Juan Román Riquelme es un futbolista argentino que ya no juega profesionalmente, es un futbolero que ama el fútbol, el que se hizo en su barrio, con la camiseta, con los suyos y con otros que eran de otros lugares; el fútbol fue bello cada vez que él participaba. Riquelme también es, desde hace un buen tiempo, un dirigente del fútbol, un dirigente de los del molde de cuando el fútbol tomó cuerpo, masividad y popularidad en esta parte del mundo, cuando los muchachos se juntaban para jugar y armaban los clubes que ellos mismos debían dirigir y competir; ahora, desde el pasado domingo, Riquelme es el presidente de Boca Juniors, uno de los clubes más representativos del fútbol argentino, sudamericano y mundial, no sólo en cuanto a su historia deportiva, sino fundamentalmente a los niveles de comunión y adhesión de la gente con el club, con la camiseta.
Riquelme será el presidente de Boca hasta 2027, porque en una jornada de elecciones con muchísima participación de la gente logró la adhesión de 19.809 votos frente a los 10.438 de Andrés Ibarra, el titular de la lista que llevaba como operador a Mauricio Macri, que unos días atrás había recurrido a la Justicia para postergar la fecha pactada de las elecciones, con argumentos jurídicos muy débiles, pero que, sin embargo, fueron atendidos.
Tener poder es que la gente te quiera
“Suspendiste la elección, no nos dejaste votar, pero a la gente de Boca nadie la puede parar. El poder es que te quieran, todo no podés comprar, porque el club es de los socios lo votamos a Román. Vamo’ a cuidar La Bombonera, Mauricio Macri no sabés la que te espera”, cantaban con la música de Cosas mías de Los Abuelos de la Nada decenas de boquenses a toda voz antes de que se conociera el desenlace electoral del club xeneize que, además, contó con la presencia del presidente argentino, Javier Milei, que fue a votar y salió abucheado y rechazado, pero ya no sólo porque oportunamente fue a la elección, sino que confesó que había gritado goles de River Plate –contra Boca– en la final de la Libertadores que se jugó en Madrid.
Milei fue mal recibido al pisar y dejar La Bombonera, pero Macri, el artífice de la campaña para desplazar a Riquelme, ni siquiera estuvo en elección dado que había viajado el día anterior a Arabia al Mundial de Clubes de la FIFA.
Las 43.367 personas participantes en los comicios que se desarrollaron en la propia Bombonera significan la mayor cifra de votantes de la historia para un club argentino. Román, visiblemente emocionado, recibió la victoria diciendo: “Estoy muy agradecido con mi viejo, que me enseñó a jugar a la pelota. De chico soñaba con ponerme esta camiseta, entrar a este estadio y salir campeón algún día. Jamás imaginé que iba a estar un día como hoy así en este club y es gracias a ustedes. Ustedes son los verdaderos hinchas del club, yo soy hincha como ustedes, y tengo la suerte de que siempre me han tratado de una forma especial. Esto no lo voy a olvidar nunca. He nacido bostero gracias a mi papá y me voy a morir bostero como todos ustedes”.
Riquelme hace unos días -cuando realmente parecía que había un aparato operativo que iba desde el presidente argentino hasta el propio Macri, desde las decisiones de la Justicia hasta los esquemas de comunicación que soterrada o directamente no dejaban de castigarlo para generar una situación de caos- se había plantado con firmeza y había expresado que “o decidimos seguir siendo el club de los hinchas o dejamos que tres personajes nos saquen el corazón. Le venderán el club a esta gente del exterior que no conozco, pero más claro es echarle agua. Quieren sacarle el corazón a Boca, la vida. Quieren vender el estadio a cuatro extranjeros, quieren privatizar al club, usarlo para la política”.