Hay algo en el murmullo del pelotón que se transmite como una herencia. No tengo pruebas pero tampoco dudas. Cuando Ignacio era niño, su padre, viejo ciclista, lo llevó a correr carreras. Cinco, seis años, y ya estaba arriba de la bici. Abajo, en la almohada, los sueños tempranos en su Treinta y Tres natal.
Un día el ciclismo dejó de ser hobby o diversión y lo empezó a mirar de otra manera. Confió en sí mismo y arrancó a competir. Aquel joven talento se hizo notar desde un principio, y con 16, 17 años corrió por el Unión 33, el equipo de sus pagos, para después saltar al Club Ciclista Fénix. Corrió acá, pasó por Brasil, también por los pelotones de España. A la par que ganaba carreras, soñaba con hacerlo en las grandes, en esas donde quedan los nombres marcados a fuego para siempre.
Sueños. Paciencia, trabajo, sacrificio, preparación, y otra vez los sueños, ahora al alcance de la mano. O del pedal, como cuando se dio cuenta, en la última etapa de la 53ª Rutas de América, que quedaría en la historia de la carrera.
¿Cómo es ganar una carrera de estas?
No sé con qué compararlo; es un momento de mucho orgullo, mucha felicidad. Me siento realizado, se me cumplió el sueño de ganar una grande en nuestro país, de quedar en la historia de nuestro ciclismo.
¿Un sueño que tenías desde cuándo, Ignacio?
Y... a medida que van pasando los años, que vas compitiendo a nivel nacional, después a nivel internacional, te vas dando cuenta de que los resultados que vas obteniendo tienen trascendencia, pero no como lograr una gran vuelta, como Rutas de América o la Vuelta del Uruguay, que son las carreras reconocidas a nivel internacional, las carreras más antiguas de nuestro calendario. Y bueno, ahí empezás a querer estar en el marcador, digamos. Vas quemando etapas, cumpliendo pasos, estuve varias veces siendo sub 23, ganando el sub 23, siendo podio; ahí vas queriendo cada vez un poquito más, un poquito más, hasta que hace unos años me venía dando cuenta de que era lo que quería. Si bien he tenido la suerte de ganar varias carreras en nuestro país, me faltaba coronar una grande, y pude completar el sueño este año.
Se te vio fuerte, sobre todo en la segunda parte de Rutas. ¿Cómo fue prepararse para ganar?
El trabajo viene siendo muy duro año tras año, tratando de exigirse un poquito más y ponerse más en el compromiso de querer lograr ese objetivo. Sin restarle importancia al resto, porque me ha ido excelente esta temporada, tuve el Tour de San Carlos, que fue una alegría enorme, pero quería esta Rutas de América. El año pasado, cuando terminó la Vuelta, a los dos o tres días empecé a plantearme esto como objetivo; prácticamente un año trabajando, pensando en esto, día tras día para que el nivel siguiera mejorando.
¿Y cómo la planificó el equipo? Porque tenés como compañero a Juan Caorsi, que fue el ganador de la última Vuelta.
En principio, cuando me llaman a principio de temporada, fui claro en ese sentido: este iba a ser mi objetivo. Y ellos querían contar conmigo justamente para eso, para apostar a las carreras más importantes, las carreras por etapa, las carreras que tuvieran contrarreloj individual, ya que me estaba destacando en esa modalidad. Desde un principio ellos sabían que yo iba a ir por la general, el equipo salió trabajando para mí, para tratar de que no quemara las fuerzas en momentos que no eran necesarios; el equipo se brindó al 100% y a la prueba está que pude llegar a las últimas etapas con las mejores piernas, rendir en la crono, quedarme con la crono y quedar líder para la etapa final.
¿Fue ahí que te empezaste a dar cuenta de que había chances reales de ir por Rutas o fue antes?
Mirá, las dos primeras etapas quizás no fueron las mejores, porque un día la llegada fue bastante confusa y no pude estar en lugares de bonificación; el siguiente día sufrí un pinchazo en los últimos kilómetros y eso me retrasó un poquito, llegando con el tiempo del grupo pero sin poder pellizcar bonificaciones. Después llega la etapa que se suspende, donde tuvimos un día libre para recuperar y replantearnos qué íbamos a seguir. Ahí les dije a mis compañeros que, a mi entender, empezaba Rutas de América porque se venían las etapas clave, las etapas duras por el terreno.
Te referís a las tres etapas seguidas entre las sierras, por llamarlo de alguna manera.
Sí. En la primera de ellas, que largamos de Fray Marcos a Cerro Chato, donde conozco bastante el terreno para ese lado y sabía que faltando 50 o 60 kilómetros era bastante duro, donde decidí atacar. Desde ahí, que fue un ataque solo donde se hizo diferencia y quedamos un grupo de siete u ocho adelante, me di cuenta de que estaba como para disputar la carrera, que realmente había llegado al 100%.
Ahí se rompió la general, pero había nombres importantes, el malla Leonel Rodríguez, Matías Presa, Sergio Fredes. ¿Estudiaste las referencias de nombres y tiempo o te enfocaste sólo en vos?
