En el Franzini se cerró la última fecha del Clausura. Fue con empate 1-1 entre Defensor Sporting y Nacional, en un partido que futbolísticamente dejó mucho que desear. Festejaron los tricolores porque se metieron en la definición del campeonato uruguayo, se fueron disconformes los violetas porque no pudieron entrar a la Libertadores del año que viene. José Pepe Álvarez se llevó los aplausos de la tarde con un golazo; el Diente Nicolás López encontró lo que buscaba su equipo cuando la tarde se iba.

1. Hasta el gol

Se agarró la cabeza el tipo. No lo podía creer: la pelota y su parábola perfecta, desde el centro hacia el ángulo izquierdo del arquero Mejía, la explosión en violeta.

Pepe Álvarez le pegó con la izquierda, esa gamba donde le pica la vida entera. Dio la impresión de no saber muy bien cómo la bola le llegó viboreando, pero no pensó, apenas la relojeó y midió, automático, con un gesto antiguo, pero bien sabido. José miró, y Mejía, el arquero, también la vio. La pelota fue a clavarse en el ángulo donde duermen las arañas y donde sueñan los futbolistas. Pero Álvarez, sorprendido de su propia virtud, se quedó inmóvil, apenas entendiendo que la puso ahí, agarrándose la cabeza con las dos manos para creer que sí, que fue gol, aunque el grito llegara después.

Ese 1-0 de Defensor llegó prácticamente al cierre del primer tiempo. Hasta ahí la cosa había estado chaucha. En la cancha, un partido rígido, con estructuras apretadas, sin sorpresas ni pinceladas de buen fútbol. Parecía que no se jugaban nada, aunque se jugaran mucho. Afuera, en las tribunas, el tiempo pasó entre las radios y los celulares: las tres canchas dependían entre sí, entonces, los violetas querían saber qué onda con Juventud, y los bolsos, aunque cantaran como si no pasara nada, estaban pendientes de cómo iba Peñarol. Pero adentro, lo que se dice el partido en sí, flojo, desprolijo, se destacaron más los empujones y las faltas que la claridad y –mucho menos– algo parecido a las chances de gol.

2. Mirá cómo era

Cuando se fueron al descanso, Defensor era cuarto y conseguía el último puesto a la Libertadores –porque Juventud perdía con Progreso–, y Nacional quedaba empatado con Peñarol en la punta de la tabla anual –porque el carbonero vencía a Montevideo City Torque–.

En la tribuna se preguntaban a qué juega Nacional. Han pasado los técnicos y el tricolor sigue buscando su identidad, una marca propia, una forma o manera, algo que hable de sí: a qué juega. Sin embargo, o en el medio de esa pregunta, el bolso jugaba y fue a buscar el empate por obligación y necesidad. El nuevo de Jadson Viera tiró el equipo arriba con los cambios y sus futbolistas le respondieron. No les quedaba otra, más cuando llegó la info de que Peñarol tenía controlada su victoria.

Equipo abierto y atacar por las bandas, ese fue el manual tricolor en el trámite final del partido. A qué juega quedará para el trabajo en la semana, lo que necesitaba el domingo era conseguir el objetivo de abrochar la tabla anual. Lo hizo por izquierda, primero, cuando Diego Romero trepó –con perfil, no como Nicolás Rodríguez, que hizo lo que pudo con su derecha– y encontró –lo que le cuesta a Nacional encontrar al Diente– a López, que cuando está en el área con la pelota controlada es como un oficinista con su sello: estampa y a cobrar. Beso en el escudo y locura nacional.

3. La próxima sale

Nacional no ganó ningún título en la temporada, pero ganó la tabla que pesa y está en la final, donde mirará de reojo lo que hagan Liverpool y Peñarol. Defensor irá a la Sudamericana, que no será la Libertadores, pero tampoco es poco.

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