Peñarol visitó a Defensor para ser campeón del Apertura, pero aquello no estaba en los planes del equipo de Martín Varini. Por el contrario, el equipo local, empujado por la Banda Marley y el ansia de grandeza, fue por el partido desde el inicio, aunque Peñarol no titubeó en contestar. Ambas escuadras jugaron al serio.
Fernando Elizari llevó la manija del equipo, como de costumbre. El marco lo hicieron los hinchas. En Peñarol, la búsqueda constante estaba con Leo Fernández, que es como un superhéroe, tiene otros poderes. Pero cada vez que el carbonero se acercó, estuvo Kevin Dawson, el coloniense que sostiene a los del Parque Rodó. Una de las más importantes del primer tiempo la tuvo con Eduardo Darias, que cada vez que juega desnivela en el equipo de Diego Aguirre.
Peñarol, entonado por un tremendo triunfo frente a Mineiro y con la mira en el título del primer torneo corto del año. Defensor, similar, habiendo bajado al gaucho de una pelea histórica y aún con la carta bajo la manga de la Copa Uruguay, que definirá con Montevideo City Torque. El equipo de Aguirre, por ser campeón y respirar una noche. Defensor, por ser Defensor y siempre ganarles a los supuestos grandes.
Fernando Elizari fue la manija del equipo. El muchacho que jugó bajo el mando de Maradona, algo que siempre será distintivo, no mide las camisetas que tiene enfrente, sino la propia. Buscó al campeón del mundo Anderson Duarte, una joya que se pule, pero Washington Aguerre demostró que no tan sólo es chamuyo el truco.
La única manera de romper el ida y vuelta que hace el viento en una casa grande fue con Damián García, que se aburrió del medio y sacó un remate de otro partido. La pelota sorprendió a Dawson y a extraños, y reventó el travesaño. En el rebote, más rápido, dominando el área como quien se para en el Rock and Samba, Maxi Silvera, el obrero del gol. El pibe que surgió a goles en Cerrito, peregrinó y volvió por pedido del técnico para hacer este tipo de cosas, goles de campeonato.
Peñarol quiso más con Leo Fernández, pero Dawson, con el overol, estiró las esperanzas hasta el segundo tiempo. El goleador Silvera salió con una molestia de tanto trajín y sembró preocupación, hubo que mover el banco de apuro. El argentino Ángel González ocupó su lugar en el terreno. En el complemento, más de lo bueno, más de lo mismo. Defensor queriendo por su propia sutura y por evitar la fiesta del otro. El manya, por cerrar la cuenta del bar donde para la vida. Donde a la medianoche reviven fantasmas, ya lo dijo Jaime.
Defensor se fue arriba, pero la visita supo acomodarse en una mesa para muchas sillas. Octavio Rivero ejerció el oficio y fue una búsqueda constante. Para tomar aire, para quitarlo. Aguirre supo meter el equipo atrás, incluso defenderse hasta con cinco, hasta con 11, hasta con todas las banderas de los barrios. Quería el título de cualquier manera, más vale pájaro en mano…
Gastón Ramírez jugó hasta que pudo. Peñarol cambió las piezas. Previo a eso, Aguerre se quedó con un cabezazo de Guillermo de los Santos y el travesaño, con un disparo de Facundo Bernal. A la postre, otra vez Washington Aguerre, con traje de manya perdido, se quedó con el intento de Anderson Duarte, de los mejores violetas.
Defensor, terco, volvió a avisar con Rivero. En la respuesta, Ángel González engañó al árbitro que cobró penal pero cotejó con el VAR y volvió tras sus pasos. Nahuel Acosta hizo el gol del broche en los descuentos. El equipo aurinegro festejó al final de la cosecha. Es el campeón del Apertura.