La metáfora de los platitos chinos que tienen que girar todos a la vez, o de la orquesta sinfónica que tiene que combinar todos sus instrumentos para lograr un resultado armónico, son ilustraciones para hablar de la política económica, o, dicho de forma menos técnica, del desafío de mantener andando la economía de un país. Son múltiples los factores que impactan y diversas las decisiones internas a tomar, pero todo confluye en una cuestión clave: las expectativas. Lo que creen que va a pasar los agentes económicos, es decir, las personas que toman decisiones –en lo macro o lo micro–, así como las señales que ellos y las autoridades exponen, forman algo cercano a una potencial profecía autocumplida.
Este proceso, con las expectativas en el centro, es relevante a la hora de hablar sobre los precios de la economía, sea la inflación o el valor del dólar. En las últimas semanas, tanto a nivel político como en el debate entre los analistas económicos, el tema que acaparó la atención fue el registro inflacionario y las medidas anunciadas con foco en lo salarial, pero hubo otra tendencia financiera que se consolidó: la baja del precio del dólar.
La moneda estadounidense finalizó el viernes a nivel interbancario en 40,07 pesos –valor de cierre– y se negoció en promedio a 40,49 pesos, lo que confirmó una semana bajista en la cotización, en la que con cuatro días de operación –el lunes fue feriado y los días previos también, por Turismo– perdió más de un peso o 2,9%. Si ampliamos la mirada a todo el año, la cotización pasó de estar en 44,5 pesos a caer algo más de 10% en cuatro meses.
Para indagar en las razones detrás de los movimientos del dólar, sus efectos y la proyección a futuro, la diaria consultó a dos especialistas, que con sus decisiones y análisis forman expectativas: Nicolás Cichevski, gerente de Análisis Económico de la consultora CPA Ferrere, y Santiago Hernández, gerente de Inversiones de la AFAP Sura.
A modo de advertencia previa, respecto del panorama mundial, Hernández señaló: “Estamos en un momento en que están ocurriendo concomitantemente varias transiciones, poco vistas en los últimos 20 o 30 años. Un ciclo de mayor inflación en países desarrollados, la transición de políticas monetarias en dichos países, un potencial cambio de orden geopolítico, en el cual la hegemonía de Estados Unidos en el orden mundial y potencialmente en su moneda puede tener implicancias. Todo ello repercute en forma directa e indirecta en el valor del dólar”.
En clave local y como adelanto del conjunto de variables a atender, Cichevski sostuvo: “Uno [cada país] tiene muchos objetivos y en algunos casos, como en el contexto actual en Uruguay, puede ser razonable el anuncio de recuperación del salario real [hecho por el gobierno], pero tiene como contracara que si vas hacia un alza de la tasa de interés, se deprecia el tipo de cambio [baja el dólar] y perdés competitividad”.
Pandemia, commodities y la FED
A nivel global y para hablar del dólar, en primer lugar hay que atender que con la pandemia los países aplicaron una política de mayor emisión para apalancar la recuperación económica; entre ellos, Estados Unidos, que bajó su tasa de interés, una referencia mundial para los inversionistas. Si esa tasa es baja, como en tiempos de pandemia, son más atractivos otros proyectos, como invertir en los países emergentes, mientras que si la tasa de la Reserva Federal (FED) estadounidense sube, la preferencia se revierte.
Ya hace meses que la FED comenzó un proceso gradual de suba de la tasa de referencia, por lo que el dólar debería fortalecer su precio en el mundo, y así ocurrió, según repasó Hernández: el índice DXY, que mide el valor del billete verde frente a una canasta de otras monedas, “se apreció desde inicio del año 5%, y registró valores máximos para los últimos cinco años contra las monedas que componen el índice –euro, libra esterlina, franco suizo, yen, dólar canadiense y la corona sueca–”.
Sin embargo, “la tendencia fue distinta para las monedas de ciertos países emergentes” que exportan commodities, que vieron subir sus precios en dólares, primero por la demanda pospandemia y luego por los coletazos de la guerra. “Desde el inicio de la invasión rusa a Ucrania, el real [brasileño] se valorizó casi 8% y el peso uruguayo 7%”, destacó Hernández. Entonces, hay un factor global que fortalece al dólar, pero otras tendencias que se entrecruzan lo hacen bajar de precio en los países emergentes, que reciben más por sus exportaciones, como el caso de Uruguay.
