Uno siempre vuelve a donde fue feliz, dicen por ahí. Pablo López retornó a Malvín y el club del barrio otra vez es el recinto donde pasa la mayor parte de sus días. Las piezas que alguna vez se desarmaron otra vez encastraron y así, amalgamadas, transitan la realidad con felicidad y emoción.
López vive a pocas cuadras de la institución. El camino es corto, pero las muestras de cariño desde que se confirmó su retorno al playero son infinitas. El entrenador reconoció que “no se lo esperaba”. Entre lágrimas de emoción, dijo: “Me siento muy querido; que la gente me diga que está contenta suma”.
No es para menos: López fue el entrenador en los cinco títulos de Liga Uruguaya que consiguió Malvín, todos en 12 años, entre 2006 y 2018. Sin dudas, la institución del barrio en ese lapso dominó el básquetbol y se acostumbró a charlar entre los grandes por mérito propio.
La realidad ahora es otra. Sin la potencia económica de esa época no tan lejana, los de la avenida Legrand buscarán resurgir de a poco, con el ídolo encabezando el nuevo proyecto. El entrenador ya está en su salsa, va a los partidos de formativas, se queda horas entrenando técnica individual y corrigiendo a los jugadores detalles en los movimientos que parecen mínimos, pero hacen la diferencia. En definitiva, ya empezó a elegir cómo ganar...
¿Qué te llevó a volver a Malvín?
Una vez que decidieron el cambio de entrenador, Sergio Somma se comunicó conmigo, me planteó la situación del club y si estaba dispuesto a formar parte en este momento del equipo. Le dije que sí automáticamente. Estaba listo para hacer lo que hiciera falta.
¿Qué representó que te fueran a buscar?
En principio, agradecimiento de que me tuvieran en cuenta. Me enfoco mucho en lo que hay que hacer, intento evadir las excusas y poner el foco en la tarea que es importante. Deportivamente buscamos una construcción integral, participar en formativas y acompañar a los entrenadores. En el plantel principal construir un equipo para pelear arriba lo antes posible, ese es el desafío, con mucho respeto por todos los clubes.
¿Qué diferencias encontraste con el club tras haber estado algunos años afuera?
Culturalmente, en formativas hay un equipo más desarrollado, en busca de tener algunos talentos para potenciar y que lleguen a tener nivel de primera. En mayores se está tratando de solventar una situación económica que le puede durar al club uno o dos años más.
¿Qué es para vos volver a Malvín?
Me siento muy querido. Fueron muchas muestras de afecto, no me las imaginaba. Entrar cada día y que la gente me diga que está contenta de que estoy acá, suma. La emoción va con los recuerdos. Mi parte más importante es la cultural, cómo hacemos el trabajo para que el club siga creciendo en la forma de hacerlo, que los jugadores se desarrollen y produzcan más rápido. Cuando sos entrenador estás un poco más aislado de la gente, pero esta vez fue así, muy emocionante. Me tomó por sorpresa.
En ese sentido, ¿cómo fueron tus primeros días en la vuelta al club?
Es positivo, muy afectivo. Resalto a morir que es un club familiar. La apuesta siempre fue que el club familiar pudiera ser de alto rendimiento. Llegamos hasta donde pudimos y ahora estamos sembrando otra vez para empezar otra fase.
¿Te presiona que tu figura ilusione más que lo que la realidad marca?
No reparo en esas expectativas. Me fijo más en la tarea, en lo que hay que hacer. Trato de conectarme con la realidad del club y del personal que vamos a tener. Vamos a tratar de ser la mejor versión cuando estemos juntos. Una vez que te ponés a entrenar al equipo, el foco es muy interno, sesgado. Estoy agradecido con la gente. Malvín va a ser la mejor versión que pueda ser y va a estar lo más alto que pueda estar.
“El tema es que la competencia sea mejor, que esté mejor vendida, que los recursos sean mayores, depender menos de los mecenas, que se juegue en todo el país”.
Pensar la LUB
¿A qué apuntan deportivamente para este año?
