En el partido en el que Liverpool podía cerrar la llave y conseguir su título más importante, Abel Hernández se convirtió en héroe con gol en la hora y llevó el cierre del Uruguayo a dos partidos más. El negriazul gozaba de una ventaja tras ganar la tabla acumulada, pero no tuvo su mejor versión y eso le pasó factura.
Todo el colorido festivo no se trasladó al campo en la primera parte. Se le podría adjudicar a los nervios de una definición de campeonato, aunque parece mucho a este nivel que eso suceda durante todo el primer tiempo.
Algunas lecturas claras. Peñarol salió con un equipo alto, ocupando espacios a la hora de defender y estar cerca para asociarse ofensivamente: una línea final de tres zagueros fijos, acompañados de dos carrileros que se sumaban fácilmente en la ofensiva. No son novedad las dificultades asociativas que este Peñarol arrastra desde la segunda mitad del año, lo que se agravó en el final del Clausura.
El negro de la cuchilla sintió este planteo y nunca se acomodó. La presión de esos dos puntas que puso Aguirre, más sus volantes, no dejaron fluir ese juego que tanto caracteriza a los de Belvedere. La ausencia de Meli con pelota y las dificultades del juvenil campeón de mundo Luciano Rodríguez a la hora de sacar alguna gambeta fueron la clave para entender ese magro rendimiento del equipo en el inicio.
Clara clara tan sólo hubo una y fue para el manya, en un mano a mano luego de una veloz carrera de Ángel González –Speedy, su apodo lo delata– y que ganó Britos para evitar la apertura del score. Peñarol insistió más por izquierda con la proyección de Lucas Hernández, uno de sus carrileros, en asociación con Seba Rodríguez, que se volcó por allí pero que le costó encontrar el balón para mover hilos.
El buen apunte para Bava fueron las buenas subidas potentes del lateral Pereira, que en marca y ataque se mostró entusiasta de contagiar a sus compañeros para lo que venía.
Otra cara parecida
El tiempo complementario fue una réplica de lo visto antes. Poca propuesta por cada lado, aunque con alguna llegada más clara.
Extraña la poca calidad de juego y asociativa de cada equipo. En una definición de campeonato, el público llegó para servirse al menos de vértigo y quizá en momentos de un partido abierto, de transiciones varias en ofensiva. Nada de eso sucedió.
Las claras fueron más para el negriazul, que tuvo a Thiago Vecino como protagonista. La primera, un cabezazo algo incómodo que logró ejecutar cruzado y De Amores tapó notable.
La siguiente, el lungo centro delantero aguantó bien su marca para controlar y sacar un remate fuerte y rastrero, pero algo desviado.
El manya propuso un doble nueve con Arezo y Abel Hernández, pero la idea no corrió en principio. Las pelotas no llegaban claras como para abastecer a los goleadores.
Rodrigo Rivero fue expulsado sobre el final de los 90 reglamentarios, tras una fuerte entrada sobre Hernán Menosse. Esto fue un variable incidente aunque no de la magnitud esperada a favor del aurinegro.
Sabe de esto
Si alguien comentaba que la cosa no iba a cambiar, nadie lo hubiese mirado raro, porque el trámite continuó chato y poco atractivo. El alargue evidenció la fatiga física, y las ideas eran aún más ausentes de lo visto hasta el momento.
Quizá la variante más acertada de Diego Aguirre fue el ingreso del otro juvenil campeón del mundo sub 20, Franco González. Le dio otra dinámica al aurinegro, que no lograba cambiar el ritmo. Esto trajo situaciones que Peñarol no conseguía desde hacía un buen tiempo, la más clara asistiendo a Abel Hernández, que definió suave a las manos de Britos.
El experimentado delantero aurinegro no tuvo otras después de esa clara. Como animal que sabe de sus momentos, quedó ajeno al protagonismo. Pero no había indiferencia, había instinto. Porque en el final, cuando todo llevaba a la definición por penales, otra vez la yunta del Cepillo y Abel llegó tras otra asistencia del volante, y con la exacta precisión el nueve recorrió el área y remató arriba para cerrar este primer capítulo que estira la definición e ilusiona al pueblo carbonero.
Cómo sigue
Ahora la definición pasa a una serie de dos partidos, uno en cada cancha. El primero será el próximo miércoles 13 de diciembre en Belvedere a las 17.00, y el sábado 16 el local será Peñarol en el Campeón del Siglo, a las 19.30.