A los 30 años Sofía Olivera cobró por primera vez un sueldo como pago a la tarea a la que se dedica de forma profesional desde hace más de una década. Para llegar a ese momento, atajó en Rampla Juniors, Cerro y Peñarol, y fue titular en la selección uruguaya. En su historial se acumulan múltiples trofeos a nivel local y una vasta participación internacional, en clubes y selecciones, tanto en Libertadores como Copa América. Nada de eso, ni los títulos, ni las vallas invictas, ni los premios de la FIFA, ni las copas, le había permitido dedicarse en exclusividad al fútbol hasta que le llegó una oferta de Argentina. Antes, combinaba los guantes de arquera con su trabajo como cadete en una gigante empresa del rubro de la distribución. Otro gigante la esperaba, el de Arroyito, las tribunas auriazules de Rosario Central, y cosas más personales, como una casa y un sueldo a cambio de atajar.
Se fue en 2021 al canalla y sus buenas actuaciones le permitieron fichar, en 2022, para UAI Urquiza, el pequeño club del conurbano bonaerense que hizo del fútbol femenino su fortaleza hasta convertirse en uno de los equipos más poderosos de Argentina. Con los colores bordó y celeste del furgón, apodo ganado por la historia de Urquiza, ligada al ferrocarril, Olivera consiguió, en su primer año, la Copa Federal ganándole a Boca la final, y el subcampeonato del Torneo Argentino, cuando perdió la final contra las xeneizes, disputada en La Bombonera ante 25.000 personas.
El Torneo Inicial 2023 fue, como siempre, con una campaña extraordinaria de UAI Urquiza. 15 victorias, tres empates, y una sola derrota, 42 goles a favor y ocho en contra. Contó con la goleadora del campeonato, Romina Núñez, y la guía futbolística de Daiana Falfán, de 22 años, y parte de la selección argentina que disputó el Mundial 2023. Faltando una fecha, a UAI se le escurría el título porque Boca caminaba invicto; en la penúltima fecha se enfrentaron entre sí y una victoria corajuda, por 1-0, de las furgoneras, decretó que se tuviera que jugar una final para conocer al campeón. La enésima final entre las archirrivales de la década. El desempate se jugó en el estadio Libertadores de América, de Independiente, ante 15.000 hinchas. Ganó Boca 1-0, en un partido duro y trabado en el que Sofía Olivera fue titular.
Vos jugás en una institución que tiene mucha historia en el fútbol femenino, pero no tanta en el masculino, y se enfrentan habitualmente a Boca, que es una institución que domina en todas las facetas deportivas de Argentina. Le disputan de igual a igual, pero también hay una historia y un tamaño distinto atrás. ¿Cómo influye eso?
Si vas a los últimos 15 años, ganó más títulos Boca, pero nosotras hemos peleado y ganado varios. Pero igual se nota la diferencia. Nosotras somos parte de un club muy humilde a pesar de todo lo que ha ganado. Todo en Urquiza es muy humilde, muy a pulmón. Nos pasa lo mismo con River, nos pasa lo mismo con San Lorenzo, y sobre todo nos pasa con Boca que ha ganado los últimos tres torneos, y que a su vez está aportando muchísimo, paga muy bien a las jugadoras, entrena muy bien, lleva jugadoras de selección. Se nota. Eso se traduce también en el juego, y en términos de mejor entrenamiento, mejores condiciones, mejor descanso, mejor alimentación, también a nivel anímico de la hora de enfrentarse. Nosotros vamos a entrenar en un ómnibus que es de transporte de escolares. Nos pasó de ir a jugar contra River, terminó el partido, perdimos 1-0, y cuando estamos caminando para irnos vemos que el ómnibus de River era uno de dos pisos y a nosotros nos viene a buscar el escolar. Y esa es la realidad de las dos instituciones. Lo económico, la infraestructura. No en lo deportivo. En lo deportivo somos mejores que River, supimos ser mejor que Boca, pero lo que pasa es que te aplastan con lo material. Mientras nosotras tenemos cinco o seis personas en el cuerpo técnico, ellas tienen 15. Mientras nosotras tenemos 20 jugadoras ellas tienen 30 jugadoras. Mientras nosotras entrenamos a una hora y media de la sede, ellas entrenan en Casa Amarilla, como el plantel masculino. Todo eso te aplasta anímicamente. Creo que eso fue lo que más nos afectó, inconscientemente.
Más allá de los resultados, me imagino que estar jugando hace tres años en Argentina es un salto de calidad extraordinario. ¿Estás en el camino que buscabas?
