terminó de definir rasgos básicos del fútbol con Messi y el fútbol sin Messi, una confirmación de que “si nadie ha encontrado la fórmula habrá que entender que no hay fórmula infalible”. Al mismo tiempo se permitió un romanticismo válido al decir que “el fútbol tiene como esperanza que los grandes jugadores se luzcan, así que, que no haya una fórmula eficaz para que un gran jugador no luzca, va a mantener más vivo el fútbol”.
“La gambeta tiene vida propia”.
Eso le permitió a Bielsa meterse en el mundo filosófico que más disfrutamos, más allá de las nimiedades del presente y olvidando lo venidero. De alguna manera, la amplitud de los conceptos y la orientación que brindó a la conversación más allá de el ida y vuelta que provocan las preguntas, le permitieron introducirse en la definición y en la función de la herramienta magistral de la gambeta. De la gambeta dijo que era imposible enseñar. Que quienes forman muchas veces proponen dos o tres formas de eliminar rivales imitando gambetas. Pero que en realidad después “el jugador utiliza ese recurso de juego en una acción que no lo admite y entonces el gesto queda ridículo. La gambeta tiene vida propia. Y del mismo modo que no se enseña, tampoco se anula. La forma de anularla es reprimiéndola y eso sí es un verdadero sinsentido”, dijo.
Sobre el final se permitió además dar una especie de pequeño simposio sobre este hecho y sobre la posibilidad que la gambeta abre una vez que aparece por total intuición. Es el paso de baile que no se enseña pero que es el paso fundamental. Ese paso de baile que hace que “el terreno a perforar después de una gambeta sea mucho más accesible. La gambeta abre líneas de pase, desprotege estructuras cerradas, facilita el desorden del equipo que defiende”. Y de alguna forma cerró su discurso, un bello discurso que recordaremos, diciendo: “Si usted está rodeado, la gambeta es una necesidad, una obligación. La gambeta debe ser bendecida y no reprimida”. Y además, tanto a quienes ofician profesionalmente el hecho de jugar al fútbol, como para quienes apasionadamente lo practican en las canchas de fútbol cinco día a día, dejó el siguiente consejo: “Provocate recepciones en las cuales el milagro de la gambeta sea mucho más posible”.