“Lo que no me pierdo de ninguna manera cuando estoy viajando es qué es lo que hace vibrar a esa gente. ¿Qué es lo que hace vibrar a esta gente? Es siempre parte de la construcción cultural de los países”. Horacio López (Lento, noviembre de 2021).

Basquetbolista, máximo anotador olímpico de la edición de Los Ángeles 1984, Tato López hacía en aquella entrevista una observación de esas que cambian la observación ajena. Allí donde uno esté, puede prestar atención a las costumbres, al arte y a los paisajes, pero entre tanta cosa para observar, coincidir en tiempo y espacio con el entusiasmo de las personas es, posiblemente, una de las experiencias más ricas que se puede llevar.

En Francia vibran con estos Juegos Olímpicos como no he visto en ninguna de las tres ediciones que me ha tocado presenciar (Río y Tokio anteriormente). Claro, en 2021 la pandemia nos robó el público y nos privó de saber cómo hubiera vibrado aquel pueblo japonés.

Calles empedradas

Las calles de París se convirtieron en un estadio a cielo abierto este fin de semana cuando el ciclismo llegó a la instancia de las pruebas de ruta, masculina y femenina. Y con eso sí que vibran, tanto franceses como belgas y neerlandeses, que se contaron por miles en las subidas de Montmartre, llenando los bares y vaciando los barriles de cerveza. Para premio de ellos hubo ciclistas de las tres banderas en los podios. Remco Evenepoel (oro) y Lotte Kopecky (bronce) para Bélgica en sus respectivas ramas; Valentin Madouas y Christophe Laporte (plata y bronce) para Francia en varones; y Marianne Vos (plata) para Países Bajos en mujeres.

Ver el paso del pelotón por el tradicional barrio parisino fue una de las fiestas más grandes que estos JJOO han ofrecido. A diferencia de la ceremonia inaugural, con la gente en las riberas del Sena, la competencia de ciclismo, con la gente detrás de los vallados, gozó de un calor que sólo puede producir la pasión con la que vibran el deporte pedal.

“Fue algo bonito, algo único. Me tocó un día vivir el Mundial de Bélgica, un país donde el ciclismo es una locura, y tocó otra vez aquí en Francia, donde la afición es muy grande y donde está la mejor carrera del mundo; y la afición hace que esto sea muy especial. Había mucha gente, mucho ruido, mucho amor por el ciclismo, y eso es único”, decía el uruguayo Eric Fagúndez tras la llegada de una prueba de 273 kilómetros de extensión.

Le Paprika es uno de los tantos bares que sacan las mesas a la calle en estas noches veraniegas. Está ubicado a escasos metros de donde el sábado y el domingo pasaron las pruebas de ciclismo, pero antes de eso, cuando el martes Léon Marchand venció en la final de 200 metros estilo pecho, con un público mucho más reducido, la gente se paró de las sillas. Varios vecinos se acercaron corriendo. “Allez, Léon” fue el más reconocible de los gritos, que poquito a poco empezaron a ganar la calle. El toque de Marchand, a centésimas de alcanzar un récord mundial, pero con un nuevo oro en el bolsillo, desató el momento de júbilo. Marchand es el máximo medallista francés de estos juegos, y le ofreció a su delegación cuatro medallas de oro en las cuatro pruebas individuales en las que participó: 200 metros mariposa, 200 y 400 metros combinados, además de la ya mencionada de estilo pecho.

Juegos en celular

El sábado, cerca de la Torre Eiffel, luego de la finalización de la prueba de ciclismo en la que el uruguayo Fagúndez terminó 55º, y en la que ya mencioné que hubo dos medallistas franceses, camino al metro escuché un grito. Otra explosión de alegría, un ciudadano siglo XXI con el celular en la mano, y otro grito atrás. A destiempo, cuatro o cinco más. Teddy Riner acababa de asegurar para Francia la segunda medalla de oro en judo, que hasta el momento es el único deporte además de la natación en el que los locales sumaron múltiples oros. Tanto el viernes como el sábado, los ojos de toda Francia estuvieron ahí, en un espacio en donde presencialmente 5.000 personas pudieron verlo en vivo. Macron estuvo ahí, como también viéndolo a Marchand, y no es casual. El presidente hace acto de presencia en los lugares donde más visible estará. Los ojos de Francia estaban allí, y los deportistas no fallaron. Riner consiguió su quinta medalla olímpica individual consecutiva, la cuarta de oro, también consecutiva, y aportó a que Francia retuviera el oro por equipos. El nacido en Guadalupe es estrella absoluta, y los franceses que desde hace años vibran con el judo vibran con él.

Vibraron con el rugby, desde antes de encender la llama, con la esgrima en el Grand Palais, edificio construido a finales del siglo XIX para recibir la Exposición Universal de 1900, acondicionado para la ocasión, en las afueras de Invalides, alentando a arqueros franceses, a escasos metros de donde se encuentra la tumba de Napoleón. Los franceses profesan devoción a estas competencias, se muestran de mejor ánimo que habitualmente, según dicen quienes viven acá, y portan sus colores a todas partes. Cantan la Marsellesa, a viva voz, como canción de hinchada. Incluso la conductora del programa de cierre de jornada en el canal Eurosport, que tiene un estudio apostado en la fan fest más grande de estos juegos, el parque La Villete y su Grand Halle, se animó a cambiarle la letra al himno para meterle unas líneas de homenaje a Léon Marchand, que curiosamente le calzaron a la perfección al remate. Nadie se escandalizó.

Mismos colores

Hay otras pasiones. En la Arena Bercy vibran otros, que lucen los mismos colores, pero con estrellas. Simone Biles se robó el espectáculo en la gimnasia artística femenina, y la abrumadora mayoría del público, con banderas estadounidenses, estuvo ahí para explotar en aplausos al finalizar cada rutina. Al cierre de este domingo ya contaba con tres medallas, en tres pruebas disputadas, las tres de oro. En la mañana uruguaya del lunes, estará buscando ganar el 5 de oro, cuando compita en las finales de viga y suelo, en esta última, amplia favorita. Sería un logro impresionante, tan impresionante que ni siquiera Biles lo ha logrado antes. Ganó cuatro doradas en Río, sumando una de bronce en viga también por entonces. El martes volverán a vibrar los gringos, porque se jugará el primer partido de los cracks de la NBA en París, luego de completar la fase de grupos en Lille. Será por los cuartos de final, contra Brasil.

Ya pasó más de una semana de los Juegos Olímpicos de París 2024, ahora la cuenta se convierte en regresiva, faltan siete días. Las crónicas deportivas han contado victorias, derrotas y desempeños. Caminando por la ciudad, adentro de los estadios o subido al metro, esta crónica desde la tribuna puede asegurar que, con la enseñanza de Horacio, si de algo no me pierdo, es de ver qué es lo que hace vibrar a esta gente.