Sin duda que se estudia, se ve a los rivales y se ve cómo están sus equipos conformados: Cerro Largo estaba muy fuerte; iba Vinicius Rangel, brasileño, un excelente ciclista, y venía de correr en Europa; estaba Sergio Fredes, que también era candidato a quedarse con la carrera. Confié en mis posibilidades, busqué estar en todos los [embalajes] bonificados, en las bonificaciones intermedias dentro de las etapas, pude ir pellizcando y pude entrar detrás de los dos velocistas en la etapa de Melo, donde los rivales directos en la general no bonificaron y yo sí porque entré tercero. Ahí me parece que fue un golpe más duro para ellos y donde pude empezar a imponerme para quedarme con esta general.
Después vino la contrarreloj, en una doble etapa que tuvo una primera parte polémica. ¿Conocías el circuito?
Sí, lo tenía bastante claro, había entrenado ahí e incluso tenía la referencia de la contrarreloj de Rutas de América del año pasado, que a mí se me había escapado por unos segunditos, fui tercero a cuatro o cinco segundos del primero; lo puntual fue el viento, estaba soplando mucho, imaginé que iba a ser un poco más dura. Desde el momento en que llegamos de la primera parte de la etapa yo me concentré sólo en la contra y en que la recuperación fuera lo más rápido posible. Pude correr al 100%, rendir al máximo, tuve el apoyo de toda la gente de Maldonado corriendo como local y eso fue un incentivo también.
Gran crono de 17 minutos, pero después vino la última etapa, donde te atacaron por todos lados.
Después de que termina la crono sabíamos que teníamos muy pocas horas para festejar, más bien teníamos que recuperarnos y pensar en defender la malla líder. Ese día me sentía muy bien, el equipo también, salimos enfocados desde un principio; vimos que el viento estaba muy fuerte, iba a pegar siempre cruzado, y Cerro Largo no esperó, a los diez, 15 kilómetros estaban atacando y ahí pensé que por momentos se me podía complicar. Me sentía muy bien, traté de controlarlo, no desesperarme, mi equipo trabajó y pudieron conectar de nuevo, hasta que en el tramo a la ruta 8 se volvió a cortar el grupo. Desde ahí traté de defenderme hasta el final.
Pero no sólo te defendiste, sino que en alguna tiraste algún lance también.
Sí. Siempre digo que no hay mejor defensa que un buen ataque. Y bueno, por momentos, cuando veía que a los rivales también les iba doliendo, intenté mostrar un poco de presencia para que ellos vieran que uno viene bien, ¿no? Lo psicológico juega un papel muy importante.
¿Ahí te convenciste de que Rutas no se te escapaba más?
En el último bonificado, faltando 20 kilómetros, en el premio especial que había, que tenía tres segundos de bonificación. Lo gané, la confianza me subió y ya estaba convencido de que hasta el final no me iban a poder desprender hasta la raya.
¿Estás festejando y pensando en la Vuelta?
La idea es hacer una buena recuperación. Por la experiencia en años anteriores siempre la Vuelta me cae muy bien, porque intento descansar lo mejor posible después de Rutas. La preparación ya está hecha, es recuperarse, descansar y volver a sentir esa motivación de querer. Si el cuerpo responde, la idea es mantener el nivel para encarar la Vuelta con un buen rendimiento.
Dos cuestiones. Una: ¿creés que te van a marcar diferente por haber ganado Rutas?
Sí, puede ser. La rivalidad me parece que va a ser la misma, pero sí van a tener en cuenta otras situaciones, otros momentos. Quizás intentar sacarme ventaja previo a las etapas clave por el antecedente de Rutas. Pero bueno, confío plenamente en mí y en mis compañeros. Siempre digo que uno tiene que soñar en grande, y quién quita de que podamos hacer una buena recuperación y pelear por un doblete, hacer Rutas y la Vuelta.
La otra cuestión es: ¿alcanza el nivel para ganar una Vuelta, que puede tener entre tres y cinco equipos extranjeros?
Todavía no tenemos nada confirmado de cuáles van a ser los equipos ni cuántos. Hay que tener en cuenta que la semana siguiente de la Vuelta está el Panamericano acá y hay muchos equipos que quieren venir ya para quedarse. Veremos. También va a depender de la calidad de ciclistas que vengan, aunque estos últimos años ha pasado que más o menos el nivel es el mismo.
Se nota que confiás en tu poderío.
Sí, sin duda que sí.
Correr en España
Cuando Ignacio Maldonado tenía 20 años llegó la oportunidad del ciclismo europeo. Había corrido su primera Vuelta del Uruguay, que en ese entonces era categoría UCI, ganó una etapa, fue el mejor sub 23 y terminó siendo captado por el Kouta Construcciones (España).
“Estuve una temporada. Me fue bien deportivamente, pero sentimentalmente me tiró para abajo porque estaba lejos de mi familia; comunicarme con ellos era dificilísimo, la tecnología no estaba ni cerca de estar desarrollada como está ahora. Los meses que estuve pasé realmente mal, en lo psicológico y sentimental, y por esas cosas no decidí volver. Seguí enfocado acá y ahí me dediqué al estudio cuando regresé. Después tuve contactos, varios contactos para intentar que volviera, pero después van pasando los años, la madurez, se empieza a conformar la familia y ya las cosas no son tan fáciles cuando uno es joven”.
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