Desde hace tiempo, cuando se empezaban a perfilar los equipos que definirían el Litoral, el Litoral Norte, el Sur y el Este, ando tentado (y a su vez evitando) de establecer ciertos paralelismos con los fantásticos relatos establecidos por Osvaldo Soriano, uno de los más grandes escritores de habla hispana que encaró en sus textos el fútbol y el pueblo con exquisitez.
Más de una vez que me he sentado en los bancos de cemento de una cancha apenas iluminada, que me he acomodado en estadios reformulados o apoyado en piques de alambrados de cinco hilos en los que vibra el pueblo, sus vecinos, se me vienen a la cabeza parrafadas de Soriano que se me han quedado para siempre en el cajón de mis cosas más felices, y pienso qué crack el Gordo, pero me lo guardo cuando me parapeto frente a la máquina y soy yo quien debe articular torpes parrafadas contando la maravilla de lo que he vivido.
Pero hay veces que no puedo y aquí está Osvaldo Soriano.
Es cierto, ni Florida, ni Salto ni Guichón son Barda del Medio, pero desde aquel maravilloso relato de una definición de la Liga Confluencia de Río Negro (Argentina) y las exposiciones de nuestros equipos en nuestras canchas, o en pueblo ajeno. Todo arranca en aquello de “las canchas se llenaban para verlos perder de una buena vez. Eran lentos como burros y pesados como roperos, pero marcaban hombre a hombre y gritaban como marranos cuando no tenían la pelota. Los jugadores eran siempre los mismos, o los hermanos de los mismos. Un mes después, cuando habían ganado cuatro partidos seguidos y eran los punteros del torneo, en los doce pueblos del valle empezó a hablarse de ellos. Las victorias habían sido por un gol, pero alcanzaban para que el eterno campeón, quedara relegado[…]. Se hablaba en la escuela, en el ómnibus, en la plaza, pero no imaginaba todavía que al terminar […] tuvieran 22 puntos contra 21 de los nuestros”.
Cada partido, cada ejercicio de conectar estas realidades con aquellas ficciones hace que Florida, Salto, Lavalleja y Guichón sea un poco el Estrella Polar, que sus vecinos sean el pueblo conmocionado por la instancia a vivir, dispuestos a subir a los 20 camiones que irán a la cancha, y que cada uno de los 50 protagonistas sea un poco el Gato Díaz, toda la semana haciéndose la cabeza con lo que pasará.
“—El Gato está cada vez más raro —dijo el presidente del club cuando lo vio salir pensativo, caminando despacio. El martes no fue a entrenar y el miércoles tampoco. El jueves, cuando lo encontraron caminando por las vías del tren estaba hablando solo y lo seguía un perro con el rabo cortado. —¿Lo vas a atajar?— le preguntó, ansioso, el empleado de la bicicletería. —No sé. ¿Qué me cambia eso? —preguntó. —Que nos consagramos todos, Gato”.*
Después de los penales
El sábado en la noche, en el Juan Antonio Lavalleja de Minas, la selección local, vicecampeona del Este, le ganó 3-0 a Guichón, que por primera vez llega a esta instancia de definición de la Copa Nacional tras haber sido vicecampeón del Litoral.
Con gran ambiente, miles de minuanos y una decena de guichonenses que hicieron un largo viaje desde su pueblo hasta Minas –otros cientos se concentraron en el cine que volvió a abrir para ver el partido en pantalla gigante–, el partido se empezó a resolver en el primer tiempo e increíblemente con dos goles en contra: Álvaro Techera y Fernando Pacheco, a los 21’ y 31’, desviaron, en su intención de desviar envíos que iban a su buen golero Lautaro Pelayo, y la pelota terminó en las redes. En la segunda parte de la noche serrana el arachán Valentín Martins colocó el 3-0 para la tricoserrana, que irá el sábado a las 21.00 al estadio Municipal de Guichón -que estará más lleno que nunca porque esa noche Guichón jugará el partido más importante de su historia desde 1907 cuando se fundó el pueblo- a buscar su pasaje a la final.
La condición de finalista se define por puntos, si hay igualdad, por diferencia de goles y si también hay paridad en ese número por penales. En Guichón nadie se da por vencido aunque es natural que en Lavalleja sientan que han avanzado muchísimo como para soñar con la final. Guichón tienen que ganar por tres goles de diferencia para ir a penales, y por tres o más para clasificar directamente.
Entre campeones
El domingo de noche, Florida, junto a Lavalleja repitiendo semifinales como en 2022, visitó Salto. El campeón del Sur ante el campeón del Litoral Norte. Un partido entre campeones con los mismos colores, las mismas camisetas, pero históricamente antagónicos modelos de jugar al fútbol.
Era la primera vez que se enfrentaban y salió un partido intenso y de candidatos, donde Florida, que lleva cinco partidos sin perder de visitante en fase de definición, salió conforme con el punto obtenido por lo difícil de ser visitante en el Dickinson lleno, vibrante, y hasta descontrolado, pero seguramente ligeramente perturbado porque Florida pudo haber ganado. Esa perturbación coyuntural también puede transformarse en fortaleza pensando en la revancha del domingo en el Campeones Olímpicos, dado que en juego logró superar el alto nivel de dificultad propuesto por los salteños en su campo.
Empezó ganando Salto con un buen remate de afuera del área de Agustín Suárez a los 8’ cuando Salto no había llegado al arco contrario, pero 20 minutos después Diego Torres el goleador floridense puso el 1-1 de penal.
En la segunda parte hubo varias acciones de gol de los floridenses que increíblemente no se pudieron concretar, por lo que la serie llegará absolutamente abierta al Campeones Olímpicos.
- “El penal más largo del mundo”, de Osvaldo Soriano, publicado en Cuentos de los años felices.