Cuando yo me voy es porque siento que encuentro un techo en Uruguay. Me voy con expectativa de que pasen cosas, y pasaron cosas que superaron totalmente lo que yo imaginaba. Empezando por Rosario Central, jugué en el Gigante de Arroyito, uno de los estadios más lindos de Argentina. Es hermoso. Y más allá de eso, la infraestructura, llegar y de tener la indumentaria del club, la misma que tiene el plantel del fútbol masculino. Después ir a UAI Urquiza, que es uno de los equipos más importantes del país, y conocer estadios. Jugué en La Bombonera, en la cancha de Independiente, de San Lorenzo, de todos. Vivir esa dinámica todo el tiempo, estar peleando por el campeonato, es un sueño. En Uruguay no me queda más nada por cumplir.
¿Cómo fue ese traspaso? ¿Tenías contrato con Peñarol?
No, hasta el día de hoy el único cuadro con contratos laborales en el fútbol femenino es Nacional. En ese momento no había más que algunos viáticos. Me vinieron a buscar para ir a Argentina, yo hice el pedido de quedarme para la Copa Libertadores e irme después. Justo la Copa era en Buenos Aires y de ahí mismo ya me fui para Rosario. Fui libre, las jugadoras de Uruguay se van libres en el momento que quieran.
“No me convence que el fútbol femenino esté, en el organigrama de la AUF, dentro de la parte de desarrollo”.
¿Vos estabas trabajando en otra cosa, además de en el fútbol?
Yo trabajaba en Dismont, una empresa de cadetería. Trabajé cinco años. Y cuando me llegó esta oferta de Rosario, a nivel laboral y económico, la relación te permitía quedarte allá viviendo profesionalmente. Había tenido ofertas de otros lugares antes pero no alcanzaban para vivir, para dejar mi trabajo. Esa fue la primera.
Fue la primera vez que tu trabajo fue ser jugadora de fútbol, ¿qué sensaciones te generó eso?
Fue poder decir: “Soy jugadora de fútbol”. Es eso. “Mi trabajo es ser jugadora de fútbol” lo pude decir por primera vez en marzo del 2021. Me cambió todo. Mi vida cotidiana, antes, era dedicar ocho horas de laburo y después otro tiempo de laburo en fútbol. Al principio era todo nuevo, no caía, no me hacía la idea. Pensaba y decía “Soy trabajadora de fútbol, ¿no?” Me pasó en Rosario y me siguió pasando en Buenos Aires, me pasa hoy en día. Me pasa que veo las horas de ocio, las horas libres, y no lo puedo creer. O me quiero ir a comprar algo, ropa, comida, y tengo la plata, a veces pienso “pero en realidad no hice nada para tener la plata, ¿no?” Entonces me tengo que convencer de que estoy haciendo cosas, porque juego al fútbol. Recién ahora empiezo a caer, en que está bien, es mi trabajo. Ahora vivo el sueño de toda jugadora de fútbol cuando tiene 15 años. Y que yo no lo imaginaba, porque en mi futuro no lo veía, hace diez años yo entrenaba en los canteros del Parque Batlle.
Marcar huella
¿Hay cosas para aprender de Argentina o las diferencias de magnitud hace que sea imposible pensar en extrapolar cosas para el fútbol uruguayo?
Los clubes uruguayos que tienen un complejo de entrenamiento tienen que permitir que sea utilizado por las mujeres. Eso es lo primero. Hay muchas jugadoras que no entrenan en los complejos de los clubes, que entrenan en la calle. En Argentina eso es distinto. Nosotras en UAI, usamos nuestra cancha hasta para entrenar algunos días. No sólo nosotras, Estudiantes entrena en su complejo, Independiente en su complejo, River alquila una cancha, Boca entrena en Casa Amarilla. Obviamente, porque los obligan a tener fútbol femenino. Pero acá, si bien corre la obligación de tener femenino, no se hace nada con eso. No tengas femenino sólo para ir a una Copa Libertadores, porque te obliga Conmebol. Tenés femenino, y ya que lo tenés, dale la ropa, dale el espacio físico. Eso no está tan alejado de lo que se puede hacer y de lo que se hace en Argentina.
¿Es un tema de recursos económicos o un tema de mentalidad?
