Si es que hay ciertos casos de equipos descollantes e imbatibles, Liverpool atraviesa su propio camino. Ha achicado la brecha entre participar y competir, ha acortado la mecha del fuego de los equipos grandes, se ha destacado en formativas y conformó un plantel cuya gran mayoría de futbolistas son criados en el club de la Cuchilla. Para conformar una emancipación que data de años atrás, quizás después de volver a Primera, el equipo presidido por José Luis Palma contó con Jorge Bava. El exarquero, arquero siempre, terminó su carrera en el club y tomó las riendas del comando técnico. Algo similar había pasado años atrás con Paulo Pezzolano, hoy convertido en uno de los mejores en la materia. Liverpool ha encontrado patrones de crecimiento. Bava asumió la dirección técnica y rodeó a jugadores de experiencia, como Sebastián Britos, de jugadores finos como Matías Meli, ex Boca Juniors, y el paraguayo Miguel Samudio. Con Miguel, además, se hicieron amigos íntimos. Pasan horas hablando de fútbol, viven los partidos con los días. Cuando le pregunto si lo que Bava necesitaba para Britos era un socio, él me responde que necesitaba un líder.
Miguel Samudio habla de un liderazgo sin libros. El jugador nació en Capiatá, jugó en Sol de América, en Libertad, en Cruzeiro y en América de México, en Querétaro, en Olimpia y en su selección, antes de volver a sus orígenes para desembarcar en Liverpool. Miguel Samudio habla de una mentalidad criada con hambre, de las necesidades del barrio y la noción de crecer sin llorar. La vida lo volvió exigente, sabio, ganador. Se proyecta como entrenador y ve con buenos ojos instalarse para darle continuidad al proyecto que inició Liverpool, el nuevo viejo Liverpool, siempre negro de la Cuchilla: el cuadro de Belvedere que se planta en todas las canchas.
¿Qué aspectos has conocido del fútbol uruguayo en estos meses?
En general, el fútbol hoy en día ha evolucionado mucho. Siempre me pregunto por qué los llamados equipos de menor recurso económico siempre se preparan mejor para jugar con un equipo grande y cuando les toca jugar con un equipo de su mismo nivel, eso baja. El jugador uruguayo puede dar mucho más, pero a la vez se conforma muy fácil. Hablo mucho con mis compañeros, con los más jóvenes, y desde la forma de expresarse yo ya sé que tienen que prepararse mentalmente. Es el famoso “pude haber hecho y no hice”. O que antes de intentarlo ya sé que me va a salir mal, pero ¿cómo no vas a intentarlo? Si no intentás no vas a saber si eso puede pasar o no. Hay que intentar y, por más que no te salga, seguir intentando. Lo importante no es cuántas veces te equivocaste, lo más importante es cuánto mejoraste intentándolo.
¿De dónde viene esa mentalidad de volver a intentarlo?
El fútbol actual es muy parejo y se empareja con esto. Podés emparejar con recursos, o con cancha linda o agua caliente o estando al día. Pero si no emparejás con esto no emparejás con nada. No puede ser que tú quieras más que yo. Es psicología pura. Me di cuenta a los 15 años, cuando empecé a jugar en Primera en la liga donde yo vivía. Ya tenía esa mentalidad, vengo de la escuela vieja. Tengo esa mentalidad porque pasé mucha hambre, porque trabajé de chico desde los cinco o seis años, desde esa edad ya sabía lo que era la necesidad. Eso me fortaleció, me hizo madurar. Antes no había los iPhone 14 que hay ahora, y no estoy en contra de eso, pero hay otras prioridades en la vida. Siempre les digo a los más chicos: ahorren, compren un terreno, inviertan en algo que puedan manejar sin estudios o con los estudios que tengan. Hay que invertir el dinero en algo, porque el fútbol se va.
¿Qué implica el contexto de Uruguay campeón del mundo sub 20?
