El arranque de Peñarol en el Apertura es perfecto. Jugó tres partidos y facturó nueve puntos. Estará trillada la frase “ganando se trabaja mejor”, pero vaya si será cierto. Al carbonero le falta engranaje, por momentos no le sobra nada en los partidos, pero sin embargo termina llevándose las victorias. Dirán los resultadistas que es lo único que importa. No lo es, pero sí es lo que da tranquilidad. El invicto de Peñarol este fin de semana fue gracias a Abel Hernández, que erró el penal pero en el rebote la mandó a guardar.
1. Mejores arqueros
No fue bueno el primer tiempo. En la libreta de apuntes saltan a la luz las disposiciones tácticas, Peñarol volviendo a la línea de cuatro final -por la lesión de Yonatthan Rak, entre otras cuestiones-, y Boston River mostrando tres defensas con dos carrileros, que tanto defendían -formando línea de 5- como se doblegaban al ataque.
Dentro de ese orden estratégico, lo que faltó fue fluidez. A Peñarol le costó pensar, encontrar las ideas, asociarse, creer más en Sebastián Rodríguez, no extrañar tanto a Carlos Sánchez, tenerle fe a Ignacio Laquintana en los desbordes. También en la libreta está el destaque de Santiago Homenchenko. El mercedario es el menos conocido de todos, pero el que más rinde, silencioso pero efectivo.
Hablando de efectividad, los tiros al arco fueron penales (todos bien cobrados, digamos todo) y no entró ninguno. Tremendo. Santiago Silva atajó dos porque sabe, es su metié, tiene olfato. La pena para sus intereses es que la masita que le tiró la Joya Hernández dio rebote y el delantero aurinegro la mandó adentro. A Thiago Cardozo también se lo conoce por sus virtudes en los cara a cara desde los once pasos. Hernán Novick se lo tiró como si fuera un movimiento de calentamiento.
2. Parte física
Para el segundo tiempo había cierta expectativa de cómo iba a rendir Boston River luego de viajar desde Venezuela, llegar a Montevideo y jugar horas después. En principio, no se notó, porque si algo tuvo el segundo tiempo fue dinámica vertical con mucho despliegue físico.
Fueron 20, 25 minutos de dominio de Peñarol, buscando el segundo gol que liquidara el pleito. Cristóforo manejó los hilos, también Seba Rodríguez, pero faltó un detalle: el último pase. Sin esto, Abel Hernández y Arezo campearon por todo el frente de ataque buscando (y generando) espacios, pero sin recibir la pelota.
Hay que destacar en Boston River a Jonathan Urretaviscaya. Al menos en este amanecer de la temporada, el Rayo está en uno de sus mejores momentos en mucho tiempo. En un equipo replegado, Urreta fue el conductor que sacó la pelota del fondo para intentar ataques que buscaran la igualdad. 32 años, una extensa carrera, muchas lesiones, pero en una de las etapas más desnivelantes. Sabe por zorro, Urreta.
3. Mire usted
No sólo que no sintió el desgaste Boston River, sino que en el final estuvo cerca del empate. No pudo. Ganó Peñarol y fue merecido por pelitos.