Estamos trabajando con Sergio Somma, Mauro Somma y Horacio Martínez, tratando de ver los recursos para conformar el plantel. Mi sugerencia es que las fichas mayores del plantel que lleguen puedan tener un contrato de por lo menos tres años para desarrollarnos juntos. En ese sentido, también esperamos que Lucas Capalbo pueda renovar, ya que lo consideramos un jugador importante dentro del equipo. El gran diferencial lo marcan los extranjeros. Si nosotros podemos tener una base sólida con jugadores comprometidos y claros, que los que lleguen nos ayuden a mejorar para tener un roster más profundo y en algún momento podemos tener extranjeros de nivel, vamos a ser contendientes de vuelta.
¿Te quedó algo pendiente de tu etapa anterior?
Vine con la máxima humildad posible. Somma me planteó la situación del club. Él me quería explicar y yo le dije: vamo’. Es una corriente afectiva, una construcción de valores que nos permite elegir cómo ganar. Todo es mucho más sencillo.
¿Qué forma eligen para ganar?
Cuerpos técnicos comprometidos a muerte, eso se mantiene e incluso se mejora. Los jugadores que contratamos queremos que vengan a hacer lo que al equipo le haga falta para ganar; no creemos en las divas, jugadores que ganen o pierdan solos. Elegir extranjeros que vengan a hacer al equipo mejor, eso es fundamental. Todo esto, sumado al trabajo que haga falta, es lo que nos puede distinguir. La mejora continua es lo que nos planteamos como equipo de rendimiento.
Lejos de casa
¿Qué aprendiste fuera de Malvín?
Tuve una preciosa experiencia en Peñarol, muy nutritiva en todos los aspectos. Es un club bien organizado con muchas ganas de ir por el torneo, como se nota ahora. En la primera temporada sorprendimos un poco con el equipo profundo y llegamos a la final, en la segunda remontamos la quita de 5 puntos para salvarnos del descenso, y por un tema de compromiso de cierto jugador no pudimos avanzar en playoffs y, en la última, terminó como terminó.
¿Te dolió la salida de Peñarol?
No la entendí. Siempre tomé decisiones para tener el equipo definitivo lo antes posible, sin importar el resultado de la Liga Sudamericana, que la queríamos ganar obviamente.
¿Te encontraste con una institución que se asemeja más al fútbol que al básquet en sus formas?
No. En absoluto. Hay un grupo de dirigentes muy responsables que se ponen entre la hinchada y el equipo. Las condiciones profesionales son buenas. Es Peñarol, había jugado ahí de niño. Tiene cosas distintas al resto de los equipos por ser tan popular, pero la tarea siempre fue para el alto rendimiento.
Observar mucho el juego
Estás yendo mucho a ver básquet de ascenso; ¿qué te mueve?
La pasión. Sigo a algunos jugadores que pertenecen a Malvín. Tengo muchos amigos y compañeros trabajando también. Hay mucho para mirar y aprender; si bien es muy linda la pantalla y ahora podés ver mucha cosa a la vez con el streaming, nunca es lo mismo la energía de la cancha.
¿Qué te está gustando?
Es difícil, los equipos intentan ser lo más profesionales posible en la competencia que tienen. No se pueden tener torneos de tres o cuatro meses en Uruguay. Tal vez Puerto Rico, México o Venezuela. Con la carencia de tamaño y estructura que tenemos, lo más importante es lo cultural, tenemos que hacerlo realmente muy bien para achicar los márgenes de error. Necesitamos competencia más meses, que la Federación se encargue de los torneos amateur y de formativas, que la liga de los profesionales involucre al litoral, que los que quieran participar en formativas puedan y necesitamos que el básquetbol sea nacional. El gran secreto del fútbol es el baby fútbol; cuando estuve en Paysandú propuse el baby básquet, pero todavía no funcionó, esperemos que en algún momento se haga.
¿Sentís que las competencias paralelas son positivas?
No lo siento así. Los equipos con menos posibilidades o recursos económicos no disponen de medios para tener formativas para nutrir sus planteles de primera. Hay una brecha muy grande entre el deporte amateur y el profesional. Hasta que no nos sinceremos y tengamos una visión superadora que nos involucre a todos, como pasó en Argentina, va a ser difícil. La decisión será de los dirigentes, pero creo que no es un tema de campeonatos. El tema es que la competencia sea mejor, que esté mejor vendida, que los recursos sean mayores, depender menos de los mecenas, que se juegue en todo el país, aunque sea tres o cuatro meses.