Es carismático, no hay vueltas. Su sonrisa ilumina y transmite alegría. Luego de estar 18 años recorriendo la élite del básquetbol europeo, Jayson Granger decidió volver para jugar por primera vez como profesional en su tierra. Peñarol generó una buena oferta y se quedó con la sellada, lo que indudablemente lo coloca en la zona alta de candidatos para ganar la próxima Liga Uruguaya de Básquetbol (LUB). Además, la figura de Jay Jay fue suficiente para que el aurinegro fuera invitado a participar en la Liga Sudamericana –incluso será organizador de una de las series–. El desafío es tan grande como la ilusión.
Granger se reencontró con Pablo López, quien ya lo había dirigido en la selección uruguaya en el Sudamericano en Resistencia (Chaco, Argentina) en 2012, torneo en el que Uruguay consiguió el bronce. Hay admiración mutua y una conjunción que puede ser letal. En los entrenamientos Jayson está encendido, dando el tope de sus condiciones, pero también está activo al momento de aconsejar o bromear con sus compañeros. Es el dueño del cuadro y se nota.
Está casado con la periodista española Milena Martín, tienen dos hijos. Uno de sus objetivos era que su familia conociera su lugar de origen, ese rincón del planeta donde la rompía jugando al fútbol, aunque a los nueve años se decidió por el básquetbol. También donde aprendió a jugar, además de al fútbol, al póquer. Cerró la nota con la sonrisa de siempre: “Me gusta la timba, no te voy a mentir”.
¿Por qué la vuelta a Uruguay?
Después de los tres últimos años dando vueltas por Europa, decidí volver por un tema familiar. Bajar la carga de varias temporadas jugando casi 70 partidos, viajando mucho, participando en torneos internacionales en Europa y estando fuera de mi casa. Son muchos cambios; una vez que fui padre, con mi mujer tomamos esta decisión. A mí lo que me gusta es jugar al básquetbol, pero también me gusta pasar tiempo en familia. No ver crecer a mis niños era algo que me tenía intranquilo y que no me llenaba tanto. Tenía ganas de que mi familia conociera Uruguay, que supiera de dónde vengo. Además, siempre dije que quería volver en un buen estado de forma como el que estoy ahora.
¿Qué te sorprendió en tus primeras semanas en Uruguay?
Venía con la mentalidad muy tranquila, no quise generar expectativas previas, más allá de mi conocimiento del medio. En Peñarol me sorprendieron cosas gratamente, como la organización a la hora de trabajar o el nivel de los chicos. Me quedo con eso como primera impresión.
¿Por qué a Peñarol?
Fueron los primeros en contactarse conmigo cuando dije que había una posibilidad de volver a Uruguay. El interés fue grande, fueron semanas de llamadas y mensajes. El proyecto que me presentaron me causó mucha ilusión y por eso elegí venir a Peñarol.
¿Qué fue lo que te sedujo del proyecto deportivo?
Tuve una conversación con Pablo López; a lo largo de mi carrera siempre me gustó hablar con el entrenador antes de llegar a un equipo, lo considero muy importante. La ideología y la filosofía que tiene me encantaron. Su mentalidad ganadora sale un poco de la caja de los entrenadores del medio. Eso me sedujo para venir a trabajar acá.
¿Qué recordás de tu pasaje por la selección con López como entrenador?
Cambió mucho. En el Sudamericano de Chaco era muy joven, tenía 21 años. Pasó de dirigir a un guacho a encontrarse con un hombre. Vengo con muchas batallas encima. Creo que la conjunción entre mi conocimiento y el de Pablo va a hacer que este equipo esté un escalón más arriba que el resto.
¿Sentís que tu llegada está profesionalizando el básquetbol de Peñarol?
La verdad que generó más repercusión de la que esperaba. Transmití algunas cosas a Peñarol para tener más organización. Uruguay es un país muy chico. Hablo constantemente con la organización y con el club sobre los pequeños detalles que pueden hacer que estemos un escalón más arriba. La infraestructura la tenemos con el Palacio, que se está remodelando y va a estar a primer nivel. Con la capacidad que tiene el club de mejorar se pueden generar cosas lindas.
