Las sonrisas genuinas marcan felicidad. Gerardo Jauri volvió a un lugar que ya conoce, pero que lo ilusiona como a aquel niño que picaba la pelota en el viejo Sporting. Los nervios latentes generan ese cosquilleo inusual de enfrentarse a situaciones que ofrecen desafíos importantes: “eso es buen síntoma”, afirmó con alegría. Tras un año de descanso y observación sigilosa, fue elegido para ser –nuevamente– el entrenador de Uruguay, cargo que ocupó entre 2008 y 2012.
El ingeniero civil de 61 años llegó con un volcán de ideas para “empujar” el básquetbol uruguayo y habrá que bajarlas a tierra para evaluar cuáles pueden prosperar. Si bien sabe que no depende exclusivamente de él, intentará aportar el granito de arena desde su lugar y la experiencia que le otorga el camino recorrido. Sorprendido positivamente por las mejoras organizativas de la Federación Uruguaya de Basket Ball (FUBB), observa el futuro con optimismo, elevando la mirada al horizonte sin la desesperación de la inmediatez, uno de los tantos aprendizajes que le dejó su paso anterior como entrenador celeste.
¿Cómo pasaste este tiempo sin dirigir?
Decidí tomarme un año sabático, convencido. Además terminé bien en Olimpia, querían que siguiera. Me fui conforme y tranquilo de espíritu porque las cosas salieron bien. A veces terminás porque está todo mal, no fue el caso. Sentía la necesidad de disponer de tiempos en otras áreas. Después de un año sin dirigir me llegó la propuesta de la FUBB y ahora estamos en los primeros pasos.
¿Cómo viviste el básquetbol desde el lado de espectador?
Fue un mix de sensaciones. Cuando estás trabajando es bastante demandante, muy intenso. Si bien extrañé determinadas cosas, mi objetivo era estar más tranquilo. No lo abandoné del todo, seguí mirando pero no fui a las canchas. Mirás todo desde otro punto de vista, sin la exigencia del día a día, sin urgencia en el análisis. Lo vi desde un lado global sin objetivos a diario.
¿Y qué viste?
Creo que la Liga Uruguaya en su contenido táctico y en calidad de jugadores es buena. Se han incorporado uruguayos importantes que estaban afuera que se suman a extranjeros de valía. En el debe está la cantidad de partidos que se juega, hay que hincarle el diente a la programación. Nos están faltando elementos a desarrollar que van en objetivos a largo plazo como hacer una competencia realmente nacional, eso va a llevar a ampliar la base y a fomentar jugadores.
¿Qué te sedujo del llamado para volver a dirigir a Uruguay?
Un sentimiento de devolución. Orgullo, desafío, compromiso y responsabilidad. Que haya gente que entienda que tengo algo para aportar es bueno, no es un momento cualquiera, hay que transitar ciertos caminos pero no había que decir que no. No dudé en escuchar, saber por dónde venía la cosa y plantear ciertos puntos de la relación.
¿Cuánto ayudó el rol de Álvaro Tito como director deportivo?
La FUBB, organizativamente, ha cambiado muchas cosas para bien. Me estoy metiendo y veo que hay trabajo realizado muy bueno. Que haya un entrenador como director deportivo para abarcar distintas áreas está bueno. Álvaro fue jugador, entrenador con trayectoria y se especializó en áreas de desarrollo. Sabemos que la competencia es muy importante, pero estamos alineados en que yo no sea un mero entrenador de ventanas. Empujar el básquetbol no pasa exclusivamente por la competencia. En el día a día con Tito puede haber pasos imprescindibles de crecimiento para una cantidad de áreas que se tienen que tocar si logramos relacionarnos con la formación y la llegada al interior, por ejemplo. Hay cosas para profundizar y otras para hacer.
¿Qué cambió desde tu paso anterior?