Si vos sabés qué es lo que buscás del fútbol, podés conseguir tus objetivos rápido. Si pensás que a través del fútbol salvás la situación familiar, puede ser que sí, pero también acordate de que el fútbol no tiene jubilación. Se termina y no sabés lo que te puede pasar, pueden pasar 37 años en vano. Salir campeón del mundo es pasajero. Si ellos no se dan cuenta de lo que consiguieron a los 20, que fue salir campeón del mundo, que sos titular en tu equipo y que no ha pasado ni un mes, y no hacés mejor las cosas, nadie se va a acordar de vos. Porque aparte de que ahora son ejemplo para los gurises de su edad, la vara está muy alta, la mochila es pesada. Ahora hay que asumir esa mochila y hay que demostrarlo en el día a día en tu club. El fútbol es paso por paso; muchos quisieran estar en su lugar y hay muchos tapados a la espalda de ellos. Pero el fútbol son momentos.
¿De qué forma han asimilado eso tus propios compañeros campeones?
Cuando te toca, te toca. Unos llegan más rápido, otros llegan más tarde. Como Luciano [Rodríguez], que en un abrir y cerrar de ojos está levantando una copa del mundo y venía de jugar en un equipo supuestamente inferior, de los que hablábamos antes. Eso es lo que hay que valorar: lo que pasó, lo que iba pasando y lo que conquistó. No tiene que olvidarse nunca de dónde salió, y a través de eso fortalecerse para pegar un salto. A Luciano le falta muchísimo; yo no me creo el cuento de que salió campeón del mundo. Le falta muchísimo, pero está en la edad de ser humilde, de captar todas las informaciones que lo hagan crecer.
En la cancha
¿Cómo es el futbolista uruguayo en su contexto?
Siempre tuve compañeros uruguayos en los equipos donde he jugado. Conozco las costumbres, la cultura, la gente. Somos muy parecidos, con la diferencia de que el paraguayo siempre va a intentar. Y eso pasa con futbolistas, pero también con otro tipo de personas. Quieren intentar pero tienen miedo a intentar. Yo lo veo, lo siento, lo noto, lo escucho: “Quise pero tuve miedo”. Ahí es donde me compete a mí, como persona más grande, decirle: “Intentá”. Está bien que tengas miedo, porque el miedo te invita y te desafía. Es una palabra muy fuerte el miedo, pero si no intentás, vas a quedar en la duda de qué es el miedo. Porque no lo conocés al miedo, al miedo lo conocés de frases nomás. El miedo es el éxito, porque si yo no rompo la palabra miedo nunca llego al éxito.
¿Y qué es el éxito?
El éxito es de dónde vine y por las dificultades grandes por las que he pasado y me he podido levantar, la trayectoria, los títulos. El éxito son las causalidades que uno va provocando. Causalidades, por ejemplo, de tomar la decisión una vez que Jorge [Bava] me llamó y en los primeros 15 días levantamos una copa. Estaba a punto de colgar los botines, porque yo no soy un jugador, con todo respeto, para jugar en Segunda División. ¿Por qué iría a un cuadro de Segunda División a ocupar un puesto que capaz que un gurí necesita? Prefiero ir a descansar en mi casa. A esta altura ya hice todo en el fútbol, di todo, me puedo quedar tranquilo, no me quedó nada pendiente. Di lo mejor de mí para el fútbol y el fútbol me dio mucho, y no hablo de lo económico: conocí países, conocí equipos, conocí grandes jugadores y, por sobre todas las cosas, grandes personas. He jugado en mi selección y en los mejores equipos, he jugado un mundial de clubes, he salido campeón varias veces. He jugado con los tres mejores del mundo, he compartido con grandes entrenadores. No puedo pedir más. Pero una persona con quien compartí se acordó de mí y me invitó a jugar en un proyecto que va creciendo; para mí eso es todo. Lo que me apetece es venir a dejar un legado, ayudar a los jóvenes, pero a la vez juego todos los partidos y no le doy chance a nadie ni le voy a dar, porque soy un tipo ganador, un tipo que vive día a día ganando.