“Sobre todo durante 2022, todas las monedas de Latinoamérica, por el precio de los commodities, se apreciaron bastante”, dijo Cichevski. El analista compartió un gráfico que muestra la evolución similar del valor del dólar en Uruguay y un índice de las monedas de la región –Brasil, Argentina, México, Colombia y Perú, entre otros–, en que únicamente varió la trayectoria de ambas en los últimos días, cuando bajó en Uruguay pero no en los demás países.
Para Hernández, hay dos aspectos a atender en torno al proceso: que al comenzar la pandemia “las monedas emergentes evidenciaron una desvalorización respecto del dólar en forma muy pronunciada, por ejemplo, el real desde febrero de 2020 a inicios de 2022 se había desvalorizado 20% y el peso uruguayo, 16%”, y que “si bien los precios de los commodities tuvieron importantes alzas en los últimos dos años, no habían dado tanto sostén a las monedas de países exportadores como lo visto en lo que va de 2022”.
Hacia adelante, en clave global, Cichevski apuntó que “es mayor la expectativa de que la FED va a subir las tasas de forma más rápida”, en busca de combatir la inflación en Estados Unidos, por lo que el proceso de fortalecimiento del dólar debería cobrar mayor vigor. ¿Eso llevaría a que subiera el billete verde en Uruguay? “Estamos en un contexto de mucha volatilidad, pero es algo que en algún momento puede hacer pegar un salto al dólar, como pasó hoy [por el viernes]”, dijo Cichevski. En esa jornada, el dólar subió más de 3,5% en Brasil, el mercado cambiario que más incide en la cotización local.
Hernández, por su parte, opinó que “el peso uruguayo ha seguido la tendencia de las monedas de países exportadores de commodities, especialmente agrícolas, algo que se podría mantener en un contexto internacional de alta inflación y disrupciones de oferta como consecuencia de las tensiones geopolíticas”.
Inflación, salarios y expectativas
Para continuar entendiendo los movimientos del dólar, ahora en clave local, Cichevski apuntó a las señales que dejaron dos hechos recientes: la reunión del Comité de Política Monetaria del Banco Central del Uruguay (BCU) del 7 de abril y los anuncios sobre salarios del gobierno del 18 de abril. Como “conjetura” a confirmar, sostuvo que “cabe preguntarse” si estos dos hechos no están detrás de la baja semanal del dólar –a contrapelo de la región–, en función de las expectativas formadas por los agentes locales.
En la reunión en que definió sus acciones prioritarias, el BCU subió la tasa de interés en 1,25 puntos porcentuales y marcó como objetivo primario el combate a la inflación; en esa línea, anunció que habrá nuevos incrementos de la tasa de referencia. Al igual que pasaba en el caso de la FED, pero esta vez en lo local, una suba de la tasa hace más atractivo al peso y la teoría económica anticipa que ese escenario lleva a una caída del valor del dólar.
Por otro lado, el gobierno anunció el lunes un ajuste a mitad de año de 2% para los funcionarios públicos y de 3% para los jubilados, así como la sugerencia de adelantar los correctivos por inflación a nivel privado. Siguiendo con la teoría económica, una suba de los salarios anticipa una potencial remarcación de precios por parte de los empresarios, objetivo contrario al que priorizó el BCU.
“Si el BCU decide seguir en la misma dirección, esto requeriría un alza más rápida y profunda de la tasa de interés, lo que traería un tipo de cambio bajo en Uruguay. Pero no descartaría que el mensaje fuera ‘tenemos que perseguir muchos objetivos...’”, es decir que si bien la inflación es prioridad, también el gobierno considera otras opciones –como lo salarial–, atendiendo la realidad política, explicó Cichevski. Lo complejo de esta ecuación es que un potencial impacto de la mejora salarial sería mayor presión sobre los precios y la inflación.
Sobre lo último hablaron en la semana tanto autoridades económicas del gobierno como el presidente del BCU, Diego Labat, buscando llevar tranquilidad sobre que los anuncios fueron coordinados y existe confianza en que lo salarial no tendrá impacto sobre la inflación.
