Pensar la educación desde el barrio, con especialistas y entendidos, pero también con padres, cuidadores, vecinos y con los propios jóvenes. Esa fue la meta de La Pascua, un aula comunitaria de La Cruz de Carrasco que semanas atrás organizó un encuentro sobre educación en el que los miembros de la comunidad y un panel de referentes trabajaron sobre la pregunta “¿La educación uruguaya está en crisis?”. Juan Pedro Mir, de Eduy21, Pablo Martinis, docente de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de la República (Udelar), y Sergio Sommaruga, representante del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Enseñanza Privada (Sintep), dieron una respuesta unánime: la educación tiene graves problemas.
Tanto Sommaruga como Martinis pusieron el énfasis en que los problemas de la educación existen, pero se deben entender en un marco más amplio. El representante de Sintep propuso “hablar de todo” y pensar que “tal vez el problema de la educación sea un reflejo de los problemas sociales”. “El interlocutor principal debe ser la realidad, las relaciones de poder, la reproducción de la desigualdad. Puede ser interpelado el problema pedagógico, la cuestión didáctica, el presupuesto, pero ¿la sociedad no es interpelada?”, reflexionó Sommaruga. Además, dijo que “si sólo se discute la parte técnica se obtendrá un analfabeto político, alguien funcional al sistema, y la educación debería preparar a los que van a cambiar el mundo”.
Por su parte, Martinis planteó que al establecer que “en educación está todo mal”, algunos sectores de la sociedad pueden “verse beneficiados”, y si se plantea el debate en términos dicotómicos, “lo único que se logra es banalizar la discusión”. Al docente de la Udelar le “preocupa” el planteo de que “la educación pública es un desastre” porque genera un “campo muy propicio para pensar que el Estado no debe ocuparse de todo, y que se podría abrir la cancha para la gestión privada, que ha demostrado ser eficiente en otros ámbitos”. Martinis propuso encarar el debate desde “una preocupación profundamente democrática que ponga sobre la mesa procesos que permitan desarrollar la educación pública como la mejor”. Asimismo, aseguró que “el comienzo del cambio” es “pensar planes nacionales con metas a mediano plazo, que trascienden los partidos políticos y que tengan un modelo de sociedad de común acuerdo”.
Mir compartió la postura de sus compañeros de mesa, pero hizo énfasis en “separar los debates que son educativos de los que no lo son”. Para el maestro integrante de Eduy21, “reducir el problema social a la crisis educativa es tapar las contradicciones que tiene nuestra sociedad”. Sostuvo que la educación está en una “profunda crisis” y que el problema central es que no se ha logrado “compartir con los jóvenes los saberes básicos para que puedan insertarse en la vida social, porque, además, no se sabe cuáles son esos saberes”.
Con una postura que “asume la crisis educativa sin negar los problemas en la familia, los conocimientos o la estabilidad social”, Mir realizó propuestas para empezar a hacer cambios. Entre ellas, planteó generar “un sistema coherente que una toda la educación, porque mientras los subsistemas estén separados e incomunicados, no va a haber políticas de Estado que puedan trabajar efectivamente en el territorio”. Otras de las ideas “para comenzar a trabajar en torno al cambio” fueron los espacios de gobierno colectivo entre diversos actores, una buena articulación entre educación y cuidado, además de instituciones que unan la educación formal con otros espacios educativos.
Entre las preocupaciones de los vecinos estuvo el papel de la comunidad en la educación, el presupuesto y, sobre todo, la participación de los maestros en el cambio, porque, como expresó una vecina, “del papel a la cancha hay un largo camino”.