¿Qué te pasa con la frustración de un compañero o con tus propias frustraciones?
Yo nunca me frustré en la vida. La palabra frustración es tener miedo a intentar, pensar que te equivocás y ya fuiste. No hay tiempo para lamentos; lamento es cuando tus padres se mueren, tus hermanos. Ahí es momento de lamentarse, de pensar si fuiste ingrato o si estuviste ahí. En el fútbol no, el fútbol es oportunidades. El fútbol no es revancha, es oportunidades. A través de la exigencia se logra el máximo esfuerzo, a mí no me da igual que tú no des el 100, te voy a volver loco porque sé tu capacidad. Con el Viejo [Sebastián Britos] nos puteamos a veces. Le digo: “Salí jugando, que tenés condiciones para jugar”. Con Nacional se las ponía al pecho. Si yo viera que es limitado no lo exigiría, pero como sé que puede le exijo. Puedo ser odioso, pero quiero sacar la mejor versión de vos. Se van a acordar de mí y sé que se van a acordar de las cosas que les decía para que sean mejores.
¿Y vos de quién te acordás?
De nadie. Y por eso les hablo ahora, porque yo no tuve a nadie. Yo seguía los ejemplos con la vista, no tenía nadie que me hablara. Era otro tiempo, incluso te trataban mal porque eras el más chico, venías a quedarte con un lugar. Pero cuando es para vos y sos derecho y sabés lo que querés en esta vida, esas cosas son historia porque no te suman, te estimulan a seguir. Al fin y al cabo, se trata de creer en vos mismo; si no, estamos perdiendo el tiempo. Si no creen en su juego, pidan cambio.
Me encanta hablar de fútbol. Saca lo que tengo adentro porque soy una persona reservada, seria, por eso me llevo bien con el Viejo, porque es serio y tenemos química, hablamos de fútbol. De fútbol en general, del juego y de todo, pero con él es más íntimo, hablamos de Liverpool, vamos hablando del partido que tenemos que jugar. Vemos, sentimos y creemos lo que va a pasar, y lo llevamos a cabo en la práctica y con los muchachos.
¿Creés que él necesitaba un socio?
Él necesitaba un líder. No estudié el liderazgo, es con hechos, lo que digo lo demuestro en la cancha. Jorge sabía eso y lo necesitaba para su proyecto. Que no te sorprenda que en estos días renueve contrato. Tengo un contrato que me mandaron de Paraguay, que tenía que responder después del partido de Corinthians, y lo dejé ahí. Mi idea es quedarme; sin dudas hay cosas que tienen que cambiar, pero por algo pasan las cosas, hay una idea de profesionalizar y hay que aportar a eso. Mi idea es quedarme hasta que me retire y poder darle continuidad al proyecto. Primero somos personas y después futbolistas. Cuando se trata del club te valoran primero como futbolista y después como persona, en general. Pero cuando se trata de los compañeros, es al revés. Para los más chicos debo ser como un padre y para los más grandes, como un hermano. Hay partidos que tengo días para digerirlos porque no me gusta perder. Pero cuando entiendo que perder es parte de un juego, que se da por situaciones que no pudimos aprovechar o porque el rival fue superior, se digiere más rápido. Es un deporte en el que se puede ganar, empatar o perder. Algunos jugadores este año hicieron su primer viaje en avión, su primer minuto en la Copa Libertadores. Pensaban que era la misma logística del campeonato local. Eso se consigue con estar, estar, estar, cada año, y ahí es donde la mente trabaja, trabaja pensando en viajar a jugar a la cancha de River, a la cancha de Boca. Es el torneo más importante de América del Sur. Ahora no pudimos, competiremos para estar el año que viene. Dale cinco años a este club. Liverpool tiene ambiciones de trascender.