El césped se frotaba las manos con antelación. El escenario esperado entre estos equipos no era para menos. Por un lado el puntero del torneo; por el otro un equipo que se armó para pelear la temporada.
Además, todavía estaba la huella de pocos días atrás, cuando entre ambos disputaron la clasificación en Copa Sudamericana, con goleada carbonera en el este del país.
Lo dicho, la propuesta pintaba entretenida y así arrancó. La intensidad se adueñó del recorrido de la pelota, que pasaba rápido de jugador a jugador. Claro, eso no se manifestó en plena precisión, y al llegar a zona de ataque la pelota se empezaba a confundir para no quedar en nada.
El local salió a proponer, sabía que ganando mantenía la punta del Torneo y eso se vio desde el comienzo. Los zagueros aurinegros pasaban con pelota controlada la mitad de cancha, con facilidades varias para armar la ofensiva. Esto dice también lo atrás que se encontraba River, que defendía con sus once en busca de líneas cortas, compactas y buscando cerrarle espacios a la embestida local.
La claridad vino por Cristóforo y Homenchenko, que la sacaban limpia para luego buscar a Sebastián Rodríguez que ofició como enganche, esa posición casi en desuso. Cuando él tomaba control la cosa era otra, pero sin generar llegadas claras. Las bandas han sido la herramienta utilizada por Alfredo Arias, sea su volante o el desdoble del lateral. Ignacio Laquintana tomó el protagonismo con su velocidad, al igual que alguna proyección por el lado de Valentín Rodríguez. Hasta allí se llegaba, pero no se concretaba.
El aurinegro no contó con su goleador Matías Arezo por cuidado físico y eso se notó.
Por momentos, River intentó replicar en parte está lógica de hacer pasar sus laterales. En algún pasaje sobre el final de la primera parte lo hizo Facundo Kidd con pelota controlada o pase a su trayectoria.
El disparó más claro del primer tiempo fue de Cristóforo, tras un despeje de la zaga, pero que atajó bien Correa.
El quiebre
Peñarol había tirado el equipo arriba, en un bloque compacto atacaban todos, cada uno tenía protagonismo ofensivo, incluida la zaga. Pero tener el balón y moverlo es un medio para alcanzar un fin, convertir, y eso estaba algo lejos.
Arrancó la segunda parte y en otra subida lateral que Milans centra al área, un mal despeje darsenero le deja la pelota en bandeja a Sebastián Rodríguez -el destacado del partido-, que disparó fuerte y contra el palo para abrir el marcador aurinegro.
Esto generó algunos cambios de posiciones de cada equipo, un River más lanzado pero nada prolijo. Gonzalo Castro mostró lo mejor para la visita, con algún pase pincelada o algún sprint que tanto lo han caracterizado al Chory en su carrera.
El partido se desdibujó, la imprecisión le ganó a la eficacia y todo fue más caótico. Peñarol con espacios y piernas nuevas no logró aprovechar la necesidad darsenera. Una en el palo de Laquintana fue lo más claro en el último tramo.
El apunte
Lo que se vio en los primeros minutos de Peñarol lo coronó con ese disparo. La propuesta fue intensa y las búsquedas estuvieron. Seba Rodríguez es la guía futbolística y estilística del equipo, que deberá apretar tuercas en ese último espacio del ataque. La falta de su goleador acentuó ese costado. A pesar de lo que suceda en otros cotejos, el aurinegro mantendrá en esta fecha la punta del Apertura.
River podría haber mostrado otra cara, o al menos en la segunda mitad del partido. Mostró un esquema por momentos demasiado defensivo y cauteloso, que lo llevó a casi no generar situaciones. Gustavo Díaz tiene un plantel para mover fichas que le den otro perfil, que este sábado no utilizó.