En su partido más esperado, el sueño de llegar a esta instancia de definición, Uruguay cayó goleada ante la poderosísima selección brasileña por 5-1 y de esta forma se despidió de su chance de llegar a los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028 y de estar en la final, pero no de pensar en subir un escaloncito más y pelear por un lugar en el podio de la Copa América femenina, el viernes por la noche ante Argentina.

El equipo celeste tuvo diez minutos jugando casi a la perfección, de lo que podía brindar en tan difícil instancia, con una nueva defensa, ya que no contaba con sus marcadoras laterales, y ensayando una línea de cinco para defender, pero desplegándose muy bien con la pelota mirando al campo contrario. Sin embargo, y tras haber tenido la chance de abrir el marcador a través de una preciosa combinación de contragolpe entre Belén Aquino y Wendy Carballo, a los diez y a los 11 minutos llegaron los goles brasileños que generaron una ventaja que representaba una suerte de injusticia por lo que estaba pasando, pero que no hacía más que demostrar la enorme capacidad del fútbol brasileño.

Un centro perfecto, casi un pase, de la crac Marta a la cabeza para Amanda permitió el cabezazo con mucha técnica y precisión de la goleadora del Palmeiras para anotar el primer gol brasileño. Apenas un minuto después, cuando las jugadoras uruguayas estaban golpeadas y tal vez despistadas por aquel primer gol, una jugada de rápido ataque brasileño derivó después de un rebote en Giovana, que terminó colocando el 2-0.

Lo raro y llamativo es que el equipo uruguayo recibió dos goles, pero antes de los 15 minutos tuvo dos claras oportunidades de gol: una, la ya señalada combinación entre Aquino y Carballo, y la otra, un doble ataque que terminó con la pelota rebotando en el travesaño después de un toque de Yannel Correa.

Una complicación posterior, cargada de injusticia, fue la sanción de un inexistente penal, incluso contando con la herramienta del VAR, que no fue revisada por la jueza paraguaya, que ya se había adelantado a amonestar a Carballo en una jugada a la salida del área brasileña, y que terminó ratificando la sanción de un penal porque dos futbolistas, Daiana Farías y una brasileña, corrieron mano a mano rumbo a la pelota que dio en la cara de Farías, que cayó nocaut; también cayó la brasileña y la jueza sancionó penal, que con toda su absoluta calidad remató Marta, colocando la pelota muy lejos del intento inicial de adivinar de Agustina Sánchez.

Claramente, cuando Uruguay perdía 2-0, estaba, por lo menos para la afición uruguaya, la sensación de que un gol celeste cambiaba por completo el partido. Ahora, ya con la diferencia de tres goles, esa idea o proyección quedó absolutamente de lado frente al riesgo manifiesto de seguir recibiendo ataques brasileños.

Con esa ventaja tan amplia en el marcador que refrendaba la diferencia teórica que hay entre dos planteles y dos representaciones nacionales de muchísima distancia por el dominio absoluto de las brasileñas en América, los minutos finales de la primera parte quedaron en algunos aislados intentos de Uruguay, que ya no tuvo como antes jugadas tan claras de gol, y nuevamente las rápidas y casi siempre efectivas combinaciones de las brasileñas llegaron con peligro en un par de ocasiones más sobre el arco de Sánchez, que también tuvo en alguna de sus compañeras de última línea con quites importantísimas, como un par de cierres que realizó Ángela Gómez, esenciales en el resultado final de la primera parte.

Cuando no se puede, no se puede

El segundo tiempo fue una nueva demostración del valor y la capacidad de estas muchachas, que salieron con todo y a los cinco minutos lograron ponerse 1-3 cuando después de una sucesión de ataques en un córner la defensora brasileña Isa Haas terminó metiendo la pelota en su propio arco. Después de eso, las uruguayas buscaron y hasta dominaron, y a nada estuvieron de achicar más la diferencia, pero la arquera Claudia fue vital para evitarla.

Metió ataques seguidos el equipo de Ariel Longo, con sensación de injusticia en algunos pitazos y no pitazos de la jueza paraguaya Zulma Quiñonez –con un comportamiento bastante autoritario y nada ecuánime–, y, para peor, en un tiro libre aislado, Amanda metió un fierrazo impresionante contra el caño para marcar el 4-1.

Ya en los últimos minutos fue notorio el desgaste físico de las futbolistas, más marcado en las uruguayas, y a los 86 Dudinha metió otro sablazo de derecha que llevó el marcador a 5-1.

Ahora queda esa nueva final, que no es por el título ni por un cupo olímpico, pero es una final por seguir mejorando en la historia, y no es poco. Es el viernes con Argentina, en busca de un histórico lugar en el podio.