Actividad económica
Durante marzo, el indicador mensual de actividad económica (IMAE) aumentó 4,3% en términos interanuales, a pesar de que se contrajo 0,5% con relación a febrero. En parte, la expansión frente a marzo del año pasado (interanual) refleja un efecto calendario, dado que la semana de turismo en 2024 cayó durante ese mes y no durante abril, como este año (por lo tanto, la base de comparación es baja porque la actividad en marzo de 2024 fue menor).
Con la publicación de este dato se puede “anticipar” el resultado que arrojaría el PIB en el primer trimestre, que se publicará el 12 de junio (el IMAE es justamente un indicador adelantado que busca acortar el rezago de la información inherente a las publicaciones trimestrales del PIB).
En efecto, de acuerdo al IMAE, la expansión de la economía durante ese período ascendería a 3,1% en perspectiva interanual (es decir, frente al primer trimestre del año anterior) y a 0,3% en términos trimestrales (es decir, al comparar con el período octubre-diciembre de 2024).
La política monetaria en su contexto
El Comité de Política Monetaria (Copom) del Banco Central del Uruguay (BCU) decidió por unanimidad mantener la tasa de interés incambiada en 9,25%, “reforzando el sesgo contractivo de la política monetaria con el objetivo de continuar el proceso de desinflación y la convergencia de las expectativas hacia el 4,5% anual”.
En la minuta de la reunión, que se difundió el viernes, el Copom fundamenta su decisión a partir de la valoración que hace del escenario externo y del devenir reciente de la economía uruguaya.
Escenario internacional
Con respecto a la primera dimensión, el documento enfatiza el deterioro de las perspectivas de crecimiento global, que continúan afectadas por la “persistente incertidumbre en materia de políticas, especialmente en el ámbito comercial”.
No obstante, y más allá del recorte de las proyecciones que han realizado los organismos internacionales en sus últimos informes, se destaca que la volatilidad financiera “ha disminuido” y que “los índices bursátiles se han recuperado”. En este escenario, el dólar se ha depreciado globalmente y los precios de las materias primas permanecen débiles, en particular el del petróleo.
En el caso concreto de Estados Unidos, la minuta subraya el aumento de las expectativas inflacionarias, producto de las “políticas proteccionistas y fiscalmente expansivas” que ha desplegado la administración de Donald Trump. Esto reduce la probabilidad de que la Reserva Federal recorte su tasa de interés este año, lo que dejaría unas condiciones financieras para los países emergentes relativamente restrictivas (con relación al escenario previo que incorporaba rebajas de tasa).
A nivel regional, el Copom valoró positivamente la evolución reciente de la actividad económica en Brasil y los avances en la “corrección macroeconómica” –además de la recuperación– en la órbita argentina.
Escenario doméstico
Entre los destaques principales de la evaluación sobre la marcha de la economía uruguaya, se encuentra la permanencia de la inflación dentro del rango meta por vigésimo tercer mes consecutivo, lo que representa el “período más prolongado de cumplimiento desde la implementación del régimen de metas de inflación”.
También aparece la moderación generalizada de las expectativas inflacionarias a dos años, que es el plazo que considera la política monetaria para encuadrar su accionar: en el caso de los analistas, las proyecciones cayeron de 5,8% a 5,5% y, en el caso de los mercados financieros, se redujeron de 6,1% a 5,3%. Lo anterior, sumado a la debilidad del dólar, ha implicado una reducción de las proyecciones inflacionarias por parte del BCU.
Sin embargo, entre los riesgos advertidos por el Copom se encuentra la dinámica de la inflación núcleo (recoge solamente la evolución de los precios de la canasta que son más estables), que aumentó 6,1% interanual en el último mes (es decir, se sitúa por encima del techo del rango meta). En efecto, “la persistencia de la rigidez de la inflación núcleo en torno al techo del rango de tolerancia” es uno de los factores principales que demandan “suma cautela” en el manejo de la política monetaria, según se establece en el comunicado.
Del otro lado de la balanza de la política monetaria, los indicadores de corto plazo sugieren un menor dinamismo de la actividad económica, a pesar de que “el consumo aún muestra señales de fortaleza”. Según los miembros del Copom, la debilidad proviene de la inversión y de las exportaciones de bienes, que sí evidencian señales recientes de desaceleración. En ese sentido, y a pesar de que se espera una expansión del PIB durante la primera mitad de este año, las proyecciones de corto plazo se corrigieron a la baja y se espera un crecimiento cercano al potencial.
En este marco, se observó una “leve mejora” del mercado laboral durante el primer trimestre del año, con una reducción del desempleo y avances “marginales” en la órbita de la demanda (tasa de empleo) y oferta laboral (tasa de actividad).
La inflación en perspectiva
Con la inflación dentro del rango meta durante casi dos años, la próxima fase del proceso de desinflación sería reducirla un escalón adicional, de modo de lograr que su evolución esté alineada con el centro y no con el techo del rango meta (4,5% y 6%, respectivamente).
Como declaró hace unos meses Guillermo Tolosa, presidente del BCU, “ahora debemos transitar esa última milla, como dicen en Estados Unidos; ese último tirón para que la inflación esté dentro de estándares internacionales y tener un régimen monetario maduro. Debemos, en una primera etapa, lograr una inflación que converja de forma decisiva a la meta actual de 4,5%”.
Más allá de las presiones sobre los precios que puedan surgir en los próximos meses (por ejemplo, si el tipo de cambio volviera a repuntar nuevamente), será clave conocer los lineamientos para la próxima ronda de negociación colectiva y el presupuesto quinquenal para evaluar cuál será el grado de compromiso con ese objetivo concreto del 4,5%, dado los costos que podría implicar en términos de gasto, actividad y salarios.