Fénix le ganó a Nacional por la sexta fecha de la Serie B del Torneo Intermedio y respira respecto a la tabla del descenso.
Complicado y aturdido
Fue un inicio en cierta medida inesperado. Fénix no fue a resguardarse y que le quedara alguna, propuso, en cambio, una idea que lo ayudó a adelantar líneas y eso también incomodó al local.
Con una línea de cinco zagueros estuvo bien plantado desde el arranque y utilizó muy bien a sus carrileros para así liberar la zona central y que Ignacio Sosa -campeón del mundo sub 20- hiciera lo suyo.
El bolso no encontró su ritmo, su andar era cansino, como si todo pesara más. Tuvo que esperar varios minutos para crear una chance clara, que se fue por encima del horizontal tras remate de Montiel.
Sucedió un mecanismo de espejo a lo de Fénix cuando los albos sacaban la pelota del fondo. En el caso, Montiel que era doble cinco, se replegó a la zaga en varias para que Thiago Helguera -el más claro con pelota en Nacional- condujera o lanzará el balón creando espacios.
Fueron solo insinuaciones de los de Capurro en el arranque, y aún con poco llegó al arco rival generando murmullos que caían de las gradas del Parque Central, como desconcierto ante la pasividad defensiva.
La primera parte fue un escenario ideal para distracciones varias. La monotonía, los errores y las faltas fueron las cartas más vistas.
Aprovechó la volada
El partido siguió presentándose poco atractivo. Ninguno de los equipos mostró sistematicidad alguna. Ante un escenario de dificultades, dice la ley natural que saldrá beneficiado aquel que mejor se adapte.
Y fue Fénix quien mejor se amoldó a lo que sucedía en la cancha. Vio cómo el ambiente se ponía más espeso para el local, su gente no dejaba de rumorear disconformidad y eso hizo que la redonda pesara toneladas.
Tan sólo un tiro de Franco Fagúndez -que no ha vuelto a su nivel desde hace tiempo- que pegó en el palo, y fue la más clara para el bolso.
Los espacios que se generaron por el intento de empuje por parte del local fueron una solución para los de Capurro, que salían del fondo a otra velocidad. Varias transiciones de estas generaron chances para los dirigidos por Leonel Rocco, incluso con intervenciones directas del arquero Ichazo.
Y fue en una de estas cuando el ave picó. En una pelota puesta en profundidad para Agustín Ocampo, la jugada quedó sucia y Richard Núñez empujó seguro para celebrar un gol y triunfo que lo desahoga un poco pensando en la zona de descenso.
La distinción
Nacho Sosa se jugó todo. Marcó, trasladó, gambeteó y asistió a sus compañeros. Un volante dinámico y completo que el equipo de Capurro disfruta y deberá hacerlo, porque seguro son varios los ojos que están encima del pibe campeón del mundo con la selección sub 20.