La selección uruguaya masculina de fútbol cerró su doble participación de la fecha FIFA de octubre con dos victorias, 1-0 ante República Dominicana en Kuala Lumpur y 2-1 en Malaca ante la selección mundialista de Uzbekistán, que por primera vez se clasificó al Mundial, ambas ciudades de Malasia.

Son muchísimas las conclusiones y proyecciones que se pueden sacar de estos dos partidos en cuatro días. Muchas de ellas, las fácticas, serán materia de análisis del cuerpo técnico de Marcelo Bielsa, quien además, con su conocimiento particular, su idea central y sus procesos de razonamiento, podrá procesar las conclusiones particulares y colectivas más trascendentes para el objetivo central de su contrato y de su labor: la fase final del Mundial 2026.

También habrá otros razonamientos de entendidos y entendidas en la materia que están preparados y entrenados para deslizar sensatas –pero apresuradas– conclusiones, básicamente inválidas para las determinaciones finales de quienes manejan la empresa de dirigir la selección nacional. Y serán miles las opiniones impertinentes, descalificaciones y calificaciones sumarísimas de personas que no forman parte de ese proceso y que, de una manera muy rústica y precaria, al costado de una línea de cal, detrás de un alambrado, frente a un televisor, bárbaramente procesan la idea de que saben de esa tarea, están preparados y harían jugar a ese equipo mucho mejor que el DT.

De Tabárez a Bielsa

Hay otras conclusiones que no aparecen directamente, pero tienen que ver con estos procesos y emparientan a Óscar Washington Tabárez con la actualidad de la selección de Marcelo Bielsa.

Es que desde la refundación de las selecciones nacionales con el Maestro en 2006, con la ejecución y el desarrollo del “Proyecto de institucionalización de las selecciones nacionales y de la formación de sus futbolistas”, la celeste ha estado en la cancha en cada fecha FIFA con un objetivo pensado, porque la idea era que la actividad competitiva de la selección fuera permanente y continua y se nutriera de torneos oficiales continentales y mundiales, y, además de las fechas FIFA, partidos amistosos pactados por iniciativa propia. Así fue como Uruguay, a diferencia de lo que sucedía antes, no ha dejado de participar en este nivel de competencia, aun cuando –como ahora– los rivales no parecieran tan calificados. Pero sirve y además da muestras de cómo se capitaliza un proceso virtuoso.

En estas dos victorias, sin la presencia de los jugadores más fijos de la selección de Bielsa –y los que se puede presumir que estarán en la nómina mundialista–, las oncenas estuvieron integradas en su amplísima mayoría por futbolistas que habían hecho su carrera pasando por las selecciones juveniles, sub 17, sub 20 y sub 23. Tabárez lo había diagnosticado en 2006 y había advertido lo que no se hacía: “Las selecciones nacionales han sido inconexas. A nivel de selección mayor no hubo continuidad de la organización ni de las estrategias, luego de llegado el tiempo de determinada meta, generalmente vinculada a la disputa de los campeonatos mundiales. Tampoco ha existido la coordinación y la consecuente continuidad entre la selección mayor y las de nivel juvenil, que aportan talentos a aquella. Ese tránsito natural de un talento desde las selecciones juveniles hacia la mayor no se ha enriquecido más que en algunos períodos determinados, por lo que ese proceso siempre ha sido históricamente discontinuo”. Se corrigió y funcionó, y sigue funcionando, aunque el esquema organizativo ha cambiado notoriamente, porque la tarea y el objetivo de Bielsa apuntan exclusivamente a la selección absoluta.

Otros porqués

¿Para qué y por qué se jugaron estos partidos? En principio, por la razón del artillero: hay que competir siempre. Pero además porque estos cuatro amistosos –los ya jugados y los de noviembre ante México y Estados Unidos– sirven para la configuración de los bombos para el sorteo del Mundial. La mitad del proceso ya se ha salvado con victorias, pero representarán un muy escaso puntaje debido a la calificación de los rivales y el algoritmo que se usa para otorgar el puntaje: suma o resta según el resultado de cada partido que juega una selección, tomando en cuenta el resultado del encuentro, la competición a la que pertenezca y el diferente ranking de los rivales de turno. Será muy difícil que, aun ganándoles también a México y Estados Unidos, le dé a Uruguay para pasar al bombo de los cabezas de serie, pero igual hay que intentarlo.

La otra clara razón de estas dos últimas presentaciones basadas en un plantel de 17 futbolistas con no tantas presencias en equipos titulares de Uruguay era examinar y ver quiénes están más cerca de sumarse a una lista que ya parece próxima a la veintena de candidatos para Estados Unidos, México y Canadá: Sergio Rochet, Santiago Mele, Nahitan Nández, Guillermo Varela, Ronald Araújo, José María Giménez, Mathías Olivera, Matías Viña, Joaquín Piquerez, Manuel Ugarte, Federico Valverde, Rodrigo Bentancur, Giorgian de Arrascaeta, Nicolás de la Cruz, Facundo Pellistri, Darwin Núñez, Rodrigo Aguirre y Maximiliano Araújo son esos que parecen estar casi seguros de acuerdo con una proyección del historial de presencias y conformidad.

Después de estos dos partidos, parece que Franco Israel se aproxima a ser uno de los tres goleros obligatorios en la lista, mientras que resultaron confirmatorios los encuentros de Federico Viñas, que hizo las asistencias para los tres goles de la gira y reafirma su proyección de futuro, y del zurdo floridense Juan Manuel Sanabria, que jugó muy bien los dos encuentros. También reafirmó su capacidad y sus posibilidades el fernandino Emiliano Martínez Toranza, de muy buen desempeño. Otro debutante, el sanducero Ignacio Laquintana, aprovechó la oportunidad para anotarse en una lista de posibles aspirantes. El zaguero Santiago Bueno, capitán ante los uzbekos, mostró que está a la altura, mientras que Facundo Torres y Rodrigo Zalazar respondieron a las expectativas.

Otra vez, otro proceso y otro entrenador, pero esta vez no pasó como en la China Cup de marzo de 2018, unos meses antes del Mundial de Rusia, cuando Lucas Torreira –que debutó en esos partidos– y Diego Laxalt se aseguraron un lugar en la lista de Tabárez para Rusia 2018.

Ahora habrá que esperar por las conclusiones de Bielsa, saber qué hará en los dos próximos y exigentes amistosos de fecha FIFA –el 15 de noviembre ante los mexicanos en Torreón, y el 18 del mismo mes contra Estados Unidos en Tampa– y revisar qué plantel elige para esas fechas, aun sabiendo que después, en 2026 y más cerca del Mundial, habrá por lo menos una ventana más para afinar la lista, entre el 23 y 31 de marzo, en la última fecha FIFA. También habrá dos partidos más pegadito al inicio del Mundial, encuentros de despedida que se desarrollarán con las listas casi confirmadas entre el 1° y 7 de junio, días antes del inicio del torneo, pactado para el 11 de junio.