¿Has opinado para la formación del plantel?
Vengo con la mentalidad de ganar y de sumar la mayor cantidad de títulos posible. A la hora de armar el equipo me consultaron algunos nombres para los refuerzos extranjeros. Tiré algunos, pero fue más decisión del cuerpo técnico. Estamos contentos con los que han venido.
Jayson a la cancha
¿Cómo te sentís en el rol de líder?
Es algo que no es nuevo para mí, en los últimos años lo hice en varios equipos. Siempre me gusta ayudar al que tengo al lado, sobre todo a los chicos jóvenes para que me escuchen y así generar una ética de trabajo o hábitos diarios que les permitan crecer a nivel individual. Tengo la suerte de estar con compañeros que escuchan, eso para mí es muy importante. Hablo mucho con ellos.
¿Qué expectativas te generan los desafíos deportivos que tiene el club?
Es una presión. Está claro que hay expectativas por el plantel que se armó. Hay buenos nombres, jugadores destacados. Todo eso tiene que engranar, hay que agarrar química rápido, porque creo que somos el rival a ganar en esta Liga Uruguaya. Hay equipos que se armaron muy fuerte y va a ser un torneo muy lindo que no va a ser fácil.
¿Cómo convivís con la presión?
El lado mental lo vas aprendiendo a lo largo de los años. Esa presión es parte del trabajo del basquetbolista profesional. Soy afortunado al jugar a lo que me gusta, por suerte estuve muchos años en un gran nivel. Es algo que no me pesa. Si querés ganar, la presión va a estar ahí, más allá del lugar donde te toque jugar.
¿Cómo veías la Liga Uruguaya desde afuera?
Te soy sincero: veía poco. No la seguía mucho por la diferencia horaria y todo lo que conlleva la competencia europea y el tiempo con la familia. Con las redes sociales, de todas formas, intentaba estar un poco al tanto, pero no estaba metido de lleno.
La celeste
¿Jugar en Uruguay te acerca a la selección?
Estando acá es todo más sencillo, más práctico. Si mi nombre aparece en la lista para estar en el proceso de selección, bienvenido sea. Hay un recambio generacional grande. Con el retiro de Esteban Batista tenemos que dar un paso al frente para cambiar la ideología de juego. En la línea exterior estamos cubiertos, pero vamos a tener que jugar un básquetbol más rápido que años anteriores y tenemos que adaptarnos a eso lo antes posible; es lo que le hace falta a Uruguay.
Durante muchos años fuiste resistido por la opinión pública. ¿Puede cambiar al jugar en Uruguay?
Soy un deportista profesional, todos recibimos críticas. Está claro que es parte del trabajo y así intento llevarlo. Estando acá y jugando más por la selección, va a ser todo más sencillo y más ameno. He recibido mucho cariño de mucha gente, esperemos que eso siga aumentando con mi estadía en el país.
¿Qué vas a extrañar del básquetbol europeo?
Muchas cosas. Es un cambio grande. Tuve la suerte de jugar 18 años al máximo nivel. La infraestructura, la organización y el conocimiento del básquetbol son cosas totalmente diferentes a las que voy a tener acá. No fue una decisión fácil, pero la tomo como un reto y una motivación.
¿Cómo está tu familia en Uruguay?
Fueron semanas de adaptación a los colegios, conocer la gastronomía, un par de asados con mi gente. Ya vamos a tener tiempo para ir conociendo más del país. Tengo contrato por tres años, me encantaría cumplirlo. No sé a lo que me puede llevar el futuro más a largo plazo, tengo mi casa y mi familia en España. Ahora espero estar unos cuantos años en Uruguay, ojalá pueda encontrar la tranquilidad que vine a buscar y pueda ganar varias copas en lo deportivo.
¿Eras bueno jugando al fútbol?
Andaba bien, no se me daba nada mal, pero a los nueve años me decidí por el básquetbol. Tuve un entrenador de fútbol que me obligó a elegir un deporte, no me sentó nada bien la forma en que me lo dijo. Lo pasaba bien en el básquetbol y así seguí.
¿Y para las cartas?
Juego al póquer, al truco, a lo que venga. Me gusta la timba, no te voy a mentir.