Uruguay logró cosas muy difíciles, como volver a ganar después de un gran triunfo. La histórica victoria ante Estados Unidos dejó a la celeste como un rival de respeto, esa noche dejó de ser el equipo débil del grupo. Era algo ultracomplejo clasificar en una zona repleta de copetudos, pero el equipo de Gerardo Jauri lo hizo ganando dos partidos, contra todo pronóstico.
Uruguay ganó un encuentro durísimo a Bahamas por 100-91. Por momentos estuvo fea y el equipo lo volvió a sacar, con mezcla de básquetbol y rebeldía, con las ganas de defender la camiseta que es de todos por representar al país que los vio nacer. La celebración es necesaria cuando los pasos son seguros. Conformarse puede ser un pecado, pero disfrutarlo es una obligación. Uruguay es uno de los mejores ocho equipos de América y se siente hermoso.
Ahora espera rival, que se definirá con el enfrentamiento entre Brasil y Estados Unidos que va a las 22.10. Luego de conocer si es segundo o tercero en la zona, se sabrá el rival por la clasificación general que ordena del 1 al 8 los equipos que avanzaron de fase.
El inicio del lío
Los partidos con rivales que tienen el estilo de juego de Bahamas son un peligro porque se juegan muchas posesiones. Los centroamericanos tienen talento, pero no son disciplinados. Si agarran una rachita positiva, te matan, si no, se caen; sin término medio.
El primer tiempo fue un electrocardiograma constante en el tanteador. La celeste comenzó mejor, generando muchas diferencias desde el movimiento de balón y repartiendo el goleo. Los caribeños cambiaron el ritmo al pasar a defender en zona 1-3-1; a Uruguay le costó unos minutos descifrar la estrategia rival. Jauri bajó la talla del equipo colocando tres chicos para darle más dinámica a la ofensiva, y con Mateo Bianchi siendo profundo en las caídas del pick and roll central, Uruguay retomó el control para cerrar 22-16 arriba el primer cuarto.
Bahamas encontró dividendos cuando pudo correr la cancha. El gran diferencial a favor del rival en el primer tiempo fueron los puntos de contraataque, en ese apartado superó 14-2 a la celeste. Pese a eso, los de Jauri se sostuvieron elevando los porcentajes de tiro de 6.75, con un pasaje brillante de Joaquín Rodríguez, bien secundado por Bruno Fitipaldo y Luciano Parodi.
Uruguay sacó 11 a falta de 2.35 para terminar el primer tiempo, ventaja considerable que ilusionaba. Pero las rachas bahameñas volvieron a presentarse en el estadio Alexis Argüello de la ciudad de Managua y con un parcial de 11-0 lo empataron para irse 46 iguales al descanso largo. En ese lapso, la celeste perdió cinco balones y lanzó sólo una vez al aro, lo que facilitó que los caribeños explotaran el ataque rápido.
Del sufrimiento a la alegría
A Bahamas volvió a costarle el ataque establecido en el inicio; Fitipaldo comenzó a tomar el mando del goleo para sostener a Uruguay, que seguía sin fluir ante la zona. Emiliano Serres fue el que mejor leyó al colocarse un paso adelante del libre, en un hueco grande que dejaban los caribeños; desde ahí anotó.
Pese a no jugar bien, la celeste parecía más firme, pero otra vez volvió a cerrar muy mal y recibió un parcial en contra de 14-4 en el epílogo del tercer cuarto. Más allá de las virtudes de los centroamericanos, hubo errores importantes de los dirigidos por Jauri, sobre todo al momento de dar las faltas regalando un montón de libres al rival, que entró al último 72-66 arriba.
La mano estaba complicada, y, cuando eso pasa, se necesita a alguien que saque la cara por el equipo. Ese fue Fitipaldo, el capitán que apareció cuando más se lo necesitaba. Primero sacó la metralleta con triples consecutivos y, una vez que le ajustaron el tiro, repartió juego para todos. Además, puso libres claves, terminó con 33 puntos, 13 asistencias y ocho rebotes, una locura.
En el último cuarto, Bahamas fue dependiente de Domnick Bridgewater –29 tantos–, que complicó constantemente, pero en el cierre nadie lo acompañó. Franco Miller, que venía secundando con el lanzamiento a distancia, falló tiros con total libertad en el momento más caliente de la tarde nicaragüense.
Un triple de Serres sentenció el partido y soltó el grito eufórico que estaba ahogado. Uruguay ganó y espera adentro.