La parada para Peñarol era brava. Venía con la cabeza en Copa Libertadores, juntó ilusión en un camino que llegó al final el miércoles pasado. El afloje siempre es natural, por más que en el horizonte haya cosas importantes como la definición del Campeonato Uruguayo. El aurinegro lo sacó con lo justo, ganó, pero no gustó; tampoco jugó bien, pero gracias a la calidad individual de sus jugadores se llevó tres puntos clave del Parque Saroldi que le permiten permanecer arriba en el Clausura –junto con Nacional– y mantener la ventaja de cinco en la Anual.
Leonardo Fernández se escapó una vez de la trampa y fue suficiente, se tiró atrás y se sacó un hombre de encima, se la dio a Eduardo Darias, que habilitó notablemente a Maximiliano Silvera, que en el área es un cheque al portador. El exdelantero de Cerrito definió a la red; no tiene muchas, pero si hay posibilidades en sus pies, la mayoría terminan inflando las gargantas de los hinchas mirasoles.
El partido se terminó con ese gol. Pese a las variantes, ni el carbonero tuvo chance de ampliar ni el darsenero de llegar al empate. River fue por la inercia que obliga estar abajo en el resultado, pero nada más. Los de Francisco Palladino permanecen complicados en la parte baja de la tabla con el descenso que acecha.
Mucha pierna, poco fútbol
El primer tiempo se fue sin goles. Peñarol intentó imprimir dinámica en la tenencia de la pelota, pero no tuvo claridad para llegar al arco rival. Hubo algún remate largo sobre el arco de Yonatan Irrazábal, pero faltó juego asociado. Fernández estuvo rodeado, Silvera controlado y por las bandas no generó desequilibrio con Leonardo Sequeira ni con Jaime Báez.
River Plate defendió muy bien. Corrió mucho y estuvo a la altura. Tuvo cinco hombres en el fondo, los carrileros tomaron a los volantes ofensivos, un zaguero salía con Fernández y los otros dos iban con Silvera. Cuando quedó mal parado, cortó el juego con faltas para evitar dejar espacios al rival.
Con el balón, como es característica histórica del darsenero, apeló a ir por las bandas. En un buen golpe de cabeza de Marcos Camarda pudo abrir el marcador, pero Washington Aguerre hizo la mejor atajada de la mitad inicial con una mano arriba.
Cuidó la diferencia
Los primeros diez minutos del complemento fueron una continuidad de la primera parte. Otra vez a Diego Aguirre le dieron resultado las variantes, con el ingreso de Facundo Batista tuvo más peso ofensivo. Además, la experiencia de Damián Suárez y Lucas Hernández permitió mejor fluidez por afuera y Peñarol generó más peligro por las bandas.
Una vez que consiguió el gol, lo cuidó con tenencia de balón. Fernández se tiró atrás y fue el titiritero, Damián García siempre estuvo bien parado y Guzmán Rodríguez ofreció seguridad. River fue liviano en sus intenciones, mezcló ganas e ímpetu, pero le faltó claridad de juego y paciencia para abrir la defensa rival. Si bien un tanto no es diferencia suficiente para estar tranquilo, el aurinegro no pasó zozobras que pusieran los tres puntos en peligro.
Hubo insinuaciones de Báez y algún cabezazo de Batista como para llegar al segundo que diera tranquilidad absoluta, pero la falla de definición reinó en la noche de luz tenue del Saroldi. El cansancio, físico y mental, le influyó al equipo de Aguirre, y terminó en los últimos minutos haciendo correr el balón para que llegara el pitazo final de Gustavo Tejera, de correcto arbitraje.
Ganó Peñarol, ya tendrá tiempo para mejorar.