Tarde ideal de domingo para Nacional. Le ganó 2-1 el clásico a Peñarol en el Gran Parque Central con goles de Sebastián Coates y Federico Santander. Es líder del Clausura junto con Danubio y le achicó tres puntos al carbonero de forma directa, quedando a dos de su rival de todas las horas para abrirse posibilidades de definir el Uruguayo.
Soñado para los bolsos, que agotaron las entradas y festejaron el triunfo con sabor especial.
El tricolor jugó mejor. Martín Lasarte le ganó la batalla táctica a Diego Aguirre en la planificación y acertó en los cambios del segundo tiempo. Como todo clásico, tuvo de todo, en la cancha y en las tribunas, con una situación absolutamente impredecible de un sector de hinchas tricolores que querían trancar el partido, aún con la amenaza de suspensión del árbitro Leodán Gonzalez, prendiendo bengalas y tirando pirotecnia pesada al campo que incluso puso en peligro a futbolistas de Nacional.
Más por menos
El tricolor fue más y desde el inicio marcó que iba en busca del único resultado que le servía para continuar peleando por el Campeonato Uruguayo.
En momento de dominio total, a los 21 minutos llegó el primero de Nacional. Sebastián Coates encontró una pelota perdida en el área y con remate potente infló las redes y las gargantas de sus hinchas. Un minuto antes Washington Aguerre había salvado su arco y del córner llegó el gol. Pedro Milans falló en el primer palo y desvió el balón hacia donde estaba el espigado zaguero, que no dudó. Un tanto con cierto parecido al que venía de convertir a Progreso, pero con más fuerza en la volea de derecha.
Aguerre, por escándalo, fue el mejor de Peñarol, que soñó con llevarse algo cuando encontró un gol con cierta fortuna en el inicio del segundo tiempo, cuando la mayoría ni siquiera se había acomodado en el lugar. El fútbol es eso, un instante en el que cambia todo. Un remate lejano de Leonardo Fernández fue desviado con toda intención por Gastón Ramírez, que dejó sin nada que hacer a Luis Mejía.
El carbonero se plantó mejor y al bolso le costó asimilar el golpe, pero los cambios lo revitalizaron para ir a buscar el triunfo que terminó llegando, tras un error de Leonardo Sequeira y una asistencia fenomenal de Mauricio Pereyra hacia el paraguayo Federico Santander, que con un puntazo colocó el segundo. Gol de triunfo y de delirio.
Aguerre evitó la goleada, Oliva el alma de Nacional
Nacional aplastó futbolísticamente a Peñarol en el primer tiempo y, de no haber sido por el golero carbonero, el resultado pudo marcar una goleada tempranera. El bolso se adueñó de la mitad de la cancha y desde ahí dominó el partido. Christian Oliva tuvo un rendimiento bestial, ganó todas las divididas, hizo relevos cuando subieron los laterales y cubrió las espaldas de Alexis Castro y Lucas Sanabria cuando salieron a presionar. Líder futbolístico del tricolor, aunque generalmente esta expresión se asocia a los que tratan el balón con elegancia. Jeremía Recoba y Ruben Bentancourt fueron una pesadilla para la defensa rival.
La presión en salida y mitad de cancha que ejerció el equipo de Martín Lasarte le cortó todos los caminos al carbonero. Gastón Ramírez no fue solución en contención ni para dar el primer pase, Leonardo Fernández estuvo llamativamente impreciso. No hubo asociaciones en Peñarol, que nunca incomodó a Luis Mejía. Apenas dio sensación de peligro en un contragolpe comandado por Pedro Milans, al que le faltó olfato goleador para definir sin buscar el pase cuando estaba cerca de pisar el área rival.
Todo lo contrario para Washington Aguerre, que laburó bastante para mantener a su equipo cerca en el resultado. Le sacó un cabezazo a Bentancourt en el inicio, achicó notable sobre Nicolás López previo al córner del gol y le sacó otro remate cruzado al Diente. Tres atajadones.
Pudo ser por el viento a favor del bolso, por la velocidad de la cancha que estaba rapidísima o por la batalla táctica en la que los de Lasarte se impusieron a los de Aguirre, pero la superioridad de los 45 minutos iniciales fue abrumadora.
El movimiento táctico por excelencia: el gol
Peñarol no había jugado nada bien, pero con el empate tempranero se acomodó mejor en cancha. El viento pasó a estar a su favor y cuando Eduardo Darias pasó a la mitad de la cancha con Damián García mejoró la contención. Incluso tuvo situaciones aisladas como para poner el segundo, aunque ninguna absolutamente clara.
Lasarte cambió el sistema con las variantes, por derecha Antonio Galeano y por izquierda Exequiel Mereles. Por abajo no podía, entonces jugó con balones directos a las espaldas de los laterales. Justamente de esa forma llegó el segundo, envío largo de Coates que Galeano bajó notablemente al ganarle la cuerda a Maxi Olivera y poner una pelota atrás que parecía iba a ser desactivada por Leo Sequeira, pero una pifia del argentino dejó de frente y en la boca del área al paraguayo Santander, que se acomodó y sacó un remate insalvable para Aguerre.
Ya con el 2-1 a su favor, a Peñarol no le dio la fuerza anímica ni futbolística para ir por el empate, ni siquiera a la desesperada. Nacional, con carpeta, sacó algunas faltas y manejó los tiempos para ganar sin sufrir.
Es real también que el partido estuvo parado dos veces en esa recta final por bombas de estruendo y banderas de Peñarol que sacó la hinchada de Nacional en la Abdón Porte, un hecho repudiable que incluso pudo complicar a algún jugador tricolor, ya que les cayeron bombas de estruendo cerca a Gabriel Báez y Lucas Sanabria, que terminaron en el piso.
Al final, con el clima enrarecido y el tiempo que pasaba y no pasaba a la vez, Nacional festejó en casa un triunfo que lo tonifica para la competencia local y, asimismo, sirve de contrapeso para la eficaz campaña copera que está realizando Peñarol.