Para Cichevski, resta ver los resultados de la negociación por el adelanto de los correctivos a nivel privado, pero señaló que no es probable que esto “traiga más inflación en el corto plazo”; sin embargo, “a mediano plazo sí creo que los anuncios generan cierta incertidumbre y una validación de que el método de indexación [relación entre salarios y precios] sigue vigente”.
En otras palabras, esta lectura trae expectativas entre los agentes de que podría tolerarse por parte de las autoridades un desanclaje entre la inflación prevista por el mercado –más alta– y la previsión del gobierno –más baja–, así la suba de tasas no sería tan intensa y, por ende, el tipo de cambio no perdería valor. Bajo este escenario y tomando en cuenta lo dicho en clave global, podría cortarse el proceso a la baja del dólar.
En la visión de Hernández y poniendo el foco más en lo regional, “en el corto y mediano plazo” será clave para los movimientos del dólar “qué tanto puedan aprovechar [en términos de crecimiento económico] los países exportadores de commodities agrícolas los precios que hoy se están reflejando en los mercados internacionales”.
El reclamo exportador
El escenario descrito, con el dólar bajando en Uruguay y no alineado al menos en parte al resto del mundo, suele traer el reclamo por la pérdida de competitividad, que lidera el sector exportador. Tras haber mantenido varios intercambios con el BCU ante la caída del billete verde, ahora la Unión de Exportadores del Uruguay (UEU) pidió una reunión a la ministra de Economía y Finanzas, Azucena Arbeleche, para tratar el tema y manifestar “preocupación”.
La economista de la UEU María Laura Rodríguez dijo a la diaria que “las empresas la cuenta que hacen es ‘tengo costos que aumentan y en muchos casos los precios [a los que venden] no mejoraron, habiendo un dólar más bajo’”. Rodríguez manifestó que si bien el ojo suele ponerse “en el monto global de exportación y el monto general de precios de los commodities”, eso no tiene un correlato con la realidad de la mayoría de las empresas.
Rodríguez sostuvo que el sector tiene “heterogeneidad” de rubros y tamaño, con “muchas pymes exportadoras”. Si del lado agrícola y ganadero se concentran los potenciales ganadores del contexto global, las industrias de productos no alimenticios son las más afectadas. “Muchas exportan a la región, ocupan más mano de obra. Depende de cada empresa si tiene espalda para soportar o no algo coyuntural. En oportunidades anteriores, sucedió que terminan cerrando o se van reduciendo”, alertó.
“Pedimos que se vea toda la película. Venimos de años de una situación complicada en materia de competitividad, decenas de miles de puestos de trabajo perdidos. Así llegó la pandemia, aún estamos tratando de salir y aparece la situación en Ucrania, que desacomoda más los precios. Hay muchas empresas que venían arrastrando esa situación... no se puede tomar un dato global y decir está todo bien”, expresó.
La economista de la UEU advirtió que la suba de tasas por parte del BCU “genera cambios en las expectativas, y los jugadores se mueven en función de ello”, y señaló a “este componente local” como parte de las causas detrás de que la cotización del dólar caiga.
El dólar y las AFAP
Santiago Hernández, como gerente de Inversión de una AFAP, forma parte de un sector clave dentro del mercado cambiario y financiero local, ya que los fondos previsionales son actores de peso y, con el movimiento en sus inversiones, impactan en la cotización. El analista explicó que las AFAP usan el dólar con tres funciones: “como unidad de transacción”, por ejemplo, para comprar o vender bonos en mercados internacionales; “como moneda funcional de activos o proyectos cuyas fuentes de ingreso están denominados en dólares”, por ejemplo, inversiones forestales o inmobiliarias; y “como reserva de valor en períodos de mucha aversión al riesgo”. Asimismo, existe un tope legal de activos en moneda extranjera para estas empresas, que es 35% para el subfondo que tiene los ahorros de los afiliados menores de 55 años y 15% para el subfondo con el dinero de los mayores de 55 años.
Hernández repasó que los movimientos a la baja del dólar no llevaron a grandes cambios en los portafolios de las AFAP: “Desde inicios de año, hubo un descenso muy marginal de la posición relativa en dólares dentro de los portafolios y en términos absolutos cayeron en el equivalente a 22 millones de dólares, sobre un total de 19.000 millones de dólares”. Hernández analizó que “se ha mantenido una posición estable en dólares en lo que va del año y esta está muy cercana a la posición estructural que tienen los fondos de ahorro previsional”.