El despertador despabiló el día bastante antes de lo normal. Bruno Cetraro remó con el sueño de participar en una final olímpica en París 2024. Pero no alcanzó. La parada era difícil, tenía que meterse entre los tres primeros de seis competidores. El holandés Simón van Dorp y el neozelandés Thomas Mackintosh eran número puesto y había que luchar por el cupo restante.

El remero uruguayo de 26 años peleó a la par en los primeros 1.000 metros, incluso llegó a liderar por pequeños instantes una carrera que en su andar mostraba más paridad de lo imaginado. El belga Tim Brys fue el que no aflojó y en los 500 metros siguientes se afianzó en el lugar destinado para los mortales.

En la recta final, el montevideano dijo luego que “luché hasta donde pude, ahí solté y me puse a pensar en el sábado”. Su tiempo fue de 07.28.09. Guardó energía para la final B que se desarrollará en dos días, a las 5.06 de Uruguay, y que otorga diploma olímpico para los dos mejores.

“No se dio la medalla, que era el sueño, pero acá no se termina nada. Me di cuenta de que cada vez estamos más cerca, con eso me quedo”, analizó Cetraro.

El camino es la recompensa, dijo aquel maestro, y el remero, pese a la derrota, tiene claro su recorrido: “Mi rendimiento fue bueno, felicito a los rivales porque fueron mejores en esta oportunidad. Hace un año que hice un cambio de categoría, me fui acoplando. Es cuestión de seguir creyendo en mi trabajo y entrenando para continuar con el proceso. Me encanta este desafío”.

Para concluir, enfatizó: “Lo que más me llama de ser campeón olímpico no es la medalla, sino la persona en la que me tengo que convertir para lograrlo. El desafío es llegar a mi límite físico y mental. Hoy soy mi mejor versión, pero apunto a seguir mejorando”.

En la segunda semifinal, el alemán Oliver Zeidler -candidatazo al oro- estableció un nuevo récord olímpico con 06.35.77. Disputará la final junto con Yauheni Zalaty (bielorruso que compite para el equipo de neutrales), el griego Stefanos Ntouskos, Van Dorp, Mackintosh y Brys.