Ganó Peñarol y se sacó la mufa. Si bien sigue lejos de la cima, el carbonero volvió a ganar luego de seis partidos y cortó una racha de tres derrotas consecutivas. Fue 2-0 ante Juventud en Las Piedras.

El equipo pedrense desperdició una buena chance de acortar distancia respecto del líder, Liverpool: quedó a cuatro puntos y parece quedar lejos del sueño del Apertura.

Luego de un primer tiempo para el olvido, Peñarol encontró el primer gol de penal. Con esto se sacó la mala energía y mejoró las sensaciones. No brilló, poco importaba esta tarde.

Otra buena noticia fue la conversión de Leonardo Fernández, que venía torcido en la definición, sobre todo en los tiros de pelota quieta. El 10 –que anotó por primera vez con ese dorsal– juntó a todos sus compañeros en el festejo para dar una señal de unidad necesaria en este momento del aurinegro.

Siesta inminente

El primer tiempo fue discreto. Casi no hubo situaciones de gol y las pocas aproximaciones fueron de escaso peligro. Juventud esperó e intentó darle seguridad a la resistencia de mitad de cancha. Peñarol manejó bien la pelota, pero fue inoperante en la zona de influencia; tuvo tenencia de balón, pero falló continuamente en la definición. Malos pases filtrados, centros desviados o apiladas en las que terminaban perdiendo la pelota con el rival.

Dentro de un trámite flojo, las veces que el pedrense pisó el área dio mayor sensación de gol. Hubo buen despliegue de Rodrigo Chagas y Bruno Larregui fue movedizo, tirando diagonales a las espaldas de la línea final, aunque no fue bien habilitado por sus compañeros.

En horas de la tarde y con sol de frente, la invitación a la siesta otoñal parecía imposible de rechazar. La batucada en la tribuna de Peñarol y el aliento constante de los carboneros hicieron zafar de la modorra. Lo futbolístico fue un bostezo.

Terminó el maleficio

Tras 387 minutos, Peñarol volvió a anotar. Leo Fernández sacó un zurdazo potente y superó a Sebastián Sosa desde el punto penal. El carbonero encontró agua en su desierto con la tonta mano de Jonathan Urretaviscaya, que extendió su brazo sin necesidad. Cuando no se veía el gol por ningún lado, cayó la mano que ayudó al equipo de Diego Aguirre.

Minutos antes de la apertura, el partido ya había mejorado. Leonardo Coelho tuvo un cabezazo al horizontal y, del otro lado, Larregui erró un gol increíble cuando Martín Campaña había dejado un rebote flotando en el área chica.

Al jugarse desde un área a la otra, los equipos se fueron estirando y el trámite se hizo más entretenido. Una vez que el aurinegro consiguió la diferencia a favor, a los pedrenses les costó cambiar la pilcha y pasar a proponer. Los de Diego Monarriz siempre se sintieron más cómodos jugando de respuesta. Si bien elevaron la tenencia, se repitieron en centros sin destino.

El sueño del pibe

Nahuel Herrera fue titular por primera vez: Aguirre lo eligió en lugar de Javier Méndez y Juan Rodríguez, que venía de una noche para el olvido ante Liverpool.

Más allá de su buen rendimiento defensivo, Herrera disfrutó de su primer gol con la casaca aurinegra. Luego de una pelota quieta, quedaron los dos zagueros en ataque, Coelho se la bajó y Herrera definió notable, con un toque de delantero ante la salida de Sebastián Sosa. Beso el escudo del que es hincha. Seguramente muchas veces soñó el momento que, en la tarde pedrense, se transformó en realidad.

Con ese gol Peñarol liquidó el partido. No fue vistoso, estuvo lejos de jugar bien, pero ganó y eso, en el panorama de las últimas semanas, fue una gran noticia.