Racing y Peñarol jugaron en un Parque Viera prestado, en el Prado de Montevideo, una noche húmeda y pesada de marzo. Peñarol, con el horizonte en el clásico, puntaje perfecto y figuras brillantes. Racing, pasando un poco de todo, queriendo volver a ser el protagonista de 2023 desde que Espinel se paró en la jaula de cal.
Leo Fernández fue nuevamente el dueño de las pelotas quietas en Peñarol, quizás como hacía tiempo, en un cuadro histórico de pateadores. Estuvo en todas las del carbonero. En la primera inició una jugada que pasó por los pies del Cangrejo Javier Cabrera, peleó Leo Sequeira y derivó en Eduardo Darias, que definió de primera. Renzo Bacchia en este caso respondió con destreza.
Minutos después, en una jugada casual, el arquero titular de Peñarol, Washington Aguerre, se lesionó y tuvo que dejar el campo de juego. Desató la preocupación en Peñarol en vísperas de uno de los partidos más hermosos del año, el clásico. Una jugada fortuita con Nicolás Sosa sacudió la pierna de Aguerre, que debió pedir el cambio. Guillermo de Amores se puso los guantes y en la tribuna se preguntaron por Randall Rodríguez.
En la jugada siguiente, el mirasol, sin embargo, confirmó su buen momento y convirtió el primero. Otra vez Leo Fernández con un centro que terminó pasando de largo. Recibió Darias, que buscó lo mismo del otro lado. Leonardo Sequeira, que es un acierto de Diego Aguirre, saltó más que todos en el segundo palo y la colocó contra el lado más lejano de Bacchia.
Racing no reaccionó y el arco, cortejado ahora por De Amores, no sufrió sobresaltos. Los intentos de Racing murieron en Guzmán Rodríguez. Peñarol pudo doblar la apuesta tras gran jugada entre Lucas Hernández y Sequeira, pero Hernández, tras sutilezas, pateó la pelota al patio de la Flaca Ivonne. Pero Peñarol fue más. A pesar de los esfuerzos de Lucas Monzón en el fondo y tras un centro que sólo vio el lateral de Peñarol, Hernández, Leo Sequeira, el argentino de gran rendimiento, convirtió el segundo, ganando entre los zagueros. Una abstracción el gol ante una defensa quieta.
Racing salió a buscarlo como pudo, con vergüenza deportiva y con cambios. Espinel tuvo en Lucas Rodríguez un motor. Pero el equipo estaba desencajado de sus partes. No hubo indicación que acomodara un camión torcido. Fernández volvió a patear y cada tiro libre para Peñarol fue un paréntesis.
El Rulo Varela pegó una de campito. Sequeira levantó demasiado el codo. En las tribunas una trompeta ronca fue toda la melancolía del sábado. Dylan Nandín, que había entrado para cambiar las cosas, pateó una entreverada en el área, que podría haber abierto una brecha en el partido. Racing, a pesar de todo, mereció una tregua de Benedetti. Tomás Verón Lupi, que había pasado desapercibido como un fantasma, comprobó que los fantasmas tocan, y consiguió el descuento. El gol llegó tras un rebote en el caño de un tiro del recién ingresado Sebastián Rivero. Racing tuvo con qué hablar de esperanza, esa palabra maltratada.
En la tribuna de Peñarol prendieron bengalas para enfriar el partido. Hace tiempo las bengalas son un símbolo de tragedia. En el mismo momento apareció una bandera que decía “Yo te doy las entradas, vos no querés venir”, con referencia a la presencia de hinchas tricolores en el clásico del próximo domingo, que parece que ya se está jugando. También estuvo la bandera de “Justicia x Nacho”. En la cancha Peñarol corrió sus riesgos. Espinel probó con Luis Gorocito, que es emblema en los de Sayago. Pero Racing fue eso, emblemas, ímpetu, quejas.
Peñarol ensayó el baile del banderín. En la tribuna la fiesta del clásico ya empezó. Peñarol ganó en el Prado y quedó bien perfilado para el clásico.