En Belvedere empezó el Intermedio para Liverpool y Cerro. Los negriazules llegaron inflados tras el Apertura ganando, los albicelestes pagando deudas en la hora para poder jugar. Adentro, el fútbol, esa cuestión democrática en la que a veces no se nota la supremacía de uno sobre otro, si es que hablamos de dinero.

Liverpool quiso pero no pudo y después debió remar con uno menos tres cuartos de partido; Cerro quiso con timidez y terminó aferrándose al empate, porque más vale uno que nada.

Liverpool buscó y no encontró

Nadie podía sorprender: el campeón del Apertura salió a proponer su dinámica de partido, ese engranaje futbolístico que tiene que ver con la posesión de la pelota, los movimientos que buscan avanzar, el repensamiento si es necesario volver a empezar y el profundizar por bandas cuando hay hueco y chance de llegar al arco rival.

Todo eso Liverpool lo pudo hacer prácticamente hasta el minuto 25. Y tan bien le salió que en ese rato generó tres chances claras de gol, todas con un protagonista, Abel Hernández, y un antagonista, Mathías Cubero. La primera fue a los 15, cuando la Joya ganó de cabeza tras un centro de Gonzalo Nápoli y Cubero la echó al córner. En dicho tiro de esquina se repitió la fórmula, y otra vez ganó el arquero. Y como no hay dos sin tres, volvió a pasar. En esta última hubo un claro agarrón a Hernández, pero el árbitro desestimó la infracción (o no la vio y no le fue advertida desde el VAR).

Más allá de las oportunidades, por como estaba dada la dinámica, parecía cuestión de tiempo el gol negriazul. Cerro sólo atinaba a defenderse y proponer algún atisbo de lo que podría considerarse un contraataque. Pero en el fútbol también está lo fortuito, y en una jugada que parecía aislada se fue expulsado Martín Rea. El zaguero, que hace una semana le dio el título a su equipo, no controló bien un pase en zona defensiva, la bocha se le fue larga y, ante el apuro de un delantero cerrense, se tiró con la pierna adelante y le dio un planchazo a Agustín Miranda. Roja bien sacada y a las duchas.

Segundo tiempo distinto

Liverpool hizo el gasto en el segundo tiempo. Armó línea de tres atrás, pero de mitad de cancha para adelante no cambió su actitud ni un ápice: de frente. Sin embargo, pese a tener uno de más, no se encontró un Cerro que le propusiera un juego más ofensivo, sino que el villero salió con la misma intención de esperar y contragolpear, tal vez un poco más adelante que antes.

Con el pasar de los minutos el negriazul se fue cansando. Tabaré Silva, DT de Cerro, advirtió que eso estaba pasando y por eso mandó cambios de tinte más ofensivo. Poco a poco el albiceleste fue acercándose al arco del bueno de Sebastián Lentinelly. Incluso Cerro hizo un gol, pero no valió por fuera de juego de Enzo Larrosa.

Y como de muestra sobra un botón, cuando parecía que el visitante le encontraba la punta al partido y sacaba provecho de jugar con uno más desde el minuto 25, Cubero fue a protestarle al árbitro y se comió una amarilla que creyó injusta, increpó y empujó al árbitro Javier Feres, y este lo mandó al vestuario. Agustín Miranda debió calzarse los guantes porque Cerro no tenía más cambios.

Seguramente Miranda sea uno de esos que, en los picados entre semanas, pida el arco para el chiveo. No fue muy exigido por Liverpool. Entre el cansancio y los cambios que no le funcionaron del todo, los de Joaquín Papa tuvieron más intenciones que chances claras. Hubo un tiro a la carrera del paraguayo Hugo Quintana que se fue ancho y la más clara la tuvo Renzo Machado, que ganó por arriba, pero su cabezazo fue al medio, justo donde estaba parado Miranda. En suma, empate son goles y a otra cosa.