Las victorias componen, recomponen. Peñarol, después de una seguidilla en la que durante siete partidos no pudo ganar, venció 2-0 a Torque con dos anotaciones de Abel Hernández y, aunque en el Intermedio está lejos de una posible final, en la Anual mantiene la diferencia con sus perseguidores. Además de ello, que no es poco, dio una imagen de recuperación y reafirmación de que el estilo propuesto por Darío Rodríguez va asentando una forma de pararse en el campo y tal vez en el campeonato.
Buena cara
El proactivo cuarto de hora inicial de Peñarol, junto a la posición extremadamente defensiva de Torque -que llamó la atención porque el celeste desde hace años propone otro tipo de juego-, hizo que los habitantes del cemento del Centenario esperaran con prontitud el gol del equipo de Darío Rodríguez.
Peñarol mostró su mejor cara en ataques permanentes en juego asociado, en el que se destacaba la presencia de Hernández pivoteando y enganchando para la llegada de sus compañeros.
La Joya Hernández es un jugador de alta calidad, con prestaciones del fútbol de élite y que no parece ser valorado hasta ahora como una contratación determinante para los aurinegros.
Darío plantó un esquema con tres delanteros: Kevin Méndez por la derecha la Joya en el centro y Brian Mansilla por la izquierda.
Presionaban en bloque con buen soporte de los del medio y la línea de cuatro, y además Torque hacía esa extraña mezcla de dejar la puerta con cinco cerraduras pero dejando la ventana abierta para que entre el aire y la luz.
Muchos nos equivocamos al pensar que ese hacer equilibrio por los aires entre Guruceaga y el zaguero que estuviera a dos metros para salir jugando desde la goal line iba a fracasar y terminaría en gol carbonero.
También es justo decir que no tenían, en esa coyuntura ultradefensiva, otra alternativa para encontrar espacios para atacar que ese alto riesgo, y también reafirmar que ese plan tan arriesgado en el primer tiempo pudo haber dado resultado porque, a altas velocidades, el equipo celeste logró tres o cuatro ataques de peligro que en medio del dominio carbonero pudieron haber desempatado el juego.
El ímpetu y la buena labor aurinegra fueron decayendo conforme terminaba la primera parte y fue desapareciendo esa latencia de gol del equipo de Darío Rodríguez.
El orfebre y la joya
Algo del guion del partido pareció modificarse en los primeros minutos del segundo tiempo, cuando Torque tomó el protagonismo ofensivo y estuvo cerca del gol. Tan cerca, que un posible penal fue revisado durante varios minutos.
En medio de ese dominio celeste, se coló una jugada de las que están siempre prontas cuando la pelota pasa por los pies de Sebastián Rodríguez: de tres dedos puso un pase para la proyección de Lucas Hernández, que con su buena pegada metió un centro para que, utilizando todos sus atributos técnicos y físicos, Hernández, con un estupendo cabezazo, hiciera que la pelota se estrellara contra la red.
El gol tonificó y reforzó las cosas buenas que estaba haciendo Peñarol y, concomitantemente, afectó la prestación de Torque.
Peñarol estuvo cerca de rematar anticipadamente el partido en un par de ocasiones, pero Guruceaga y el travesaño lo impidieron, hasta que a los 33 minutos, otra vez tras una jugada se inició en los pies de Sebastián Rodríguez, llegó el segundo de Peñarol y de la Joya, que en una misma acción controló y puso la bola contra el palo. Otra definición de jerarquía.
Yo sé que no vale nada, pero si ustedes investigaran mi archivo confirmarían que mi apreciación inicial acerca de la capacidad e importancia de Hernández data de muchísimo antes que sus goles. Pero mejor que su desarrollo en el partido haya confirmado aquel juicio, que no se basa en big data sino en la percepción entrenada en miles de partidos de la capacidad de un futbolista.
De todas maneras, esta vez la victoria de Peñarol, la primera de Darío Rodríguez, pudo haber estado conectada a la presencia de Hernández o a la relevancia en el juego de Sebastián Rodríguez, pero, mucho más, a que esta vez fue un colectivo con respuesta y presencia. algo que tal vez sea un importante índice de recuperación después de siete partidos sin ganar.