Indirectamente lo que se pide va a traer de la mano un poco de plata. Porque abrir el complejo a las 19.00 para una mujer, porque ella trabaja todo el día y no puede entrenar antes, te lleva a pagarle a una persona dos o tres horas más. Pero no te estoy pidiendo que me alquiles el estadio Charrúa todos los días, que le pagues a Bielsa para que me entrene. Estoy diciendo que tenés que contratar un técnico, que haya estudiado, por supuesto, porque hasta hace un tiempo agarraban a cualquier padre, a cualquier tío. Y los materiales, ¿qué club no tiene materiales para ceder, para prestar? Yo creo que lo básico son tres cosas, el lugar, los materiales y el cuerpo técnico.
En un punto pareciera que ponés por delante del sueldo la necesidad de que el dinero se invierta en condiciones. ¿Lo ves así?
Para mí, sí, pero porque yo apunto a la mejoría futbolística del femenino, para llegar a lo otro.
Todas esas cosas pueden estar atadas a decisiones que van desde la negligencia hasta el machismo, pasando por la inoperancia, el descuido, la sociedad patriarcal. ¿Vos qué cosas pensás que determinan la situación actual?
Creo que siempre va a haber alguien que esté identificado con alguna de esas cosas. Y se me ocurren distintas personas con esas descripciones. Pero la realidad es que somos una sociedad que todavía no se acostumbró al fútbol femenino. Si no se acostumbra a veces mi propia familia, por tirar algo más general y personal, ¿cómo se va a acostumbrar el presidente de AUF? Además, hay que dedicarle tiempo. Seguimos estirando las cosas que hay que hacer, todo lo hacemos el año que viene. Ahora ya no tuvimos partidos en esta fecha FIFA de julio. Seguimos retrasando la evolución, como jugadoras perdemos desarrollo. Este partido que a nosotras nos falta, ya lo tuvo Argentina, lo tiene Brasil, lo tiene Colombia, lo tiene Ecuador, lo tiene Paraguay. Todas, menos nosotras.
En este caso concreto, desde la AUF, se dio un argumento presupuestal para no fijar partidos en julio. ¿Te convence la explicación?
No, la verdad que no. Pero a mí ya no me convence que el fútbol femenino esté, en el organigrama de la AUF, dentro de la parte de desarrollo. Eso no me convence. Porque en la comparación no podemos estar destinadas a que nos ofrezcan lo mismo que el fútbol playa o que el fútbol sala. Porque siempre la comparación está en que nosotras estamos mucho más abajo en el aspecto económico que el fútbol masculino, y es innegable. Pero a su vez, el fútbol sala está más abajo del femenino, y el fútbol playa está más abajo del fútbol sala. ¿y ahí qué pasa? Entonces, si vos nos metés en esa misma bolsa nos va a seguir costando salir.
Tenés 15 años en el fútbol, y ahora estás compartiendo planteles y selecciones con una nueva camada de jugadoras, como Esperanza Pizarro y Belén Aquino, que apenas pasan los 20. ¿Qué ves en ellas si las comparás con vos cuando tenías esa edad?
Las veo jugadoras de fútbol. Mi generación, a esa edad, no era jugadora. Ellas son jugadoras, viven de eso. Pero más allá de vivirlo dentro de la cancha lo viven afuera. Y no es la plata o los contratos. Desde muy chicas están en la selección, y ahí están con buenas canchas, con buenos materiales, con alguien que las está guiando, con alguien que les dice por dónde ir. Es distinto a cuando empecé. También están las oportunidades rápidas de ir a España, ir a Brasil. Son jugadoras, chicas, pero jugadoras. Y por ahí va el cambio. A veces se dice que el nivel uruguayo está lejos. El nivel individual de jugadoras no está lejos. Con pocas herramientas llegamos a mucho, imaginate si les dieran las herramientas necesarias.
¿Y el fútbol masculino qué rol tiene para jugar en eso?
Para mí ayudarían muchísimo. No tuve la suerte nunca de poder sentarme con algún jugador y decirle “che, mirá que si vos vas a un partido femenino, tus seguidores, que son más de 20.000, 30.000, 40.000, van a ver que estás mirando fútbol femenino, entonces estás insertando gente en ese mundo”. Somos jugadores de fútbol, los dos; está bien, vos mereces más, tenés más porque mueven más plata. Nosotras, a nuestra forma, nunca vamos a llegar a ese nivel, lo tenemos claro. Pero que no sea tan separado masculino-femenino. Si hubiera más jugadores que tuvieran ese pensamiento de normalizar, que vayan a los partidos, que estén presentes, yo creo que nos ayudaría con ese salto que se necesita.