Este sábado en la mañana corrió Matías Otero en semifinales y final B de canotaje, y con su actuación terminaron los Juegos Olímpicos París 2024 para la delegación uruguaya; los atletas ya piensan en Los Ángeles 2028. En la semifinal de kayak 1.000 metros terminó en el puesto 9; si quedaba en los primeros cuatro lugares clasificaba a la final A, por medallas, y se aseguraba el diploma olímpico (mejores ocho), pero por el resultado le tocó competir en la final B. Terminó sexto en ella y se quedó con el puesto 14 de la clasificación final con 29 piragüistas, la mejor ubicación para Uruguay en la disciplina, en la que participaron deportistas uruguayos en 1992 y 2004, cuando Darwin Correa logró ser 16° entre 19 competidores.
- Leé más sobre esto: Juegos Olímpicos: ¿cómo les fue a los deportistas uruguayos?
“Un gusto amargo, pero también muy feliz”, dijo Otero luego de culminada la final. Contó que “no fue como lo teníamos planeado”, pero remarcó que salió “alegre a pesar de la mala semifinal que tuve, con una sonrisa de momentos, dándome cuenta de que estaba en un juego [olímpico]. Al terminar miré la grada, que es inmensa, y te llena saber que estás compitiendo con los más grandes. Eso es muchísimo”.
Su objetivo era conseguir un diploma olímpico, que obtienen quienes salen entre los puestos 4º y 8º. “Teníamos los tiempos, teníamos el trabajo, entonces sabíamos que se podía. No salió, y eso fue un golpe un poco duro realmente, pero teníamos que centrarnos aun así para la final B; yo dije que hacerlo bien en una final B también me valía, porque sé que es muy difícil esto. Y bueno, la final B tampoco salió bien, nos desconectamos un segundo y perdimos un poco la regata. Pero bueno, supimos lidiarlo, subimos al final y bien, pero por eso el gusto amargo es que el trabajo no se vio 100% reflejado”.
Calificó la final como “dura de cabeza, de las que mis entrenadores dirían que son de las que se aprende”. “Hicimos bien la primera parte, pero la parte del medio debería haber sido más fuerte, más como lo hice en los cuartos de final, y tuve que ir duro de cabeza, y esperar los 200 finales para subir e intentar rescatar alguna posición, que por orgullo no quería quedar último, y bueno, por suerte no quedé”.
Describió ese momento malo de la carrera como una “desconexión”. “Es muy duro no sólo estar compitiendo ahí, sino saber llevar las gradas, el ruido, el que esté un barco delante tuyo, que sean tantos barcos, te hace tener que poner cabeza fría, y ese momento de desconexión que sólo lo pensaste… nada, se te pasó por la mente, te puede hacer perder una carrera, porque son tres minutos 30 que uno tiene tiempo para ratificar algo, pero cada error son centésimas que cuestan mucho recuperar”.
Su participación en estos juegos, en los primeros que participa y en los que resultó de la mitad para arriba, son a su entender “un punto de partida a nivel olímpico” y ahora quiere enfocarse en Los Ángeles 2028. “Yo sabía que estos juegos iban a ser más una toma de contacto, yo tenía ya pensado ir a Los Ángeles, y bueno, para Los Ángeles, misma meta en principio, conseguir un diploma, pero esta vez cumplirlo. Es simplemente un punto de partida para seguir para adelante: ya vimos la experiencia, vimos que es duro, vimos que la gente es buena, a pesar de que ya se sabía, uno tiene que vivirlo para tenerlo en cuenta, y bueno, ahora ya sabemos que hay que afrontar con más trabajo, más disciplina, y cabeza alta como quien dice”.
Matías había intentado clasificar a Tokio 2020, pero finalmente se suspendió el clasificatorio por la pandemia por covid-19, aunque ahora dice que no estaba preparado para hacerlo. “No era una persona tan disciplinada, y en Tokio dije ‘esto no va más’, yo quiero ir a un juego, es mi sueño y tengo que esforzarme más”. “Realmente el sueño lo tuve desde 2016 cuando fui en junior a un clasificatorio olímpico, que no fui a participar yo, fui por otra categoría, pero ahí me di cuenta de que era lo máximo a lo que podía aspirar en mi deporte, y bueno, desde ese día lo tuve en la cabeza, pero a partir de 2020 me puse muy serio con el asunto, porque para que se hagan realidad las cosas uno tiene que trabajarlas”.
La apuesta fue grande e implicó mudarse a España para mejorar sus entrenamientos. “Cuando me fui a vivir vi cómo era entrenar en serio, me enseñaron a entrenar de nuevo, a reprogramar mi forma de entrenar, y me di cuenta de que me encantaba entrenar, y que obviamente me encanta ir rápido. En su sana medida, una de las cosas más gratas que tengo es subirme a un bote y poder ir rápido, y eso hay que mostrarlo en estas competencias, donde está el más rápido”.