¿La economía global va camino a una tormenta perfecta, en la que Europa, China y Estados Unidos entran en crisis al mismo tiempo más avanzado este año? Los riesgos de una trifecta de recesión global aumentan día a día.

Una recesión en Europa es casi inevitable si la guerra en Ucrania escala y Alemania, que ha venido resistiendo ferozmente los reclamos para dejar de recibir petróleo y gas rusos, finalmente cede. A China le está resultando cada vez más difícil sostener el crecimiento positivo frente a los confinamientos draconianos por la covid-19, que ya han llevado a Shanghái a un freno brusco y ahora amenazan a Beijing. De hecho, la economía china tal vez ya esté en recesión. Y dado que los precios al consumidor en Estados Unidos actualmente aumentan a su ritmo más rápido en 40 años, las perspectivas de un aterrizaje suave de los precios sin un gran impacto en el crecimiento parecen cada vez más remotas.

Los pronósticos económicos privados y oficiales recientemente han comenzado a resaltar crecientes riesgos regionales, pero quizá subestiman hasta qué punto estos riesgos se multiplican cada año. Los confinamientos generalizados en China, por ejemplo, causarán estragos en las cadenas de suministro globales en el corto plazo, lo que hará subir la inflación en Estados Unidos y reducirá la demanda en Europa. Normalmente, estos problemas podrían atenuarse con precios más bajos de las materias primas. Pero sin ningún final claro a la vista en Ucrania los precios globales de los alimentos y de la energía probablemente se mantengan altos en cualquier escenario.

Una recesión en Estados Unidos, especialmente si es generada por un ciclo de alzas de las tasas de interés por parte de la Reserva Federal, restringiría la demanda global de importaciones y provocaría un caos en los mercados financieros. Y si bien las recesiones en Europa normalmente se irradian a nivel global principalmente a través de una demanda reducida, una desaceleración provocada por la guerra podría afectar radicalmente la confianza empresarial y los mercados financieros a nivel mundial.

¿Qué probabilidades existen de que se produzcan estos acontecimientos? La trayectoria de crecimiento de China ha venido desacelerándose desde hace mucho tiempo. Sólo una combinación de suerte y una gestión macroeconómica muy competente impidieron una crisis severa. Pero ninguna dosis de gestión macroeconómica cuidadosa puede ser la solución si las autoridades chinas han tomado las decisiones equivocadas frente a la covid-19.

La mayoría de los países asiáticos ya han abandonado las estrategias de covid cero y están adoptando regímenes que tratan a la covid-19 como una amenaza endémica, no como una pandemia. Ni siquiera China. Allí, el gobierno está invirtiendo sumas gigantescas de dinero para convertir los edificios céntricos de oficinas que están desocupados en centros de cuarentena.

Tal vez los nuevos centros de cuarentena sean una idea brillante, ya que permiten redireccionar el sector de la construcción inflado de China hacia actividades socialmente más útiles que seguir apilando nuevos proyectos tras años de construcción excesiva (algo que el economista del Fondo Monetario Internacional Yuanchen Yang y yo advertimos en 2020). Quizá los líderes de China sepan algo que sus contrapartes occidentales no saben respecto de la urgencia de prepararse para la próxima pandemia, en cuyo caso los centros de cuarentena podrían parecer muy visionarios. Lo más probable, sin embargo, es que China esté luchando contra molinos de viento en su intento de domar al virus cada vez más contagioso, en cuyo caso los centros resultarán ser un enorme desperdicio de recursos, y los confinamientos, inútiles.

El riesgo de una recesión en Estados Unidos sin duda se ha disparado. Las principales incertidumbres ahora son su duración y su severidad. La visión optimista de que la inflación bajará significativamente por sí sola, y que la Fed, por lo tanto, no tendrá que aumentar demasiado las tasas de interés, cada día parece más dudosa. Los ahorros se han disparado durante la pandemia y el escenario más factible es que la demanda de los consumidores se mantenga fuerte, mientras que los problemas de las cadenas de suministro se agravarán.

Es verdad, el gobierno de Estados Unidos parece estar reduciendo sus políticas de estímulo, pero eso hará subir los temores de recesión, aunque ayude a mitigar la inflación de alguna manera. Y si los programas de estímulo siguen a pleno –y, en un año electoral, ¿por qué no debería ser así?–, el trabajo de la Fed será aún más difícil.

En cuanto a Europa, un retroceso como consecuencia de las desaceleraciones económicas en China y Estados Unidos habría amenazado su crecimiento aun sin la guerra en Ucrania. Pero la guerra ha amplificado marcadamente los riesgos y vulnerabilidades de Europa. El crecimiento ya es débil. Si el presidente ruso, Vladimir Putin, recurre al uso de armas químicas o armas nucleares tácticas, Europa se verá obligada a cortar el cordón de manera decisiva, con consecuencias inciertas tanto para su economía como para el riesgo de una mayor escalada, que podría implicar imponer sanciones también a China. Mientras tanto, los gobiernos europeos están bajo una presión considerable para aumentar significativamente su gasto en defensa nacional.

Claramente, los mercados emergentes y las economías en desarrollo más pobres sufrirán fuertemente si se produce una recesión global. Incluso los países exportadores de energía y alimentos, que hasta ahora se han beneficiado económicamente con la guerra debido a los precios elevados, probablemente tendrían problemas.

Con suerte, el riesgo de una crisis global sincronizada disminuirá a fines de 2022. Pero, por el momento, las posibilidades de una recesión en Europa, Estados Unidos y China son importantes y están en aumento, y un colapso en una región planteará la posibilidad de un colapso en las demás. La inflación sin precedentes no facilita en nada las cosas. No estoy seguro de que los políticos y los responsables de las políticas estén a la altura de la tarea a la que pronto podrían enfrentarse.

Kenneth Rogoff, execonomista jefe del Fondo Monetario Internacional, es profesor de Economía y Políticas Públicas en la Universidad de Harvard. Copyright: Project Syndicate, 2022. www.project-syndicate.org.