En un partido raro –porque la instancia era rara para Peñarol, que se debatía entre jugar para tratar de ganar y pelear la Anual, y, a la vez, jugar pensando en tener el sábado el plantel lo más completo posible para definir el Uruguayo–, los carboneros empataron en el Viera con Wanderers, que ya tenía todo resuelto en cuanto a su clasificación a la Sudamericana y no tenía otra expectativa que cerrar bien el año.
Peñarol jugó mejor que muchos otros partidos, y se pareció bastante más al Peñarol de su imaginario colectivo construido con imágenes de años y años de desempeños en el campo de juego. Sin embargo, volvió a empatar, tal como le ha sucedido en siete partidos de un Clausura que cerró con números bastante pobres ya que a sus empates hay que sumarles dos derrotas y tan sólo seis victorias.
¿Qué hay de nuevo, viejo?
Todos los partidos son distintos, todos se encaran para conseguir el mejor resultado posible, y todos, o la gran mayoría, tienen distintos desarrollos de juego.
En el caso de Peñarol, las diferencias entre partido y partido están especialmente agrandadas porque en los 37 jugados (15 del Apertura, 7 del Intermedio y 15 del Clausura) fue dirigido por cuatro entrenadores distintos –Alfredo Arias, Juan Manuel Olivera, Darío Rodríguez y Diego Aguirre– y nunca, según las expectativas de sus seguidores, pudo generar una campaña acorde con el plantel y sus posibilidades.
Tal vez con Arias llegó a realizar un campeonato bueno, el Apertura, que ganó con luz, pero no son tantas las inolvidables o por lo menos reseñables buenas actuaciones del equipo, que de todas maneras tuvo sus puntos más altos dirigido por el excentrodelantero.
Después, hasta este partido en el Viera, no mostró buenos momentos con Olivera –que estuvo en tres partidos– ni con Darío, y tampoco los tuvo con Aguirre. Justamente en el partido de distintas opciones a tomar –a sabiendas de que el sábado tiene una final pero, asimismo, en la tarde del miércoles podía ganar un premio especial–, encarado con un equipo que se podía parecer al titular pero que no lo era –el Peñarol 2023 sin Matías Arezo y Sebastián Rodríguez no es el titular–, terminó jugando por lo menos un tiempo que podría ser catalogado como uno de los mejores del último tiempo.
Sin goles, pero con mejoras
No hubo goles porque Wanderers se plantó bien y fue eficaz en sus primeros auxilios. Sin embargo, con el mejor Cepillo Franco González que hemos visto con la casaca aurinegra, con el Bicho José Neris yendo y yendo, y con Sebastián Cristóforo e Ignacio Sosa pistoneando en el medio mientras por afuera venían Matías Aguirregaray y Valentín Rodríguez, Peñarol mostró en el primer tiempo una postura y una dinámica de ataque que no había tenido desde hace semanas.
Para la segunda parte Wanderers mostró mejor su intención de juego, de desplegarse con velocidad cada vez que recuperaba la pelota en su campo. No obstante, no lo pudo desarrollar bien debido tanto a falencias propias como a que Peñarol mostró, ya con Abel Hernández en el campo, una peligrosidad latente, en buena parte basada en la extrema peligrosidad del pandense, que una vez más –como cada vez que jugó este año– mostró que es determinante para su equipo y para la competencia en la que esté participando.
Peñarol con Arias, Olivera, Darío o Aguirre es otro con la Joya en la cancha. De cara a la definición del Uruguayo ante Liverpool, su presencia es una de las mejores noticias para los aurinegros.
Peñarol no lo pudo ganar ni pudo dar batalla por el beneficio de quedarse con la Anual y, con ella, ganarse el crédito –que sí ostenta Liverpool– de disponer finales extra en caso de perder el sábado. Dejó, sin embargo, un leve atisbo de que puede dar la pelea en la definición del Uruguayo –impresión que en los últimos partidos estaba lejos de causar– si logra combinar la muy buena capacidad de algunos de sus futbolistas (Hernández, Arezo, Seba Rodríguez y Franco González) con una exposición colectiva sólida que pueda sostener todas las fortalezas de su rival.