La propuesta de Brasil de impulsar un impuesto global a los superricos es poco aplicable y podría tener efectos indeseados en Uruguay, dijeron a la diaria el magíster en Derecho Tributario por la London School of Economics Fabián Birnbaum y Javier Metre, socio de CPA Ferrere a cargo del Departamento Tributario.

“Soy escéptico ante un impuesto global. [...] La propuesta de Lula sobre un impuesto a los superricos es más un ideal que algo que realmente vaya a aplicarse a nivel global o en algún país latinoamericano. Me parece que este tipo de medidas o anuncios tienen un tinte más político que económico o de justicia tributaria”, afirmó Birnbaum.

En la misma sintonía, Metre consideró que la propuesta no es “apropiada” para Uruguay. “En nuestro país no hay superricos, por lo que un impuesto de ese estilo va a terminar no alcanzando a nadie. Incluso es probable que, aún sin alcanzar a nadie, genere un efecto adverso, que es que los capitales se vayan en lugar de venir, que es lo que necesita el país”, agregó.

Las declaraciones de los especialistas surgen luego de que el economista Mauricio de Rosa señalara, en diálogo con la diaria, que el impuesto a los “superricos” podría ayudar a reducir la desigualdad en nuestro país.1 Uruguay, al igual que el resto del mundo, tiene una “marcada” desigualdad patrimonial, ya que el 1% más rico de la población dispone del 37%-38% de la riqueza total, por lo que un impuesto al estilo del que propone Brasil, pero enfocado a la realidad del país, podría ser una herramienta para reducir la brecha y financiar políticas públicas frente al déficit fiscal, aseguró el economista. Indicó, además, que la implementación de un impuesto al patrimonio no necesariamente afectaría negativamente el crecimiento económico, ya que la evidencia es “mixta”, y remarcó que “es posible recaudar ingresos considerables incluso con tasas moderadas”.

“La propuesta de Lula sobre un impuesto a los superricos es más un ideal que algo que realmente vaya a aplicarse a nivel global o en algún país latinoamericano”. (Fabián Birnbaum)

Esta discusión deriva en parte de la propuesta del economista francés Gabriel Zucman, experto en tributación y director del Observatorio Fiscal de la Unión Europea, para establecer un impuesto global a los “superricos”. En concreto, la iniciativa alcanzaría a unos 3.000 milmillonarios, cuya renta quedaría gravada al 2%, generando una recaudación anual de entre 200.000 y 250.000 millones de dólares. La propuesta será planteada por el gobierno de Brasil en la cumbre del G20 que se realizará en noviembre, y ya cuenta con varias adhesiones a efectos de desplegar una acción coordinada.

Dificultades

La propuesta de Brasil no detalla la forma en la que se pondría en práctica. Lo que se sabe es que sería un impuesto global, pero el problema es que los tributos son “soberanos y nacionales”, indicaron ambos especialistas. “Hoy por hoy, es una propuesta que cuenta con el apoyo de pocos países. Se podría pensar que una iniciativa de este tipo sea aplicable a nivel mundial sólo si el 100% de los países la implementan; de lo contrario, es muy factible que los capitales terminen huyendo a países con menor tributación”, advirtió Mertre.

Consideró que Uruguay debería pensar más en cómo captar inversiones en lugar de implementar medidas que “muy probablemente” tengan un “efecto contrario”. “Cada país aplica sus impuestos según sus motivaciones, su entendimiento y sus leyes, y si bien hoy en día existen mecanismos de cooperación, también hay muchas competencias fiscales. De hecho, muchísimos países ofrecen ventajas tributarias para [que las personas los elijan para] irse a vivir. Uruguay es uno de ellos. En Europa, casi todos los países tienen ventajas para atraer personas de alto patrimonio: España, Portugal, Suiza, Inglaterra, Italia, por nombrar algunos. Entonces, necesariamente tendría que tratarse de la aplicación de un impuesto global”, agregó Birnbaum. “En segundo lugar, la globalidad de los impuestos es compleja, porque cada país es autónomo y soberano de determinar sus sistemas tributarios. No existe hoy un régimen global, es decir, no existe ningún organismo internacional donde se pueda aplicar una misma interpretación. Entonces, me parece que la aplicación es compleja”, complementó.

En Uruguay

En el caso uruguayo, Birnbaum señaló que todos los impuestos deben ser creados por ley, por lo que deben ser aprobados por el Parlamento. “Habría que ver si el Parlamento uruguayo lo aprueba. No creo que haya un tema de barreras constitucionales [...] hay que recordar que el sistema uruguayo es dual, [y que] se separa el capital y el trabajo bajo la lógica de que el primero es fácilmente movible: hoy lo tenés en Uruguay, mañana podés tenerlo en cualquier lugar del mundo. Por eso, desde 2007 el sistema tributario uruguayo se creó bajo esa hipótesis”, explicó. En cambio, el trabajo, que es “más difícil de mover”, puede llegar a tener tasas más altas, indicó.

“Se podría pensar que una propuesta de este tipo sea aplicable a nivel mundial sólo si el 100% de los países la implementan; de lo contrario, es muy factible que los capitales terminen huyendo a países con menor tributación”. (Javier Metre)

“Entiendo la parte de la equidad, pero el 50% de la recaudación es IVA. Entonces, no creo que [un impuesto a los superricos] tenga un gran impacto en la recaudación y, en efecto, no creo que tenga un beneficio para el resto de la sociedad. O sea, no creo que sea algo que pueda tener un efecto importante para el caso uruguayo. Creo que Uruguay tiene otras oportunidades de mejora en su sistema tributario, en pos de generar más empleo y mejores condiciones para que las empresas vengan y se instalen en el país”, concluyó.