Nacional jugó el mejor partido del Clausura. Fútbol dinámico, atildado, muy intenso y, por momentos, de alta factura técnica de mitad de cancha hacia arriba. Con mejor precisión en la definición pudo golear. Incluso, hubo tres goles anulados a Rubén Bentancourt vía VAR por finas posiciones adelantadas.
El tricolor rápidamente se puso en ventaja. Paulo Lima, que generalmente es zaguero, pero ocupó el lugar de Lucas Morales en el lateral derecho, quedó enganchado y Nicolás López picó solo. El Diente definió por arriba de Jhonny da Silva con clase y a los cuatro minutos colocó el primero.
Con la tranquilidad que brindaba el resultado, los de Martín Lasarte mostraron su mejor versión. Fue una constante la búsqueda a las espaldas de los laterales rivales, con los volantes que llegaron por esa zona y los delanteros tirando diagonales desde el centro hacia las bandas. Complicaron muchísimo a una defensa que jugó demasiado en línea y nunca encontró solución al problema.
El segundo pudo ser antes, pero cayó promediando el segundo tiempo. Bentancourt se tiró a la derecha y centró perfecto para Gastón González, que, en la soledad del segundo palo, la empujó de zurda para convertir por primera vez con la casaca del bolso.
Nacional no dejó jugar a Wanderers
Nacional fue una topadora en el primer tiempo. Presionó alto y prácticamente no dejó que Wanderers pasara la mitad de la cancha entre el gol y los 30 minutos. Con balón, centralizó con pases largos a los delanteros que tiraron diagonales ante la línea defensiva y fue amenaza constante. Los de Lasarte intentaron el juego directo, sin gran tenencia.
Nicolás López se movió por todo el centro del ataque y fue muy inteligente para ubicarse a espaldas de los volantes rivales. Combinó por izquierda con Diego Zabala y por el medio con Bentancourt. Si bien la visita tuvo un montón de situaciones de gol, por momentos se reiteró en centros que despejaron con comodidad Mario Risso y Emiliano García.
La clave para establecer tal supremacía estuvo en la presión alta. Lucas Sanabria rompió y Christian Oliva ofició de tapón; ambos tuvieron un notable desempeño dentro de un colectivo muy dinámico que impidió que el rival manejara el balón. Nacional recuperó la pelota rapidísimo cada vez que la perdió.
Wanderers, que se vio notoriamente superado, desperdició una chance clarísima en el arranque, cuando todavía todo seguía igualado. Tabaré Viudez tiró magia en el área e, increíblemente, Royón en la puerta del arco no pudo darle dirección de gol. Recién sobre el cierre pudo volver a tener alguna tímida insinuación sobre la meta de Luis Mejía. Lo positivo para el bohemio fue irse a descansar un gol abajo, el resultado fue generoso con los de Antonio Pacheco.
Dominó de otro modo
Para el segundo tiempo, los equipos se repartieron la tenencia del balón. Era imposible para Nacional sostener la presión intensa que ejerció en la primera mitad. Decidió esperar más atrás y contragolpear. Con otro libreto, los tricolores siguieron generando las más claras y dando sensación de peligro cada vez que pisaron el campo rival.
Wanderers insinuó y, con más hombres de ofensiva, se plantó más cerca del arco de Mejía, pero no logró darle buena utilidad al balón. Previo al segundo gol estuvo la más clara para empatar: en una segunda pelota, Matías Fonseca cayó por el segundo palo y se relamía para mandarla a guardar cuando lo molestó su compañero Lima, que además estaba adelantado.
El segundo tanto tricolor le puso la tapa al partido. La superioridad en juego nunca se trasladó al marcador. De haber sido así, pudo ser una goleada histórica.