El historiador Gerardo Caetano y el cineasta Sebastián Bednarik, director del documental Mundialito, dieron una charla sobre la relación entre el fútbol y la dictadura, en el marco del ciclo organizado por Cinemateca “A 50 años del golpe de Estado. Nunca más dictadura”. El foco fue puesto principalmente en el Mundialito del 80, aunque también se reflexionó sobre otra dictadura, como la argentina y el Mundial 1978, y sobre cómo ha evolucionado la relación entre el fútbol y los derechos humanos hasta el presente.
La sala de Cinemateca tuvo un muy buen marco de público. La charla sirvió como previa para ver dos películas que tienen que ver con la temática; una fue Mundialito, de Bednarik, y la otra fue Democracia em preto e branco (Democracia en negro y blanco), documental de Pedro Asberg.
Caetano tomó la palabra y el primer concepto que compartió fue que “fútbol y política están estrechamente vinculados”, especialmente en las dictaduras. “La impunidad era un clásico; usar el fútbol era de manual”, dijo el historiador, poniendo como claro ejemplo lo que sucedió en Argentina 78. Al mencionar este mundial, Caetano recordó un hecho donde los militares hicieron muestra de su fuerza: en pleno torneo sacaron a los detenidos en la ESMA y los pasearon por las calles para ver la algarabía de la gente y “que se dieran cuenta de que el pueblo los había olvidado”.
Luego del ejemplo argentino, Caetano se sumergió en el Mundialito. Para el historiador “fue un intento” de réplica, aunque con matices o diferencias. Una de ellas fue que “la iniciativa no surgió de los militares, incluso la vieron con recelo. Luego se subieron al carro”.
Bednarik, como director del documental sobre el tema, comentó que lo que más le sorprendió de cuando la película estaba en proceso fue que “todo el mundo dijo que sí a las entrevistas: João Havelange, los futbolistas, los directivos involucrados”. Y fue precisamente este comentario el que le dio pie a Caetano para desarrollar la historia, es decir ese vínculo estrecho entre lo político y el fútbol.
El punto clave fue el plebiscito constitucional de noviembre de 1980 convocado por el gobierno cívico-militar de la época, que de alguna manera oficiaba como previa del Mundialito, que por exigencia de los del norte se iba a realizar entre finales de año y principios del 81. Para Caetano, el razonamiento del gobierno dictatorial fue “ganamos el plebiscito y luego vivimos un episodio que nos va a reconciliar con el mundo, con un régimen legitimado en las urnas, y con la selección jugando y ganando para reconciliar a la sociedad uruguaya. Pero no, todo les salió mal; ganó lo inesperado”.
la diaria conversó con Caetano acerca de esto, y el historiador sostuvo que “por el contrario, el Mundialito fue una ocasión en la que se ratificó eso que ya se había expresado en las urnas respecto al repudio que la dictadura comenzaba a tener en el seno de las grandes mayorías del pueblo uruguayo”. Además, el académico consideró que la importancia de poner en debate la relación entre el fútbol y la dictadura radica en que “quien dice que entre fútbol y política no hay vínculos, o no sabe nada o sabe demasiado. Los ejemplos en la historia son múltiples, podemos hablar de una utilización de los mundiales de los 30 por la Italia fascista o la utilización del Mundial del 78 por la Argentina dictatorial”. En tal sentido, también rememoró su experiencia como futbolista profesional entre 1973 y 1982, cuando “veía cómo jerarcas militares se acercaban al ámbito del fútbol y ese régimen de control arbitrario de la sociedad se aplicaba a los clubes. También vi el lado contrario: futbolistas, técnicos y dirigentes que tenían una visión antidictatorial. Yo viví el Defensor campeón de 1976, el que dio la vuelta olímpica hacia la izquierda”, recuerda.
En el cierre de la charla hubo una pregunta desde el público: 50 años después, ¿qué ha aprendido la cultura del fútbol sobre los derechos humanos? Para Caetano fue una “gran pregunta”, recordó ejemplos del pasado en donde estaba “muy mal visto que un futbolista asumiera postura en un tema de la sociedad” y cerró con más ejemplos, recordando a Más Unidos Que Nunca y Villa Española, donde se nota que “los futbolistas han cambiado. No del todo, pero sí: se ve que un futbolista, además de discutir premios y salarios, asume cada vez más involucrarse en los derechos humanos o hacer declaraciones el 20 de mayo” reclamando por Verdad y Justicia.