A las 17.07, Luis Suárez posteó para la eternidad: en X pidió “Memoria, verdad y justicia”, en Instagram compartió una historia que decía “Todos somos familiares”. A las 20.00, Nacional, el club del que fue capitán, goleador y donde es ídolo, jugaba un partido de fútbol ante Deportivo Maldonado. Ninguno de los dos clubes posteó algo relacionado a la Marcha del Silencio del 20 de mayo de 2024.
En Maldonado la marcha comenzó en el entorno de las 18.30. En Montevideo desde las 19.00 cientos de miles de personas marcharon en silencio. En el Domingo Burgueño Miguel algunos miles asistieron al partido que cerraba la antepenúltima fecha del Apertura. Ninguno de los dos equipos tenía chances de nada. Una parte de la hinchada sí jugó su partido: al pie de una de las tribunas, una buena bandera decía: “Bolsos detenidos desaparecidos presentes”.
Antonio Omar Paitta Cardozo nació en Mercedes. Era obrero de la construcción y tenía tres hijas. Tania, una de ellas, alguna vez contó que hubo momentos en los que se mudaban mucho, todo el tiempo, y en cada flete nunca llevaban más que la ropa. Lo único extra, dice Tania, era un cuadro de Rodolfo Rodríguez. Siempre, a la casa que tocara, siempre siempre iba el cuadro del arquero gloria del tricolor. Nacional formaba parte de la vida de Omar. El 21 de setiembre de 1981 salió de su casa sobre las diez de la mañana y se perdieron sus huellas. Permanece desaparecido.
Eduardo Bleier Horovitz era odontólogo, estaba casado, tenía cuatro hijos y era hincha de Nacional. En 1976, entre el 6 y el 10 de febrero, algunos compañeros lo vieron o lo escucharon con vida mientras lo torturaban por partida doble: por judío y por comunista. Tenía 47 años. Bleier permaneció desaparecido hasta el 27 de agosto de 2019, cuando sus restos fueron hallados en el Batallón de Infantería 13 gracias al laburo del Grupo de Investigación en Antropología Forense (GIAF). El 7 de octubre se supo que era él. Una multitud lo despidió en la explanada de la Universidad de la República.
Fernando Miranda Pérez nació en José Batlle y Ordóñez, Lavalleja. Era escribano y docente universitario, estaba casado y tenía dos hijos. Su pasión era la tricolor. El 29 de noviembre de 1975 viajó a Punta de Este. Al día siguiente lo llaman para decirle que personal policial lo habría ido a buscar. Vuelve. Lo esperaron en su casa para secuestrarlo no más allá del mediodía del día 30. Permaneció desaparecido hasta que sus restos fueron hallados e identificados a principios de 2006, también en el predio del Batallón de Infantería 13 de Montevideo.
José Enrique Michelena Bastarrica fue bancario en Uruguay y trabajaba como empleado contable en una fábrica en Buenos Aires. El 14 de junio de 1977 fue secuestrado en su casa junto a su esposa, Graciela de Gouveia. Sus hijos, de cinco y tres años, vieron cómo los secuestraban diez militares que, además, robaron plata y algunos objetos de valor. Después dejaron a los niños en la casa de unos vecinos. José Enrique tenía 28 años, Graciela 26. Él, se sabe, era hincha del bolso.
Al decir de Juan Gelman, la memoria trae a lo que nunca fueron. Mario Benedetti, confeso hincha de Nacional, diría que “cuando comenzaron a desaparecer sin últimas palabras / tenían en sus manos los trocitos / de cosas que querían”. Seguro querían a Nacional. Pero ese día y a esa hora, de estar vivos, no hubieran ido a la cancha y sí a la Marcha del Silencio.
Ganar es otra cosa
El partido se jugó porque reglamentariamente nada lo impedía. Álvaro Rivero, presidente de la Mesa Ejecutiva de Primera División, le dijo a la diaria: “Primero, cuando fijamos, realmente no teníamos idea de qué día era”. Después agregó que la realidad (sic) “es que no hay postura institucional ni creo que la vaya a haber con respecto a la marcha, por lo tanto, no hay argumentos para no contemplar el pedido de Nacional [que era jugar el lunes porque había vuelto de Venezuela el viernes]. Se consultó al Ministerio del Interior si había algún impedimento y nos dijeron que no”.
Está bien hacer cumplir los reglamentos. También, si existieran otras sutilezas, podríamos aspirar a una sociedad más justa y con memoria. Para el olvido quedarán los goles de Diego Zabala y la victoria de Nacional 2-0. El show podía continuar en otro momento.
“El fútbol es el espejo del mundo”, diría Eduardo Galeano, otro hincha de Nacional que tampoco hubiera ido a la cancha.