Es un sonido único. Remixado y con voces ajenas, pero yo sé que es el “Viruta y Anarquía”, entonces cuando a las 20.00 en Santiago del Estero suena “lara / lara / lara / laralaira, lara / lara / lara / laralaira”, yo paro de teclear, dejo que me gane el llanto y me paro entre esta gente tan pasteurizada de saco y championes, y grito un enorme “¡Uruguay nomá!”.

En el Madre de Ciudades terminó el partido. Uruguay ya está entre los cuatro mejores del Mundial sub 20 tras derrotar a Estados Unidos 2-0, y ahora, siempre mirando hacia adelante, irá por más el jueves en La Plata, en la semifinal ante Israel. Enormes los gurises.

Los hijos del Uruguay

Una hipótesis de metáfora que ensayo mientras no puedo controlar mis nervios desde mi pupitre, 50 o 60 metros arriba del verdadero mundo donde todo está pasando, la cancha, es: ¿será que la vida de nosotros y nosotras, los criados en Uruguay, es como un partido de la celeste, donde creemos, ponemos, nos multiplicamos, somos solidarios y nos redoblamos ante la adversidad, pero siempre estamos queriendo, siempre estamos viviendo, siempre estamos soñando?

No es ninguna novedad para miles de ustedes que saben cómo hinchar un mate, cómo hacer una torta frita o cómo cortar un chorizo estilo mariposa, pero me gustaría contarle al resto del mundo que es inenarrable acompañar un partido de Uruguay en un Mundial –o en lo que sea– con esa sensación única e intransferible de que no hay imposibles, de que todo podemos soñar, aunque no seamos los mejores, aunque no nos den las fuerzas.

Pero una corrida, un dedazo, un pechazo, un amague, un pase entre líneas, un cabezazo, y todos somos ellos, estos guachos que vaya a saber cómo tienen como un recuerdo arcaico el sello de jerarquía de la vida celeste. Están de celeste pero parecen los viejos cracks que vistieron de rojo en Santa Beatriz en 1935, donde surgió el concepto de la garra, desparramados por el piso, exhaustos, agotados pero plenos por la victoria.

Fue un partido inolvidable de estos jóvenes que lograron dominar y frenar el paso aplastante que traían los estadounidenses, quienes habían ganado sus cuatro partidos y no habían recibido ni un solo gol.

Al fútbol se juega así

Fue extremadamente dinámico el comienzo del partido, con Estados Unidos a un ritmo frenético e imponiendo superioridad en cada rincón de la cancha.

Los celestes, de ojos bien abiertos aunque superados en la mayoría de los sectores del campo, intentaban neutralizar primero, y después dar pie con la pelota en campo rival.

Con enorme tensión y preocupación Uruguay remontó el cuarto de hora incluso con un par de ofensivas un poco forzadas, pero finalmente poniendo peligro en el área de los estadounidenses.

La exposición táctica, estratégica, basándose en la solidaridad del colectivo que siempre parece dar un poquito más de lo que cada uno puede, fue galvanizando el juego celeste, que sin el menor atisbo de despreocupación y siempre alerta, se fue soltando, manejando el partido más que la pelota, los espacios más que la posesión, el esfuerzo más que la técnica.

¡Toc!

Iban 20 minutos cuando nos explotaron los corazones: Alan Maturro, de excepcional presencia no solo en el lateral sino en todo el campo, puso una pelota exquisita –como cuando era un gurí mucho más grandote que todos los demás y jugaba de 10– para el arranque pique de Juan Cruz de los Santos, que logró meter el desborde necesario, llegar hasta los confines del área, levantar la cabeza y poner un pase de gol para que el tacuaremboense Anderson Duarte la tocara como un 9 de futbolito y mandara la pelota a las redes, generando un gran festejo en el Madre de Ciudades, que pudo hibridar el grito y el compás a marcha camión de unas centenas de uruguayos con la voz de miles de changos y changas que se asociaban al festejo.

El gol uruguayo, el primer gol que recibieron los estadounidenses en todo el Mundial, cambió el signo del partido e incluso el posicionamiento de los futbolistas, dado que los celestes pasaron a ocupar más espacio en campo contrario, sin descuidar para nada su posición de neutralización de los rivales.

La confianza y la reafirmación del tipo de juego posible potenciaron a los nuestros, con impecable gestión de la línea final y enorme demostración de Fabricio Díaz de eje central, cortando el fainá como los cincos de antes.

Muzzarella

Con menos tiempo por delante, la complejidad del juego fue mayor porque los estadounidenses redoblaron sus ataques, así como los nuestros su esfuerzo por neutralizarlos.

Fue a los 10 del complemento que llegó el segundo gol uruguayo, esta vez en contra, pero nuevamente con una corrida por izquierda de Juan Cruz después de que, en una profunda corrida de Nacho Sosa por izquierda, el volante habilitara al delantero de Nuevo París y tras mandar el centro, el zaguero estadounidense quiso restar y empujó la pelota a su propio arco.

Se reforzaron las líneas del guion del partido con Uruguay atento, esforzado en cada una de las instancias, y concentrado sobre cada acción del rival que no dejaba de atacar. Las camisetas celestes iban tomando una tonalidad azul de tanto corre-corre, mete-mete, saca-saca, pero aun así la selección norteamericana se extremó y puso peligro sobre el arco de Randall Rodríguez, que se ocupó de su trabajo, al igual que sus once compañeros.

Un partido inolvidable de estos jóvenes uruguayos, que sintetizó sabiduría, idoneidad para el juego, esfuerzo inquebrantable, solidaridad y, aunque sea un concepto bastante irracional, uruguayez.

¡Uruguay nomá!

Detales

Estadio: Madre de Ciudades, Santiago del Estero.
Árbitros: Serdar Gozubuyuk, Erwin Zeinstra y Johan Balder (Países Bajos).

Uruguay (2): Randall Rodríguez, Mateo Ponte, Sebastián Boselli, Facundo González, Alan Matturro, Rodrigo Chagas, Fabricio Díaz (76’ Santiago Homenchenko), Ignacio Sosa (68’ Damián García), Franco González, Anderson Duarte (56’ Nicolás Siri) y Juan Cruz de los Santos (76’ Mathías de Ritis). Entrenador: Marcelo Broli. Suplentes: Facundo Machado, José Arbio, Mateo Antoni.

Estados Unidos (0): Gaga Slonina, Joshua Wynder (69’ Quinn Sullivan), Brandan Craig, Justin Che, Michael Halliday (54’ Daniel Edelman), Caleb Wiley (69’ Jonathan Góme), Jack Mcglynn, Obed Vargas (54’ Rokas Pukstas), Cade Cowell, Diego Luna, Owen Wolff (46’ Paredes). Entrenador: Mikey Varas. Suplentes: Antonio Carrera, Alexander Borto, Marcus Ferkranus, Niko Tsakiris, Darren Yapi.

Goles: 20' Anderson Duarte (U); 55' Joshua Wynder (EU), en contra.