Han cambiado hasta las reglas. Incluso la forma de disputa, antes había campeonatos de nueve partidos en dos semanas. Ahora son ventanas cada determinado mes. El básquetbol es muy dinámico. Me estoy dando cuenta de que ahora estoy teniendo una visión a mediano y largo plazo, no tan inmediata. Y aprendizajes, sin dudas, valoro más detalles y áreas. La especialización de los colegas, por ejemplo. Integramos entrenadores al equipo para entrenar técnica individual a requerimiento de lo que la selección entienda necesario; y un área de tecnología y scouting, con investigación y seguimiento. Muchas ya existían, ahora estamos reforzando o dándole otro enfoque. Tener entrenadores jóvenes como Gonzalo Brea y Nicolás Scarabino de compañeros me seduce mucho para conocer su visión. Apuntamos al detalle. Algunos conceptos generales los mantuve, el centro son los jugadores, los entrenadores somos elementos de aporte de herramientas en la medida que ellos ofrezcan de manera individual y colectiva lo mejor para la selección.
A la cancha
¿En qué lugar está Uruguay?
Hay varios lugares para ubicarlo, de acuerdo a distintas temáticas. Me gustaría hablar de hacia dónde intentamos ir. Lo primero que hice fue hablar con Rubén Magnano en una charla franca y abierta, me atendió súper bien. Me dijo que tenía que definir hacia dónde vamos y a qué iba a jugar Uruguay. No hay una única verdad, pero hay determinados índices como ritmo e intensidad, rotación, prototipo y biotipo de jugadores. Cómo hacemos para llegar jugando más, en transiciones, cómo mejoramos el tiro de tres puntos. Humildemente creo que eso nos va a posicionar mejor. Nuestra base de elección es limitada, pero tenemos que tratar de que no se nos escape ninguno. Es hacia ahí. Si ganamos o perdemos pasa a ser secundario. Hace 40 años que no vamos a un mundial.
¿Qué pretendés del estilo de juego?
En ritmo e intensidad es en lo primero que chocamos cuando salimos, nos damos de bomba. Quizás no es porque no se trabaje acá, la competencia interna es buena tácticamente, pero muchas veces limita determinadas cosas. Uruguay por características tiene que presentar una selección aguerrida, agresiva defensivamente. Sin jugar a lo loco, aumentar porcentajes de llegar jugando, o early ofense como le llaman ahora. A nuestro tipo de jugadores les conviene encontrar la ventaja rápido porque ante defensa plantada cuesta mucho más. Son algunos caminos. Seguramente sea un proceso para cruzar las ideas con los recursos humanos. Tenemos que tender a formar jugadores versátiles.
¿Cómo ves el recambio generacional que marca la edad de ciertos jugadores referentes?
Lo veo con optimismo. Hay una franja grande de entre 20 y 26 que estuvo cerca de la selección con referentes que ya son más hechos. Hay un campo fértil para llegarles con el mensaje. Quiero que estén en una zona de confort para que se sientan cómodos y útiles, pero trabajando de buena forma.
De los 24 jugadores utilizados por Magnano en la última clasificatoria, sólo cinco o seis seguirán en el exterior. ¿Qué ventajas tiene mantener al núcleo mayor de la selección cerca?
En cuanto a la preparación, que la mayoría esté acá es bueno. Arrancamos a trabajar en pequeños grupos con jugadores jóvenes con poca o nula participación en selecciones para irlos metiendo en estos conceptos. Vamos a ir mechando otros. Vamos a poner más días de entrenamiento que en una ventana común. Algunos de los que juegan en el exterior van a participar de un básquet más competitivo, en ese caso sería una contra que la mayoría juegue Liga Uruguaya. Hay que evaluar cada caso. Por ejemplo, la Liga Argentina no es la misma que hace cinco años. Son esas dos sensaciones, intentaremos aprovechar lo positivo.
¿Es posible hacer algo parecido a la sub 20 en fútbol, donde los jugadores entrenaban durante determinado tiempo con la selección a pesar de estar en competencia con sus clubes?
