Fue un partido inmenso, que desembocó en inmensa tristeza de Peñarol e inmensa alegría de Racing, que en los descuentos encontró el gol que lo clasificó al mejorar su diferencia de goles. Racing ganó 3-1 y Peñarol 1-0 en Montevideo, por lo que los albicelestes se quedaron con la llave con un global 3-2 cuando todo estaba preparado para los penales. Una pena.

Este partido, jugado en Avellaneda y correspondiente a la vuelta de los octavos de final de la Libertadores, no era, desde el punto de vista del calendario, una final; sin embargo, antes, durante y después, lo fue. A las 21.31, cuando por fin empezó a correr la pelota sobre el césped parejo pero empapado del Juan Domingo Perón, nadie precisaba que avisaran que esto era la Libertadores. La tensión única de estos partidos, sus protagonistas, la gente en las tribunas, el colorido y algo que trasciende a todo ello y que no es físico, sino puramente emocional, nos decían que estábamos ante una instancia única.

El primer ataque fue de Peñarol, con Nacho Sosa pintado de puntero izquierdo, llegando hasta el fondo. Sin embargo, los primeros cinco minutos fueron netamente de Racing, con jugadas que hicieron temblar al Cilindro, como un rebote que dio el arquero chileno Cortés y que le dejó la pelota a Adrián Maravilla Martínez, que no pudo definir. Y fue así que, ya a los seis minutos, el equipo de Avellaneda consiguió la temprana ventaja con un tiro libre centrado tras una falta a Adrián Balboa. Hubo un solitario cabezazo cruzado en el área de Rojo, y al cruzarlo de palo, la pelota se planchó en el agua y le quedó a Maravilla, que venció a Cortés, quien, al igual que sus compañeros de última línea, estuvo frágil en la acción.

Corriendo el ómnibus hasta alcanzarlo

Salir a remar tan tempranamente representó un problema y muchas dudas para Peñarol. Sólo a ganas y corazón, pero sin sistema, intentó atravesar la mitad de la cancha para llegar a las inmediaciones del arco racinguista. Sin embargo, la pelota casi siempre volvía a los pies de los de camiseta albiceleste.

La vez que Peñarol pudo progresar ordenadamente con toques, engaño y verticalidad, casi llega el empate, pero el arquero Arias se la sacó a Maxi Silvera. Apenas un minuto después, y como consecuencia de un córner que había provocado Nacho Sosa entrando por derecha, Nahuel Herrera se elevó como un resorte casi medio metro y conectó un rotundo cabezazo que venció a Arias, para poner el 1-1. Iba sólo un cuarto de hora y todo eso había sucedido.

Esto es Peñarol

Creció insospechadamente Peñarol, se potenció con su posicionamiento en el área contraria y, sobre todo, con el gol del empate. Y a partir de allí empezó una fase de dominio carbonero. El 4-4-1-1 con Maxi Silvera colgado del pincel, pero demostrando de cuánto es capaz como delantero solidario le rindió al elenco de Diego Aguirre.

El equipo uruguayo se asentó en el juego, mostró la personalidad propia de los colectivos uruguayos, pero además tuvo la audacia y la expectativa de volver a marcar, atacando con bastante frecuencia y generando situaciones que podrían motivar mucho peligro, como por ejemplo las pelotas aéreas, básicamente a través de tiros de esquina.

Al llegar a la media hora, Racing activó otra vez el botón de despegue buscando el segundo gol, que en los hechos lo llegó a convertir, pero no subió al marcador porque su autor, Marcos Rojo, antes de poner un soberbio cabezazo, dio un empujón. Estuvo tan intenso Racing que a Peñarol se le hizo dificultoso mantener el 1-1, pero pudo llevarlo hasta la frontera del entretiempo.

Despacio que estoy apurado

El segundo tiempo empezó sin agua, pero con una lluvia de pelotas aéreas de Racing que pusieron en cuestión a la defensa aurinegra y dejaron al desnudo ciertas falencias de Brayan Cortés para salir a descolgar o quedarse con la pelota en las manos.

Racing siguió construyendo sus proyectos de ataque por afuera y básicamente con sus carrileros Martirena por derecha y Gabriel Rojas por izquierda, sembrando el área de jugadas en extremo peligrosas, tanto por la capacidad del ataque de los argentinos como por cierta incapacidad de Peñarol para marcar las pelotas aéreas de Racing.

Al llegar el cuarto de hora, Aguirre hizo un cambio de hombres y de estructura, hasta de posicionamiento radical en la cancha, al pasar a jugar con tres zagueros. Sacó a David Terans y colocó al pedrense Pedro Milans en el lateral derecho, por lo que Maxi Silvera quedó como navegante solitario en el ataque. Tal vez fue demasiado para lo que vendría.

El péndulo era ataques de Racing, no todo lo peligrosos que la gente quería, y espaciados pero poderosos contragolpes de Peñarol, armados con pocos futbolistas dando todo. Cabrera en una, Sosa en otra, quedaron casi cara a cara con el arco argentino, pero no pudieron redondear la definición esperada, en una porque cerró justo Rojo, y en la otra porque Sosa llegó muy forzado y su remate salió sin fuerza como para vencer a Arias.

Para cuando entró Matías Arezo, a eso de los 25, ya le quedaban menos fuerzas a los carboneros como para intentar lanzar un ataque que pudiera potenciar al goleador surgido en River. Racing quería más y más, por lo que Gustavo Costas colocó más gente en ofensiva, quitando a un mediocampista y a un defensa.

A los 38 del segundo tiempo, después de un muy controversial penal cobrado por el árbitro colombiano Roldán, penalcito como mucho, Martínez anotó para poner a Racing 2-1 y empatar la serie. El Cilindro se activó como un caldero hirviendo, difícil poder sostenerse entre tanta tensión, emoción y expectativa. Quedaban diez minutos y había que buscar el destino del partido y de la llave.

El final fue una absoluta locura, con varias situaciones a narrar, por ejemplo, un par de ataques netos de Peñarol y una sucesión de cambios, entre los que se anotó el de golero en Racing para atajar los penales al ingresar Cambeses, y tres cambios en Peñarol, entre los que se incluyó el de Leo Fernández.

Pero un gol de Pardo al final y antes de cualquier posible acción de definición por penales liquidó todo. Fue un centro cruzadísimo de Gastón Martirena al segundo palo, donde Pardo entró solo, absolutamente solo y descuidado, para meter un cabezazo que hizo explotar las redes. Horrible desatención que le costó la copa a Peñarol.

Así es el fútbol y esto es fútbol.

Foto del artículo 'Peñarol eliminado de la Libertadores'

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