Para la inmensidad del fútbol uruguayo parece corta la historia de los enfrentamientos con Colombia. Son sólo 45 encuentros entre ambos porque todo comenzó el 28 de enero de 1945, cuando los uruguayos ya hacía años que estaban marcando el ritmo en el mundo del fútbol y los colombianos recién aparecían, aquella vez en una contienda continental en la Copa América de Chile.
Desde aquel partido inicial con una absoluta y rotunda goleada celeste por 7-0 hasta el encuentro número 45, el de octubre de 2023 por eliminatorias en Barranquilla con empate 2-2, han pasado miles de minutos de fútbol y unas cuantas incidencias recordables en la vida de uruguayos y colombianos.
De golpe
El 1º de julio de 1973, en plena huelga general, cuatro días después del golpe cívico militar propiciado y ejecutado por Juan María Bordaberry, a quien en la época le apodaban “rabanito” porque era blanco y colorado -había sido senador por el partido Nacional y dos períodos después, candidato a presidente por el partido Colorado-, no sé si habrá llegado algún diario a mi casa.
Unos días antes había llegado el miedo superado por la dignidad de un hogar y una sociedad democrática. El mismo día del golpe de Estado fueron suspendidas las clases escolares, que se fundieron con las vacaciones de julio. El deporte había pasado a ser secundario, pero con seguridad mi cabeza, tan afectada por el futbolito como por la marchita de los milicos, por el trompo con chaura o por el “algo habrán hecho”, no dejó de pensar en pedir que me llevaran al partido de esa noche cuando Uruguay iba casi a clasificar al Mundial de Alemania 74.
“¡Ni pensar!” o “¡Sacátelo con peine fino!” pudieron haber sido dos de las seguras respuestas para aquella peregrina e inocente idea de ir al Centenario a ver un partido, en plena batalla moral contra los milicos golpistas -y Bordaberry, ¿no?-. Esa noche alguien -los milicos, el dictador, la Dinarp- decidió que por primera vez en la historia un partido de las Eliminatorias fuera televisado en directo; y otro alguien, a quien nunca olvidaré en mi inmensa tele en blanco y negro, Willington Ortiz, marcó el gol con el que Uruguay perdió su histórico invicto en el Centenario por eventos oficiales.
Uruguay en toda su historia del fútbol, en 73 años de la AUF, nunca había perdido un partido por puntos de una contienda oficial jugando en nuestro territorio, donde además había ganado sin perder nunca seis Sudamericanos y un Mundial. Esa noche helada de hace 51 años ganó Colombia 1-0 y nos dejó al límite de la eliminación, sólo evitable cuatro días después, cuando le ganamos 4 a 0 a Ecuador, lo que nos permitió clasificar por diferencia de goles.
El primero del que pude ser testigo en el Centenario fue el encuentro revancha de semifinales de la Copa América 1975. Uruguay había entrado directo a semifinales por ser el último campeón, el de 1967, y en Bogotá había caído 3-0. Con los otros muchachos que copamos la Ámsterdam creíamos que era posible dar vuelta aquel resultado, sobre todo cuando Fernando Morena puso el 1-0 a los 15 minutos, pero todo empezaría a oscurecerse y a retomar la grisura cuando los dos penales rematados por el propio Potrillo los atajó Pedro Zape y, para peor todavía, la expulsión del Nando en la segunda atajada del arquero colombiano.
El 8 de agosto de 1981 me fui al Cilindro y gocé como loco el título de campeón Sudamericano de básquetbol. Seguramente, en la mañana del 9 debo de haber pedido en casa que compraran el diario -El Día, con el sobretodo del viejo Batlle, era lo más potable- y por alguna resaca de algún tour choricero en “El Galleguito”, quizás haya caído en alguna razzia por querer tomar un bondi, o por tirar algunos pasos en el Bohemios o en el Club Banco, me quedé sin entrada para la Ámsterdam y tuve que meter talud Colombes para ver cómo les ganábamos, de atrás y apretadísimos, a los colombianos dirigidos por Carlos Salvador Bilardo por 3-2. Era el inicio del camino a España 82 y, a zurdazos, pudimos sacar angustiosamente a los cafeteros con goles de Ruben Paz y un par de Cascarilla Julio César Morales. Después quedamos afuera, y eso que éramos los campeones del Mundialito.
Vestite que jugás
El 19 de julio de 1995 debo de haber leído todos los diarios frente a la amplia y siempre bien atendida estufa a leña de Los Aromos. Después de ser considerado un perro consuetudinario en las divisionales a las que aspiré, había llegado a la soñada selección y, si bien no jugaba, era casi como. Era el Uruguay de Héctor Pichón Núñez y había que ganar para llegar a la final de la Copa América, en una situación idéntica a la de Charlotte. Aquella vez el futbolista lesionado era Daniel Fonseca, una de las estrellas determinantes de aquel equipo celeste, y por él jugó Edgardo Adinolfi. Nadie lo esperaba, ni siquiera el Brasilero Adinolfi, que un par de horas antes se enteró que sería él quien jugaría ante los colombianos. Fue un triunfo vital y emocionante 2-0, justamente con un gol de Adinolfi, que estaba en aquel grupo como lateral izquierdo y sin embargo el Pichón, para esa noche, lo había elegido como 10. Después final y campeonato ante Brasil. O sea, la única vez que jugamos una semifinal con Colombia la ganamos, si sirve como dato puramente irracional.
En la de 2005 estábamos jodidos en la Eliminatoria. Todavía no podía leer más que proyectos de la diaria y había que ganarle a Colombia para iniciar un raid de resultados consecutivos para tratar de ir al repechaje. Sufriendo lo indecible, con la prensa y la virgen de Lourdes del lado de Jorge Fossati, le ganamos 3-2 con tres de Marcelo Zalayeta, después de estar con un 2-0 comodín y un 2-2 más incómodo que el 125 a las siete de la tarde.
Casi idéntica fue la historia en 2009 cuando, casi eliminados, sí o sí teníamos que ganarle a Colombia, y en un partido complicado jugando con uno menos terminamos resolviendo el juego 3-1 con goles de Luis Suárez, el único sobreviviente en campo de aquel juego, así como David Ospina, que aquella noche del Centenario estaba en el banco como seguramente lo estará en la semifinal de este miércoles. Mis últimos recuerdos de partidos con colombianos estando en el estadio son agridulces porque aún me duele la media vuelta de James Rodríguez en el Maracaná para abrir el marcador y encaminar a Colombia a la victoria en los octavos de final de Brasil 2014, pero también siento placenteramente los triunfos por Eliminatorias en el Centenario.
Posta que ni me acuerdo del partido de la Covid América 2021 cuando en cuartos de final nos eliminaron por penales después de haber empatado 0-0.
La historia que sigue aún no está escrita, pero para mí que...