Nuestra idea es hacerlo de alguna manera, a nivel de formativas se hace. En la mayor después chocás con la competencia, pero al menos implementarlos en algunas áreas. Ahí nos permite evaluar más y mejor desde el punto de vista físico y también técnico-táctico para apuntarle a cada jugador donde tiene que mejorar. Hacérselo llegar al club y al colega que tiene al jugador a diario, ponernos de acuerdo en cada desarrollo individual. El trabajo extra de técnica individual nunca está de más. Hay un área desprotegida entre U21 y U23. Si bien un jugador a los 19 años debería estar pronto, no estamos en condiciones de que se escape ninguno. Los entrenadores podemos ser parte responsable, pero eso también es compartido por el formato de una competencia interna en donde en poco más de 20 partidos te podés ir a la parte baja. Quedás atado a largar a los gurises. Hay una cantidad de cosas para darles a un montón de jóvenes que casi no tienen competencia. Hay que buscar con una Liga de Desarrollo o armar grupos para salir a jugar amistosos con otras selecciones cercanas. Son muchas ideas que están en nuestro espíritu, cuando se bajen a tierra veremos si se pueden llevar a cabo.
Hay diferencias grandes con los gurises que se forman en el exterior...
Con mucho respeto a los clubes que los forman y al tema reglamentario, la participación de jugadores en universidades muestra una realidad. La gran mayoría de los países mandan oleadas de jugadores a formarse en Estados Unidos. Hablando con Santiago Véscovi me decía que un día de él no baja de cinco horas de básquetbol entre cancha, pesas, nutrición, video y demás. Un joven de la edad de Santiago acá puede tener una hora y media, por más que se hagan las cosas muy bien. Hay que poner todo arriba de la mesa para buscar un programa de becas donde no salga nadie perjudicado. No es un área exclusiva mía, pero hay que buscar. Empujar el básquetbol no es sólo responsabilidad del entrenador nacional que va a llegar con unas gotitas mágicas. Hay jugadores que dieron el paso al profesionalismo e invierten en su trabajo, eso está muy bueno porque conviven con nutricionista o preparadores físicos particulares. Por ahí es el camino para acortar brechas.
¿Hablaste con jugadores referentes?
Al primero que llamé fue a Bruno Fitipaldo. Estamos en el proceso de interiorizarnos de la situación personal y deportiva de varios de ellos. De acuerdo a las charlas y al perfil que le queremos dar al equipo vamos a conformar la primera lista para esta competencia especial. Va a ser una preselección que tome el campeonato como una instancia de generar responsabilidades en jugadores más jóvenes. A sumarles minutos y la toma de decisiones en el buen sentido. A la larga la responsabilidad es del entrenador. Nosotros tenemos que generarles condiciones para que ellos puedan asumir.
¿En qué lugar te gustaría que esté la selección en cuatro años?
Los lugares son bravísimos. A veces subestimamos porque nuestra historia es muy rica. No quiero que suene a excusa. Tenemos que poner los pies en la tierra. Lo importante es el cómo. El llegar o no es relativo.
¿Considerás que puede ser tu última gran oportunidad?
Voy a cumplir 62 años. Me siento con muchísimas ganas. Me vienen nervios por determinadas cosas, eso es buen síntoma. Es una oportunidad muy linda, en caso de rechazarla ahora, no sé si se daba más adelante. Es un momento justo desde lo personal para trabajar en pos de lograr algo. El tiempo dirá, esperemos poder desarrollarlo y plasmarlo en los hechos.
Sello propio
Me gusta potenciar jugadores, dejar algo para su desarrollo y su carrera. También mostrar algo para afuera, que la gente vaya a la cancha identificada porque se siente bien y le gusta ver jugar a la selección. Después perdés y ganás como cualquiera. Hay un tema de generar grupo y equipo, estar todos enfocados hacia el mismo lado, ser exigentes en el buen sentido. A las jóvenes le da una idea del camino a tomar. También hablo que las individualidades potencian al equipo y viceversa. Ahí hay un juego que cuando se da está bueno. Trataremos de generar ese clima. Ámbitos de trabajo sinceros, cristalinos. Es distinto a un club.
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