Juega la celeste y todo el mundo pela chauchas. El viernes 8 de setiembre enfrentará a los trasandinos con el debut de Marcelo Bielsa, extécnico de la albirroja, por Eliminatorias. Se llevan vendidas unas 15 mil entradas.
Todo el mundo estará mirando. Hay una fuerza energética entre el revanchismo chileno, entreverada con el folklore del amor a Bielsa; la pasión argentina, mezclada con la perfección obsesiva a la vez de humana y sensible de Bielsa; y todo lo que significa el ser uruguayos y uruguayas y ver por segunda vez en nuestra historia, un técnico de otro país por más que sea un país hermano.
Basta con recordar el nombre del Kaiser Daniel Passarella, un histórico hundido en su propia salsa, la salsa de River Plate. Una personalidad tejida entre glorias y fracasos, pero sobre todo una personalidad desnuda. La de Bielsa también es una personalidad desnuda. Pero es una personalidad querible, adorable. Es cierto que Bielsa no ha ganado tanto como han ganado otros, tampoco Passarella lo era, ni siquiera el Maestro cuando llegó, ni Alonso. Pero Bielsa ha dejado donde ha ido una cuestión de leyenda.
Previo a dar la lista de los seleccionados para la próxima fecha de las Eliminatorias camino al próximo Mundial, que estuvimos esperando el jueves y el viernes pero quedó para este sábado, Marcelo Bielsa había estado siguiendo a los suyos, trabajó horas y horas y empezó a transformar el tan mentado Complejo Celeste. Dos entidades, dos instituciones como Bielsa y el Complejo Celeste se mueven con máquinas y llamadas telefónicas. Las máquinas remodelan el predio, mientras los sparrings sueñan con el futuro.
Bielsa habló, por ejemplo, con Manuel Ugarte. Ugarte por su parte habló de “una nueva generación”, la generación Bielsa. Bielsa le habló al muchacho que todavía está bajando en París de que en la Selección lo prefiere buscando espacios. Ha visto más de cuarenta partidos del muchacho desde que jugaba en Portugal, quizás, desde antes con la albivioleta, donde se notan los primeros talentos, los primeros defectos.
También habló con Darwin Núñez. ¿Cuánto se espera de Darwin? ¿Cuánto de leyenda se ha ido gestando desde las fotos en la puerta de su humilde casa? Bielsa le habló a Darwin de buscar atrás del segundo zaguero, pero sin dudas también hablaron de la vida. Quizás la clave esté en hablar con el futbolista de la vida. De la vida y de los segundos palos. También habló con Santiago Bueno, una estrella silenciosa, y seguro con varios más. Bielsa está armando su equipo, sabe que en la pertenencia hay gol seguro.
También sabe que en la búsqueda del equipo que le dé la identidad que necesita para ser “Bielsa”, para ser él mismo, también está la “nueva generación” de la que habla Ugarte. Eso no significa que la generación del Maestro, que podría ser la anterior, sea peor o esté en desuso. Todo lo contrario. Cavani se prepara para disputar las últimas instancias del torneo más importante de América Latina. Suárez por su parte, brilla en un fútbol donde la gente baila. Están enteros.
Con esto no quiero decir que sean eternos. Sí creo en la eternidad folklórica de los recuerdos, del legado y de la historia. Pero si elegimos a Marcelo Bielsa, lo primero que tenemos que hacer es dejarlo ser, y lo segundo dejarnos ser a nosotros y nosotras con él.