Liverpool y Nacional terminaron 1-1. Al fin y al cabo, fue justo resultado. Los locales fueron mejores en el arranque y se pusieron en ventaja con gol de Luciano Rodríguez, alto crac, pero el bolso despertó con los cambios en el complemento y logró igualar con tanto de Osinachi Ebere.
1. El tiempo de Liverpool
En la primera parte el negriazul fue mejor, mucho mejor. Tuvo en Luciano Rodríguez su figura excluyente, no sólo por el gol cuando se iba el primer tiempo, sino porque se movió por toda la zona ofensiva de su equipo y causó muchos dolores de cabeza en los defensores tricolores. Luciano es, sin dudas, el mejor jugador que hay en el fútbol uruguayo. Tiene velocidad, maneja muy buen los dos perfiles, es versátil para cambiar de posiciones según la lectura del partido y además tiene buen tiro, sea en carrera o con pelota detenida. En el gol, el crac negriazul aprovechó un centro al segundo palo y, ganando bien la posición, tocó suave ante la salida de Luis Mejía.
Una virtud de Luciano en ese primer tiempo fue encontrar los huecos detrás de la dupla de mediocampistas centrales de Nacional. Nunca hicieron pie Christian Oliva y el argentino Alexis Castro; es más, fuera por la astucia de Luciano o por el buen toque de los negriazules, tanto Oliva como Castro tuvieron que cortar con faltas en varias ocasiones y, reiteración tras reiteración, ambos recibieron amarilla. Entre todo ese combo, Álvaro Recoba decidió sacarlos para el segundo tiempo.
Liverpool no fue sólo Luciano. Tuvo en su eje central, conformado por Lucas Wasilewsky, Martín Barrios y Diego Rodríguez, ex Nacional, el motor de creación para un juego rápido, con bandas abiertas, que hizo daño a la defensa del bolso. También, en esto de las bandas y el ancho del campo, los laterales Agustín Cayetano y Kevin Amaro hicieron muy buen primer tiempo.
2. El tiempo de Nacional
El mal partido y las amarillas de Oliva y Castro motivaron los cambios de Recoba. Entraron Lucas Sanabria y Thiago Helguera, y cambió la historia. El tándem joven le dio estabilidad a Nacional y desde ahí, o sea, recuperando la posesión de la pelota, pensando mejor, teniendo más aire para desarrollar su juego, fue ganando metros y el fútbol pasó de estar en cancha defensiva tricolor a jugarse cerca del arco de Sebastián Lentinelly.
Hasta acá –y desde la previa, con la oncena que eligió Recoba– pareció que Nacional seguía pensando en el partido del miércoles por la Copa Libertadores. Fue recién en el segundo tiempo que cayó en cuenta de que la cuestión es un paso a la vez y que iba perdiendo ante el campeón uruguayo.
Se sacudió el bolso y los que entraron, entre los que hay que incluir al bueno de Mauricio Pereyra, que ingresó a los 15 del complemento, le dieron otro dinamismo. Ahora sí, con profundidad en ofensiva y no tanto corriendo de atrás como en el primer tiempo. Tan importante fue el ingreso de Pereyra que en la primera que tocó armó la jugada del empate. Buenos toques junto con Helguera, también contaron con la fortuna de un rebote en Gonzalo Carneiro y la bola le quedó mansa a Ebere para cruzarla y convertir el segundo gol personal en dos partidos.
Tanto cambió el partido que desde el empate y prácticamente hasta los 80 minutos Nacional pareció llevarse puesto a Liverpool. Tuvo trabajo Lentinelly como no lo había tenido hasta ese momento, y también Ignacio Rodríguez y Matías de los Santos sacaron toda pelota aérea con pretensiones del tricolor.
3. Cuestión
Los últimos 10 minutos fueron de un ida y vuelta sin peajes en la mitad de la cancha. Tuvieron una cada uno que bien pudo cambiar el destino de los puntos: Barrios pateó desde afuera del área y la atajó con el cuerpo Mejía; Jeremía Recoba se llenó el botín en el corazón del área, pero la mandó a la tribuna.